Viernes 15 de noviembre de 2024

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"Los pusieron a sus pies y Él los sanó" (Mt 15, 30)

Homilía de monseñor Gabriel Mestre, arzpbispo de La Plata, en la ordenación sacerdotal de Santiago Alemán y ordenación diaconal de Ariel Ferrari y Santiago Rocca (Catedral de La Plata, 6 de diciembre de 2023)

Is 25,6-10a; Sal 22,1-6; Mt 15,29-37

Queridas hermanas y queridos hermanos:

Tengo la inmensa alegría de presidir las primeras ordenaciones como arzobispo de La Plata. Tres jóvenes de nuestra Arquidiócesis le dan su sí a Dios: Santiago Alemán de forma definitiva como presbítero; Ariel Ferrari y Santiago Rocca como diáconos en orden al presbiterado. Es un día de fiesta y de gozo para toda nuestra Iglesia Particular y la compartimos como laicos, consagrados, seminaristas, diáconos, presbíteros y con nuestros tres obispos auxiliares. Hoy también recordamos, con corazón agradecido, un nuevo aniversario de ordenación presbiteral de los padres Cristian Agüero, Jonatan Gusmeroti y Juan José Olivetto.

En este contexto, y a la luz de los textos bíblicos de la feria de este primer miércoles de Adviento, particularmente el Evangelio, comparto con ustedes tres breves reflexiones sintetizadas en tres palabras: SANADOS, SANAR, LEMAS.

1. SANADOS por Jesús
En el versículo 30 del Evangelio que acabamos de escuchar se nos dice que pusieron los enfermos a los pies de Jesús y Él los SANÓ. Se nos relata que le acercan al Señor personas con parálisis, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Lo más importante es que Jesús los SANA. El evangelista usa el verbo griego therapeuo para describir la obra de salvación del Señor. El sentido literal primigenio del término es servir cuidando al enfermo dando los pasos necesarios para que se cure. En un sentido más profundo y particularmente mesiánico, es SANAR de forma integral, curar milagrosamente, asistir con delicadeza para quitar aquello que daña la vida en su totalidad, restaurar en clave salvífica. Esto es lo que hace Jesús: SANANDO está salvando. ¡SANANDO está salvando!

A la luz de esto, queridos hermanos todos, los invito a que hoy nos descubramos una vez más como heridos SANADOS por Jesús. Que podamos confesar nuestra debilidad y falta de firmeza en la vida, dando testimonio de que hemos sido y somos SANADOS por el Señor. Él es el Médico Divino que SANA y restaura nuestra vida. En este contexto de ordenaciones, también los que somos pastores de nuestro Pueblo, obispos, presbíteros y diáconos; tenemos que ponernos en la fila de los enfermos y pecadores para ser SANADOS por Jesús. Queridos Santiago, Ariel y Santiago, el sacramento del Orden realmente los consagra como ministros de Dios, pero no quita a priori la humana debilidad. Una y mil veces a lo largo de la vida deberán volver a la presencia de Jesús, el Terapeuta Celestial, para ser SANADOS y restaurados por su gracia y su poder.

¡Queridos hermanos damos gracias porque el Señor nos SANA! ¡Que este tiempo de Adviento que comenzamos, sea para todos y cada uno, un tiempo de SANACIÓN espiritual en el santo Nombre de Jesús!

2. SANAR en nombre de Cristo
El Señor nos SANA y misteriosamente llama a algunos varones para que, desde el ministerio ordenado, seamos SANADORES en su Nombre. Sí, queridos Santiago, Ariel y Santiago, por el sacramento del Orden se transforman y nos transformamos en instrumentos de Cristo para SANAR a la multitud de enfermos y atribulados de nuestro tiempo, de nuestra realidad platense, de nuestros contextos.

La multiplicación de los panes que acabamos de escuchar, es un bellísimo ícono bíblico de esta realidad. Jesús da gracias, parte el alimento y se los da a sus discípulos y “ellos los distribuyeron entre la multitud y todos comieron hasta saciarse” (Mt 15,37). El Señor hace partícipe a los suyos de este SANAR alimentando hasta la saciedad. Las referencias eucarísticas son indiscutibles. Santiago Alemán, dentro de unos instantes das tu paso definitivo para ser instrumento de Jesús como presbítero para la SANACIÓN del Pueblo. Ariel y Santiago Rocca en pocos minutos serán ordenados diáconos para ser verdaderos servidores de las personas SANANDO por el poder del Señor. Reunidos hoy, como Iglesia Particular, pedimos para que los tres puedan vivir este momento de alto voltaje espiritual y pastoral con un corazón dispuesto y agradecido por la condescendencia de nuestro Dios.

