Queridos hermanos y hermanas:
Rezar por la patria, es agradecer a Dios por el lugar donde nos permite alentar sueños y proyectos personales y familiares; porque es en el ámbito de la comunidad nacional donde aprendemos a caminar juntos como hermanos buscando el bien común y la realización integral de las familias.
Estamos reunidos para expresar juntos nuestra acción de gracias por el don de la patria. Hoy, en el día que recordamos el nacimiento de la Patria libre y soberana, queremos pedir a toda la dirigencia política, y junto a todos los dirigentes sociales renovar el compromiso en la construcción del bien común y en el cuidado de los excluidos. Que cada uno pueda ser artífice de la fraternidad humana siendo protagonista en la construcción de la paz social y de la solidaridad.
El pasaje del Evangelio de Lucas 12,15-21 nos exhorta a superar la tentación de la acumulación que tiene su raíz en la avaricia. Esa actitud humana tan arraiga que no se contenta con vivir de lo necesario, sino que busca acumular siempre más para encontrar seguridad y poder. Para ser dueño de la vida. Esta es la actitud vital que se funda en la pretensión de la absolutización de los bienes como fin último de la vida. La propuesta del Evangelio de Jesús es el del abandono y la confianza en la providencia del Padre.
En tiempos de profundas crisis como las que vivimos donde se habla de refundar los cimientos de la nación y de la convivencia democrática, es necesario plantearse una profunda conversión humanística y ecológica donde sea posible una economía de la producción y el consumo antes que de la especulación.
Fundar nuestras opciones políticas y económicas en los valores del Reino para construir una sociedad más igualitaria, avanzando hacia una "economía con rostro humano" que ponga el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo y en la paz social.
Nos urge buscar caminos para la promoción social, superando modelos que anteponen el interés económico o sectorial, con sus políticas que colocan la dignidad humana en la periferia de las preocupaciones de las personas y de los gobiernos. Es necesario volver como creyentes a los fundamentos del mensaje evangélico expresados en los principios de la Doctrina social.
Uno de esos principios fundamentales tiene que ver con la destinación universal de los bienes. Nos recuerda el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia: "La tradición cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad privada como absoluto e intocable. Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinada al derecho al uso común, al destino universal de los bienes"[1].
Más precisamente, se trata de repensar el modelo de desarrollo extractivista, que pretende avanzar en la explotación de los recursos, que se fundamenta en el poder ligado al paradigma tecnológico- económico actual, que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad, y su modo de entender el progreso. La arbitrariedad de este poder, que no se somete a nada ni se preocupa por cuidar la fragilidad, sólo puede abrir camino a nuevas situaciones dolorosas: Según la encíclica Laudato Sí: "Cuando se propone una visión de la naturaleza únicamente como objeto de provecho y de interés, esto también tiene serias consecuencias en la sociedad. La visión que consolida la arbitrariedad del más fuerte ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayoría de la humanidad, porque los recursos pasan a ser del primero que llega o del que tiene más poder: el ganador se lleva todo. El ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz que propone Jesús está en las antípodas de semejante modelo" (82).
Nuestro compromiso con la patria es también el compromiso con el cuidado de la hermana tierra, implica optar por una cultura ecológica que no se reduce a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas de degradación. En palabras del Papa Francisco "debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático." (LS 111).
Hoy está en juego la amistad y la paz social. Para el logro de esa paz el Papa Francisco nos recuerda un principio que hoy es urgente: "El tiempo es superior al espacio”. Es decir, cómo resolvemos la tensión entre los ansiados deseos de justicia, paz, pan y trabajo que reclama nuestro pueblo y, los condicionamientos económicos y políticos que vivimos. Cómo resolvemos, como comunidad las legítimas demandas sin obsesionarnos por resultados inmediatos, pero buscando generar procesos de resolución a los derechos fundamentales. Estamos constreñidos por un sinnúmero de limitaciones que amenazan con hacernos perder la paz y la esperanza. Estamos tentados a la ocupación de espacios de poder en beneficio de intereses inconfesables antes que generar consensos que atiendan las exigencias de justicia y dignidad para nuestro pueblo.
Por ello, la misión de los actores políticos y sociales es escuchar el clamor de los pobres y el clamor de hermana madre tierra. Es buscar y encontrar mediaciones y estrategias para ir realizando en el tiempo esos anhelos y clamores de nuestras comunidades.
Que nuestro Santo Patrono conceda a todos, pueblo y dirigentes políticos, la sabiduría de la escucha y la capacidad de acogida al clamor de los pobres y excluidos, para que nos comprometamos en la construcción de la justicia, la paz y la solidaridad. Que la unidad, que es signo de la presencia del Espíritu, prevalezca sobre las divisiones y enfrentamientos entre hermanos.
Que el Señor nos conceda el don de la paz y la Virgen María nos proteja. Los invito a que recemos juntos la oración por la Patria.
Mons. fray Luis Antonio Scozzina OFM, obispo de la Nueva Orán
San Ramón de la Nueva Orán, 9 de julio de 2024
Nota:
[1] Compendio de la Doctrina social de la Iglesia.176-181