Queridos hermanos: hoy volvemos a reunirnos en familia, como lo hacemos cada domingo, en torno a mesa de la Palabra y la Eucaristía. Como Pueblo de Dios que peregrina en Tucumán para celebrar la Fiesta de Nuestra Señora de la Merced, la Madre de los Tucumanos, como cada 24 de septiembre.
La Virgen María nos reúne con su ternura maternal para que caminemos juntos, por eso hicimos esta procesión, para atraernos hasta Jesús, nuestro único Redentor, que entregó su vida en la cruz y resucitó para ofrecernos la alegría de la Salvación, la felicidad eterna.
Quiero saludar a todos los peregrinos y devotos de nuestra Madre d ela Merced que desde ayer y hoy han peregrinado hasta la casa de María de la Merced y los que hoy nos congregamos en esta celebración. Saludos a los consagrados, sacerdotes, seminaristas y a mis hermanos obispos aquí presentes: Mons. Roberto, nuestro Obispo Auxiliar, Mons. José María Rossi, obispo emérito de Concepción y especialmente saludo al Cardenal Luis Villalba, nuestro arzobispo emérito que hoy cumple 63 años de su ordenación sacerdotal. Gracias padre por haberse quedado con nosotros, los tucumanos; gracias por seguir haciendo presente a Jesucristo, sacerdote y Buen Pastor entre nosotros. Que El Señor bendiga su vida y su ministerio, que la Virgen de la Merced lo proteja siempre.
El lema de esta Fiesta patronal es: “Felices los que caminan juntos con María de la Merced”
Dios en quien creemos es Amor, comunión de personas, que nos ha creado por amor y quiere que participemos de su misma vida llamándonos también a ser felices, dichosos. El designio amoroso de Dios es nuestra salvación, la vida para siempre, nuestra felicidad.
¿Queremos ser felices? El deseo de felicidad es de origen divino, Dios ha puesto en lo más profundo de nuestro corazón este llamado a la felicidad y que sólo Él lo puede satisfacer. (cf. Cat. 1718).
Todo hombre está llamado a la vida, a la felicidad, pero esta alegría y felicidad es para vivirla con otros, en comunión, en fraternidad, desde el amor que Dios nos brinda en su Hijo Jesucristo, haciéndonos hermanos por su cruz redentora.
“Felices los que caminan juntos con María de la Merced”
Somos felices por caminar juntos como Iglesia sinodal, peregrina; como miembros de una familia, de un Pueblo. Compartiendo las tristezas y alegrías, así se hace llevadero el camino, porque Él mismo asumió y recorrió con la humanidad, experimentando en su propia carne todas y cada una de las experiencias gozosas y tristes de los hombres; hasta el extremo del dolor y la muerte, pero venció a la muerte con su resurrección y nos hizo herederos de la gloria, de la felicidad.
Jesús, en su primera predicación a la multitud que lo rodea, enseña cuál es el camino a seguir para la felicidad, para que el Reino de Dios sea una realidad.
A Jesús lo seguían grandes multitudes… Y entre esa gente estaba su Madre, que también lo seguía. María, la que mejor entendió la predicación de Jesús.
La primera discípula de Jesús, su mejor discípula. La que mejor conoció la voluntad de Dios y la puso en práctica. Ella seguía a Jesús y lo hacía en medio del pueblo, como lo hace ahora, como lo hizo con nosotros los tucumanos desde la fundación en la advocación de la Merced.
Ella siempre camina con nosotros, nos acompaña y especialmente cuando la necesitamos, ella se hace presente y nos trae a su Hijo Jesús.
En este tiempo tan difícil que nos toca vivir como argentinos y tucumanos, con tanta pobreza, exclusión, inseguridad, injusticia, desesperanza y desconcierto, tanto enfrentamiento, discordias y amenazas… Hoy necesitamos volver los ojos y el corazón a la Virgen que nos muestra a Jesús. Él nos enseña el camino de la auténtica felicidad. Una felicidad que no es para unos cuantos, sino para todos.
“Felices los que caminan juntos con María de la Merced”
María es la dichosa, la feliz, llamada así por el Àngel Gabriel, por su prima Isabel y por todas las generaciones…
María vivió plenamente las bienaventuranzas. Ella feliz porque ha escuchado la palabra de Dios y la pone en práctica. Ella es modelo y maestra en el camino de la Felicidad.
