Mons. Ojea: 'El Señor escucha el grito del pobre, del que está al costado del camino'
- 27 de octubre, 2024
- Roma (Italia) (AICA)
El obispo de San Isidro invitó a pedirle al Señor tener un corazón que esté comprometido con Jesús y poder seguirlo de verdad, "escuchando a los que nadie escucha".
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, compartió su reflexión semanal desde Roma y consideró que el Evangelio del día "viene bien" para ilustrar este Sínodo de la Sinodalidad, que el Papa Francisco clausuró este domingo en la basílica de San Pedro.
"Nos encontramos con la escucha de Jesús, nadie escucha como Jesús. Él está rodeado por la multitud y por los apóstoles; le estaban diciendo muchísimas cosas, seguramente muchas demandas, como san Marcos resalta en el Evangelio de Jesús, siempre apretujado por la gente y siempre recibiendo demandas, pero el Señor tiene esa finura de escuchar el grito del pobre, el grito del que está al costado del camino; porque no es lo mismo caminar junto a Jesús, como hacía la multitud y los apóstoles, que seguir a Jesús", graficó.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina profundizó: "Aquí el Evangelio nos ilustra el seguimiento de Jesús, la cercanía de Jesús con los ojos abiertos por la fe y el don de la caridad; entonces nos encontramos primero con la escucha de Jesús, que Él, atravesando todo un bosque de griterío de palabras y de demandas, escucha con las entrañas, escucha con el corazón el grito del ciego que lo llama por su nombre: 'Jesús, hijo de David ten piedad de mí'".
"Y, después de la escucha, lo fundamental de este Evangelio es que Jesús lo llama, aparece tres veces el verbo 'llamar', y el ciego se incorpora, arroja el manto, que es lo único que tenía para vivir, y comienza a recuperar su dignidad. Este ponerse de pie y responder al llamado de Jesús significa la recuperación de la dignidad perdida, y esto se pone de manifiesto cuando el Señor le pregunta, en una señal de respeto exquisito por la persona humana: '¿Qué quieres que haga por ti?'", planteó.
"Nosotros, al leer, estamos esperando enseguida que haga el milagro y, sin embargo, el Señor, al devolverle la dignidad, le pregunta adónde querés ir, hacia dónde querés encaminar tu libertad, y entonces, el que había sido ciego, cuando puede ver, se incorpora al camino, y no solamente está junto a Jesús, sino que sigue a Jesús", sostuvo.
Monseñor Ojea invitó a pedirle al Señor "poder seguirlo con nuestra vida, con nuestro modo de obrar; seguirlo con nuestro corazón, que es ese centro íntimo donde radica lo más profundo de nuestra persona, que nuestro corazón esté comprometido con el Señor Jesús y que podamos seguirlo de verdad; aprendiendo a mirar al costado del camino y escuchando a los que nadie escucha, para poder construir un Evangelio en nuestra vida".+