Todos los ministros ordenados renovamos hoy nuestro deseo de entregarnos al Pueblo SANANDO en nombre de Cristo, dando de comer su misma presencia sacramental. ¡Qué desde la espiritualidad del Adviento, podamos ser una Iglesia Arquidiocesana, SANADA, SANANTE y SANADORA! ¡Qué todos los bautizados nos descubramos en nuestro tiempo, pueblo de reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal, llamados a SANAR en nombre de Cristo!

3. LEMAS que hoy los expresan
Los tres han elegido algún LEMA o frase que expresa en algunas pocas palabras lo que hoy están viviendo. Sanados por Jesús quieren así proyectar, en espacio y tiempo, el servicio sanante para nuestro Pueblo. ¡Gracias por decir que sí a Dios, gracias por aceptar la vocación que Él les ha regalado!

Querido Santiago Alemán, elegiste como LEMA de tu ordenación presbiteral Ave María Purísima. En las vísperas de la celebración de la Inmaculada, patrona de nuestra Arquidiócesis, tomás estas bellas palabras de la religiosidad popular y asocias tu vida y tu ministerio a la Bienaventurada Virgen María. Que ella te cuide siempre y te haga un pastor solícito por el Pueblo que se te encomienda para acercarlo siempre a Dios.

Querido Ariel Ferrari, elegiste como LEMA de tu ordenación diaconal la frase Sigo mi camino habiendo sido alcanzado por Cristo Jesús. Las palabras de Pablo en Fil 3,12 resuenan en tu corazón dejando en claro que es Cristo el que da sentido a tu servicio diaconal y no nuestras pobres fuerzas humanas: Cristo te alcanza y fortalece tu camino.

Querido Santiago Rocca, elegiste como LEMA de tu ordenación diaconal la frase Cree lo que lees, enseña lo que crees, y práctica lo que enseñas. Estas palabras de la Liturgia de la Iglesia te hacen estar en saludable tensión de coherencia para que puedas ser un verdadero servidor a imagen de Jesús. El Señor tome tu corazón para que siempre estés en este camino que elegiste.

“¡Alegrémonos y regocijémonos!” (Is 25,9) con el profeta Isaías en la primera lectura en este día de fiesta y busquemos todos vivir estos LEMAS, que estos tres hijos de nuestra Iglesia Particular han elegido para sus ordenaciones.

Para concluir
Quiero agradecer a la familia de los tres, por el acompañamiento que les han brindado. Les pido que lo sigan haciendo porque ustedes son muy importantes para ellos. También agradezco a las personas de las parroquias y movimientos de las cuales han surgido y en las que han realizado apostolado. Va también mi agradecimiento a los presbíteros y las consagradas que han estado presente en la maduración de la vocación, de manera particular a los formadores y las hermanas de nuestro Seminario San José. A todos les pido que oremos por la fidelidad de las vocaciones sacerdotales y para que el Señor regale un corazón generoso a los jóvenes que está llamando para ser pastores de su Pueblo.

Dentro de pocos días será beatificado el Cardenal Pironio, formado en nuestro Seminario San José y obispo auxiliar de nuestra Arquidiócesis. Nuestro futuro beato reflexionó en innumerables oportunidades sobre el sacerdocio ministerial y la esperanza, virtud particularmente destacada en el tiempo de Adviento. Por eso y, para terminar, comparto unas líneas de su legado donde, comentando a Santo Tomás de Aquino, Pironio conecta esperanza y alegría en clave sacerdotal:

La esperanza está íntimamente conectada con la alegría. «La alegría procede también de la esperanza» (S. Tomás, S. Th. 2,2,28,1,2). Como su contraria -la desesperación- está íntimamente conectada con la tristeza o desgano o depresión espiritual. «Los que viven en la tristeza fácilmente caen en la desesperación» (S. Tomás, S. Th. 2,2,20,4). Hay una causalidad mutua entre ambas realidades sobrenaturales: la esperanza engendra gozo y el gozo alimenta la esperanza. Para el mundo de hoy -tan sumido en la tristeza y en el desaliento- los sacerdotes debemos ser los permanentes testigos de la alegría y de la esperanza (Reflexiones sobre la esperanza sacerdotal, Revista Pastores N.º 11 [1998], pág. 11).

Mons. Gabriel Mestre, arzobispo de La Plata