1. María es Feliz porque es pobre de espíritu, cuando responde al designio de Dios con el “Hagase en mi según tu palabra”, con una disponibilidad absoluta. María es la madre de los pobres de espíritu, de los humildes que se dejan guiar por Dios, sabiendo que Él es su único tesoro. María nos enseña a reconocer en cada hermano necesitado al mismo Jesús y socorrerlo con nuestra ayuda fraterna y solidaria, para hacer presente y cercano el Reino de los cielos…
2. María es Feliz porque es paciente ante las situaciones que no entiende y soportando con mansedumbre. Es la madre de los pacientes y nos enseña a que no actuemos por reacción e impulsivamente con violencia sino con mansedumbre. Cuanto necesitamos reconstruir los vínculos en nuestra sociedad con paciencia, para heredar la tierra…
3. María es feliz porque es la que vive la aflicción y la angustia de los momentos más difíciles confiando en Dios, aceptando el designio de Dios… Ella es la madre de los afligidos porque siempre está consolando. Ella, que es madre de consuelo y firme esperanza y nos invita a ser consoladores cercanos, llenos de amor para con el que sufre.
4. María es feliz porque tiene hambre y sed de justicia, porque sabe de injusticias, las que sufrió su Hijo Jesús y las que sufrimos sus hijos, los hombres. Es la madre de aquellos que claman por justicia con ese gran anhelo de bien, de bondad, de eternidad, esa sed de Dios.
5. Ella es feliz porque reconoce que la misericordia del Señor se extiende de generación en generación… Ella es la madre de la misericordia, la que nos enseña a perdonarnos unos a Cuanta necesidad tenemos de perdonarnos unos a otros. Siendo misericordiosos como el Padre… ofreciendo el perdón recíproco. La misericordia, es la expresión de la caridad, esta en el centro del cristianismo que nos hace libres y felices. Madre de la Merced es Madre de Misericordia…
6. María es Feliz porque tiene el corazón puro, la mirada limpia y sabe reconocer a Dios en lo cotidiano de la Es la madre de los que tienen el corazón puro. Ella nos enseña a que vivamos con pureza de corazón, con coherencia, con sinceridad. Este es un camino de maduración que supone renuncia, docilidad y valentía. Trabajo serio en nosotros y nos hace experimentar una gran alegría y paz verdadera.
7. María participa de la felicidad de los que trabajan por la paz, porque es hija de Dios. Es la madre de todos los que trabajan por la paz porque ella quiere la paz, busca la paz, la paz para su Ella nos alienta para que seamos instrumento de reconciliación, de paz entre nosotros, en nuestras familias, vecinos y en la sociedad.
8. María es la madre que sabe lo que es ser perseguida por practicar la justicia: tuvo que exilarse a Egipto porque le querían matar al Hijo y supo del sufrimiento por la condena injusta de su Hijo, estando al pie de la Ser perseguidos por practicar la justicia. Que ella nos de la valentía para practicar la justicia, la paz, la verdad y el amor, aunque suframos persecución, sabiendo que es la forma de hacer crecer el Reino de Dios y va contra la lógica violenta de la injusticia, la corrupción y la violencia del mundo.
“Felices los que caminan juntos con María de la Merced”
Querida Madre de la Merced, Celestial protectora de nuestra Patria, Madre de los tucumanos, redentora de cautivos, Madre de Dios y madre nuestra te pedimos que nos enseñes a ser felices viviendo todas esas cosas: a tener alma de pobres, a consolar y ser consolados, a ser pacientes, a trabajar por la justicia, a ser misericordiosos, a tener el corazón puro y a buscar la pureza de alma por Dios y a trabajar por la paz. Vos lo hiciste. Ayúdanos a hacerlo también nosotros, para ser Felices y hacer felices a los demás. Tú nos acompañas y nos llevas hasta tui Hijo Jesús.
“Felices los que caminan juntos con María de la Merced”
Te pedimos hoy de una manera muy especial que te quedes con nosotros y que, caminando juntos, ofrezcamos a nuestra querida Patria Argentina los valores del Evangelio de tu Hijo Jesucristo, con la entrega de nuestra vida.
Así lo hicieron los decididos tucumanos en 1812, tu gran devoto, Manuel Belgrano, los grandes hombres y mujeres que engrandecieron la Patria con sus virtudes evangélicas. Así queremos hacerlo nosotros en este momento de la historia que tanto necesitamos.
Mons. Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán