El Papa, a los sacerdotes corsos: 'Cuidar de sí mismos y cuidar de los demás'

  • 15 de diciembre, 2024
  • Córcega (Francia) (AICA)
"No olvidemos esto: en el centro está el Señor. No estoy yo en el centro, sino Dios", le recordó Francisco al clero local en la catedral. Y agregó: "Por favor, perdonen todo y perdonen siempre".

En el marco de su visita a la isla francesa de Córcega, el Papa Francisco se reunió con sacerdotes, consagrados y seminaristas en la catedral de Santa María de la Asunción, de Ajaccio, a quienes les agradeció "ser signo del amor misericordioso de Dios y testigos del  Evangelio", pese a los conflictos.

"En el contexto europeo en el que nos encontramos, no faltan problemas y desafíos relacionados con la transmisión de la fe, y ustedes lo experimentan cada día, descubriéndose pequeños y frágiles; no son muchos, no tienen medios poderosos; los ambientes en los que trabajan no siempre se muestran favorables para acoger el anuncio del Evangelio", planteó.

Tras aclarar que "esa pobreza es una bendición", explicó: "Nos despoja de la pretensión de querer ir por nuestra cuenta, nos enseña a considerar la misión cristiana como algo que no depende de las fuerzas humanas, sino sobre todo de la obra del Señor, que siempre trabaja y actúa con lo poco que podemos ofrecerle".

"No olvidemos esto: en el centro está el Señor. No estoy yo en el centro, sino Dios. Esto es algo que quizá cada mañana, cuando sale el sol, cada pastor, cada consagrado debería repetir en la oración: también hoy, en mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios", instó Francisco, quien advirtió al clero de Córcega sobre la tentación de "quedarnos dormidos  tranquilamente, sin asumir nuestras responsabilidades".

"¡Al menos sean educados, pasen a saludarlo! Dios es un jefe que trabaja más que nosotros, no se olviden de esto" improvisó.

Cuidar de sí mismos y cuidar de los demás
Al tiempo, los invitó a preguntarse: "¿Cómo estoy viviendo mi sacerdocio, mi consagración, mi discipulado?".

"Les ruego que la graben en sus corazones, que no subestimen la  necesidad de este discernimiento, de mirar hacia dentro, para que el ritmo y las actividades exteriores no nos 'trituren', haciéndonos perder la consistencia interior", les pidió.


Y les dio dos consejos: "Cuidar de sí mismos y cuidar de los demás". "Cuidar de sí mismos, porque la vida sacerdotal o religiosa no es un 'sí' que hemos  pronunciado una vez y para siempre. No se vive de rentas con el Señor", recalcó. Más aún: "La alegría  del encuentro con Él debe renovarse cada día; a cada momento es necesario volver a escuchar su voz y decidirse a seguirlo", agregó.

"Cuanto más un sacerdote, una religiosa, un religioso se entregan, se desgastan, trabajan por el Reino de Dios, más  necesario es también que cuiden de sí mismos", insistió el Papa. "Un sacerdote, una religiosa, un diácono que se descuida,  también terminará por descuidar a quienes le son encomendados", advirtió, reclamando una pequeña "regla de vida" para el clero, que incluya la cita cotidiana con la oración y la Eucaristía: "El diálogo con el Señor, cada uno según su propia espiritualidad y su propio estilo".

Momentos de soledad y descanso
Francisco les sugirió también "conservar algún momento en soledad; tener un hermano o una hermana con quien compartir libremente lo que llevamos en el corazón; cultivar algo que nos apasione, no para  pasar el tiempo libre, sino para descansar de manera sana de las fatigas del ministerio". "El ministerio es duro, el ministerio cansa", reconoció.

"Hay que tenerles miedo a esas personas que están siempre activas, siempre en el centro, que quizá por demasiado celo nunca reposan, nunca toman una pausa para sí mismos. Eso no es bueno, se necesitan espacios y momentos en los que cada sacerdote y cada consagrado cuiden de sí mismos", subrayó.

"Y no para hacerse un lifting, sino para poder hablar con un amigo, o con la Madonna, para hablar de la propia vida, de sus cosas. Y si tienen un confesor, un amigo, que los conozca bien, para que puedan hacer un buen discernimiento", diferenció, y agregó: "El moho presbiteral no va bien". 

"Es importante pasar del 'Libro de las lamentaciones' al 'Cantar de los cantares': ¡Compartamos la alegría de ser apóstoles y discípulos del Señor!", les propuso.

En segundo lugar, el Papa pidió a los clérigos "cuidar de los demás", para así "llevar a Jesús a los demás, dar a los corazones la consolación del Evangelio". "Entregarse por las almas, entregarse en ofrenda de sí por aquellos que nos han sido encomendados", subrayó.  


"Así pues, en el centro de su ministerio están los hermanos y las hermanas; su bien espiritual, su hambre de esperanza, su necesidad de escucha y cercanía", rogó Francisco, quien pidió "encontrar, en el contexto de hoy, las vías pastorales más eficaces para la evangelización".

"No tengan miedo de cambiar, de revisar los viejos esquemas, de renovar el lenguaje de la fe, aprendiendo al mismo tiempo que la misión no es cuestión de estrategias humanas, es principalmente cuestión de fe, es cuestión de pasión por el Evangelio y por el Reino de Dios", insistió. "Cuidar de todos, en la formación y sobre todo en el encuentro. Salir al encuentro de las  personas, allí donde viven y trabajan, en toda circunstancia", exhortó.

Perdonar siempre
"Por favor, perdonen todo y perdonen siempre", clamó Francisco. "Por favor, no torturen a las personas, siempre perdonar", subrayó. 

Francisco finalizó su alocución, antes del rezo del Ángelus y la petición por la paz, volviendo a pedir a los religiosos corsos que, "aun en los momentos de cansancio o desánimo, no se rindan".

"Preséntenle sus corazones al Señor; Él se manifiesta y se deja encontrar si cuidan de sí mismos y de los demás. De esta manera, Él ofrece consuelo a aquellos que ha llamado y enviado. Sigan adelante con valentía: Él los colmará de gozo", concluyó.+