El Card. Rossi evoca al beato Mamerto Esquiú, peregrino de esperanza

  • 10 de enero, 2025
  • Córdoba (AICA)
Con motivo del 142° aniversario del fallecimiento del fraile que fue obispo de Córdoba, se difundieron palabras del arzobispo destacan la figura de quien "murió como vivió, caminando".

Con motivo del 142° aniversario del fallecimiento del fraile que fue obispo de Córdoba, se difundió un video en el que el arzobispo local, cardenal Ángel Rossi SJ, evoca al beato Mamerto Esquiú como "peregrino de esperanza".

"El lema del Año Jubilar bien le calza justito, a medida, al beato. Juan Pablo II definía como o homo viator, es decir, un hombre que camina; y afirmaba que la esperanza es la virtud del hombre que camina", recordó.

"Este fue el mayor reto de Esquiú. Fue claramente eso, un peregrino. En primer lugar, por los caminos de este mundo: Catamarca, Tarija, Ecuador, Tierra Santa, Roma, Córdoba. Es interesante, murió como vivió, caminando. Murió en camino volviendo de La Rioja.

El arzobispo cordobés sostuvo que Esquiú peregrinó los caminos de este mundo y también otro camino ciertamente más hondo, fatigoso: el camino del corazón. El corazón del beato tenía claro hacia dónde ir, en primer lugar, hacia el Señor".

"El corazón del beato, decía, está en la casa del duelo, en la casa de los que lloran. Allí hay que estar presente, hacia allí hay que rumbear, donde están los pobres", puntualizó.

"Por las tardes   -contaban algunos de los testigos-   Esquiú solía salir a la calle para visitar alguna comunidad, sentarse en el confesionario y hablar con la gente o con los curas. Iba a pie, nunca en carruaje, y si se dirigía a un punto distante tomaba un tranvía, sentándose al lado de un niño o de un obrero con los que hablaba con toda familiaridad", memoró.

"A menudo el primer patio de la casa y parte de la calle estaban ocupados por una multitud de pobres que iban a pedir limosna y el obispo salía a repartirla en persona; pero, como eran tantos los pobres, a menudo se quedaba sin dinero para darles. Entonces mandaba buscar pan que él mismo repartía, procurando que nadie se fuera con las manos vacías. Esta limosna colectiva le absorbía horas enteras", describió.

El cardenal Rossi contó la anécdota de un extranjero que estaba de paso por Córdoba y preguntó que había en esta ciudad que mereciera ser conocido y le contestaron: "Si usted llega a conocer al obispo de Córdoba, conocerá lo mejor que tiene esta ciudad".

"Al preguntar en donde vivía el obispo, le respondieron: recorra las calles y en aquella casa en la que vea entrar o salir una multitud de pobres y necesitados, esa es la casa del obispo", concluyó.+