El Papa, a la comunidad romana: 'Reparar la brecha más allá de las desigualdades'
- 26 de octubre, 2024
- Roma (Italia) (AICA)
Francisco participó de la asamblea diocesana de Roma, durante la que subrayó la necesidad de llevar el Evangelio a los pobres, reparar los desgarros del tejido social y sembrar semillas de esperanza.
El Papa Francisco clausuró, el 25 de octubre, la asamblea diocesana de Roma en la basílica de San Juan de Letrán, y llamó a "reparar la brecha más allá de las desigualdades". Para su discurso, se basó en los testimonios compartidos por el periodista Marco Damilano, un abogado y una joven estudiante de las periferias de la ciudad, los cuales dedican su tiempo a atender a los necesitados.
La actividad conmemoró el 50º aniversario de la conferencia sobre "La responsabilidad de los cristianos ante las expectativas de caridad y justicia en la ciudad de Roma", más conocida como "Los males de Roma", que tuvo lugar en febrero de 1974.
El pontífice fue recibido por el arzobispo Baldo Reina, cardenal electo, nuevo arcipreste de la basílica papal y vicario general de la diócesis. Se encontraban también en el templo numerosos sacerdotes, religiosos, autoridades civiles, representantes ecuménicos y fieles en general, quienes escucharon los cantos y lecturas de las Sagradas Escrituras que se llevaron a cabo durante la ceremonia.
En su alocución, el Papa subrayó que, en el corazón de la acción pastoral está "la voluntad de llevar la Buena Noticia a los pobres, reparar los desgarros del tejido social y sembrar semillas de esperanza".
Francisco reflexionó, en ese sentido, sobre las numerosas y profundas heridas que siguen afligiendo a la capital italiana, y manifestó su dolor, destinado a interpelar a todos los presentes. Mencionó así a las personas que viven en la calle, a los jóvenes que no encuentran trabajo ni casa, y a los enfermos y ancianos que no tienen acceso a los cuidados. También tuvo presente a los "jóvenes que caen en la adicción y otras dependencias 'modernas', personas marcadas por la angustia mental, que viven en el abandono o la desesperación".
Para el Obispo de Roma, esas situaciones no pueden constituir solamente una estadística. Por el contrario, "son los rostros y las historias de nuestros hermanos y hermanas, y deben conmovernos y desafiarnos". Por eso, interrogó a los presentes: "¿Qué podemos hacer? ¿Vemos en las historias de esas personas heridas el rostro de Cristo sufriente? ¿Sentimos el problema suficientemente, como para responsabilizarnos de él? ¿Qué podemos hacer juntos?".
Francisco recordó que Jesús no ofrece una solución mágica y lo que se necesita es simplemente llevar el mensaje del Evangelio. "Los pobres no pueden ser reducidos a números, problemas o, peor aún, algo a descartar", exclamó.
En ese sentido, agradeció el trabajo, a menudo silencioso, de quienes sirven a las personas más vulnerables. Incluso, planteó que debemos sentir el tema de la pobreza como una "urgencia eclesial", que se convierta en un "compromiso" y "una responsabilidad para todos, siempre". En esa línea, les pidió a los fieles hacerse presentes con los pobres y convertirse en signo de la ternura de Dios hacia ellos.
Ser audaces en la caridad
El pontífice exhortó a los presentes a no permanecer pasivos ante las abundantes contradicciones de la ciudad de Roma, y llamó a promover un compromiso proactivo. Asimismo, animó a los fieles a establecer un diálogo constante con las instituciones y asociaciones, atreviéndose a la caridad, superando "el virus de la indiferencia con la paciencia del diálogo, sin prejuicios".
Francisco se mostró esperanzado de que el encuentro se tradujera "en algunos compromisos concretos, mensurables, orientados a esfuerzos comunes que nos ayuden a superar las desigualdades". No obstante, de momento dejó a todos la tarea de valorar más, "en su pastoral ordinaria y en la catequesis, la doctrina social de la Iglesia".
El Papa consideró que es esencial "formar las conciencias" en esa doctrina, "para que el Evangelio se traduzca en las variadas situaciones de hoy y nos haga testigos de justicia, paz y fraternidad".
Dar vida a obras concretas de esperanza
A 59 días de la apertura del Jubileo de 2025, el Sucesor de Pedro incentivó a los fieles a no ceder a la resignación y a emprender el camino de la esperanza, atreviéndose a ser caritativos.
"Solo tenemos que creer en ella", aseguró el Santo Padre, con una cita al poeta francés Charles Péguy, quien describió la esperanza como "una niña pequeña".
Francisco concluyó su intervención con un fuerte llamamiento a todos, "para que lleven a cabo obras concretas de esperanza". El Papa es consciente de que la multiplicidad de los problemas sociales examinados "puede parecer abrumadora, hasta el punto de decir: 'No hay nada que podamos hacer'". Sin embargo, estableció que, "a través de la esperanza cristiana, sabemos que Cristo puede construir lo que nosotros, humanamente hablando, no podemos hacer".
Testigos de la realidad de Roma
Tres personas compartieron sus testimonios en presencia del Papa Francisco. La primera fue una joven estudiante, María, que participa de la "Escuela de la Paz" de Roma, donde ayuda a jóvenes marginados que han abandonado la escuela.
"Vemos la injusticia en la televisión, pero también la vemos delante de nuestros ojos", dijo, creyendo que siempre es posible cambiar las cosas.
A continuación, Daniele, abogado de unos 50 años, explicó cómo utiliza sus conocimientos jurídicos para ayudar a los más desfavorecidos en las zonas más pobres de la capital. Advirtió contra la tentación de crear guetos para los más pobres, transformando poco a poco el centro de Roma en una "Disneylandia para ricos y turistas".
Por su parte, el periodista Mario Damilano, moderador de la reunión, informó acerca del trabajo realizado en los últimos seis meses en relación con los males de Roma. Lejos de las habituales críticas a la basura, las ratas, las gaviotas y las reiteradas huelgas, subrayó la importancia de la colaboración entre instituciones y asociaciones, para hacer de Roma una ciudad "unida", una "ciudad del hombre, primer paso hacia la ciudad de Dios".
Crear ocasiones estables de diálogo con las instituciones
Antes de los testimonios, monseñor Reina había abierto el encuentro, recordando que sus raíces estaban en 1974, cuando Pablo VI y su vicario, el cardenal Poletti, promovieron la histórica conferencia "La responsabilidad de los cristianos ante las expectativas de caridad y justicia en la ciudad de Roma", más conocida como la conferencia sobre los 'Males de Roma'. Fue tan concurrida -320 ponencias acerca de las diversas realidades romanas y 740 discursos- que, según Reina, se puede decir que entonces "nació la Iglesia local, postconciliar y contemporánea".
Hace 50 años surgió, entonces, un panorama de más de cien mil viviendas precarias en los suburbios, de una mortalidad infantil igual a la de Marruecos, de una ciudad enferma, por la que el cardenal de la época se preguntaba: "¿Tiene la Iglesia algo que decir a la sociedad actual?".
Es la misma pregunta que, en 2024 -coincidiendo con el final de la asamblea sinodal y dos meses antes del inicio del Jubileo-, se le vuelve a plantear a la comunidad en general. "Nos gustaría crear espacios estables de intercambio y colaboración con las instituciones", auguró el cardenal Reina. "Tenemos algunos males en esta ciudad, es cierto, pero también mucho bueno que compartir y contagiar",concluyó.+