El armado del pesebre, una tradición viva que prepara el corazón

  • 6 de diciembre, 2024
  • Buenos Aires (AICA)
Cada 8 de diciembre, al colocar las figuras del pesebre, las familias se preparan para recibir al Niño Jesús, recordando el verdadero significado de la Navidad en un gesto de amor y devoción.

Cada 8 de diciembre, miles de familias en la Argentina y en el mundo se preparan para una de las tradiciones más entrañables y significativas de la temporada navideña: el armado del pesebre. Esta costumbre, profundamente arraigada en la espiritualidad cristiana, no solo es una actividad que embellece los hogares con figuras que representan el nacimiento de Jesús, sino que también se convierte en un acto de fe, devoción y unidad familiar, que trasciende generaciones.

Coincidiendo con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, constituye una oportunidad para recordar y revivir el misterio de la Encarnación. Ese día, en muchos hogares, el pesebre comienza a tomar forma. Cada figura que se coloca, desde la Virgen María y San José hasta los pastores y los animales que rodean el portal de Belén, tiene un simbolismo profundo, que anima a reflexionar sobre el nacimiento del Salvador en la humildad del pesebre, entre la pobreza y el amor incondicional de Dios.

Orígenes de la tradición
La tradición del pesebre comenzó en el siglo XIII, cuando San Francisco de Asís, buscando representar el misterio del nacimiento de Cristo de manera más palpable, organizó la primera representación viviente en la ciudad de Greccio, Italia. Desde entonces, la costumbre se expandió rápidamente, convirtiéndose en un símbolo universal de la Navidad cristiana.

En muchas casas, el proceso de armar el pesebre se convierte en un momento especial para compartir. Representa una oportunidad ideal para enseñar a los más pequeños sobre la historia del nacimiento de Cristo, para explicarles el valor de la solidaridad, la paz y la fraternidad, pilares fundamentales del mensaje cristiano.

Además, el pesebre invita a vivir la Navidad de una manera auténtica. En un tiempo de consumismo y de constantes presiones sociales, armar el pesebre es un recordatorio de que lo esencial no está en los regalos materiales, sino en la presencia de Dios, que se hace niño para habitar entre los hombres.

La liturgia de la Iglesia también acompaña este tiempo de preparación. El 8 de diciembre, la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, es un día especial que invita a fortalecer la devoción a la Madre de Dios. En ella, se encuentra la guía perfecta para preparar el corazón y el hogar para recibir al Niño Jesús, con la misma humildad y alegría con que ella lo recibió en Belén.

Así, el armado del pesebre se convierte en un acto cargado de significado, que prepara no solo los hogares, sino también los corazones, para celebrar la Navidad con el verdadero sentido cristiano. Es una tradición que, más allá del paso del tiempo, sigue siendo un medio precioso para vivenciar el amor de Dios y para compartir ese amor con los demás.+