Viernes 15 de noviembre de 2024

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Solemne tedeum por el 25 de Mayo

Homilía de mosneñor José Adolfo Larregain OFM, obispo auxiliar de Corrientes, en el tedeum por el 213º Aniversario de la Revolución de Mayo (25 de mayo de 2023)

Hch 22,30; 23, 6-11; Jn 17, 1b. 20-26.

Celebramos un nuevo aniversario de la gesta del 25 de mayo de 1810, día memorable para dar gracias a Dios y rezar por nuestra Patria, autoridades y habitantes que pisamos este bendito suelo.

Las lecturas que acabamos de escuchar son providenciales, invitan al compromiso que implica la vivencia de la fe, teniendo incidencia real y concreta en la vida cotidiana y ordinaria en el día a día. El creyente tiene madurez para responder a las situaciones que demandan mayor compromiso y respuestas inmediatas. Recordemos que ante determinados acontecimientos no podemos permanecer neutrales. Cuando Jesús ora por el testimonio de las comunidades de fe, se refiere a seguir su ejemplo, a vivir una plena y verdadera comunión con el Señor.

La primera lectura nos hace pensar como nos ubicamos ante los conflictos y dificultades, ante temas que no se logra tener acuerdo. El Apóstol Pablo no teme dar testimonio, implicarse en la situación sin buscar un redito personal. Este compromiso cada vez será mayor y lo conducirá a dar el testimonio final dando su propia vida en Roma.

En el Evangelio escuchamos con insistencia “sean uno”, indicando que se ruega por la unidad ante el peligro de fragmentaciones. La unidad de la comunidad es un signo visible que se presenta ante el mundo para que este crea que Jesucristo es el enviado de Dios.

La realidad por la que pasa nuestra Patria nos desafía e interpela, es necesario hacer los máximos esfuerzos para lograr acuerdos políticos y sociales, favorecer el dialogo y las coincidencias multipartidarias que sirvan de base para responder a la demanda de la ciudadanía, priorizando la necesidad de trabajar en favor de los más pobres, reconstruir la confianza, fortalecer la democracia, implementar políticas de desarrollo, intensificar la lucha contra el narcotráfico y el cuidado de la casa común.

“Seamos uno” ante la necesidad imperiosa de trabajar por las personas que habitan nuestro suelo, especialmente los más pobres y débiles, cuidando la vida en todas sus etapas; en la primacía del bien común por sobre los intereses sectoriales; en la generación de trabajo digno y genuino que garantice el acceso al sistema de seguridad social; cuidar la casa común con sus bienes naturales. Podemos seguir enumerando un largo listado de necesidades y motivaciones por las cuales vale la pena todos los esfuerzos para lograrlo. Este es un deseo que tiene todo el pueblo argentino, que ve más allá de grietas y partidos, anhelando la cultura del encuentro, el dialogo, la justicia y la paz.

Estamos en un año electoral y en marco de los 40 años de la recuperación de la democracia: cuánto para darle gracias a Dios y también preguntarnos qué paso, qué hemos hecho. No perdamos la oportunidad que nos da el hoy para construir una Patria pujante y fraterna. Es “la hora” de caminar juntos hacia un proyecto estratégico de desarrollo que nos abra un horizonte de esperanza, dignidad, prosperidad. Nos hace bien recordar y tener presente el Acta de Compromiso que se propuso con motivo del bicentenario de la declaración de la Independencia. El mismo se realizó en Yapeyú el 17 de agosto de 2016. Se dijo: «a semejanza de lo que hicieran hace 200 años los congresales, atraídos por lo que consideraron “la hora de la Patria”, nos toca a nosotros hoy enfrentar los desafíos que nos impone nuestro tiempo, en aras de seguir construyendo nuestros Municipios, nuestra Provincia y nuestra patria en los albores del Tercer Centenario de la Independencia».

A modo de marco también tenemos presente los primeros 10 años que un hijo de nuestra Patria calza las sandalias del pescador, uno de los pocos referentes mundiales al cual se lo escucha y valora mucho desde diversos ámbitos. No dejemos pasar sus palabras, nos dice el Papa Francisco proféticamente: “seamos parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades heridas… es posible empezar de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y local hasta el último rincón de la patria” (Fratelli Tutti 77-78).

Somos un pueblo creyente y portadores de un mensaje de esperanza, desde ese lugar vemos nuestra historia y sucesos que la han marcado. Dios que nos ha dado la vida y nos ama tanto, -como hemos escuchado en el Evangelio-, nos dará la fuerza necesaria, el coraje y la osadía para enfrentar los desafíos de estos tiempos difíciles y apasionantes que nos toca vivir. Que la tierna Madre de Itati interceda bendiciendo nuestro pueblo.

Mons. José Adolfo Larregain OFM, obispo auxiliar de Corrientes