Quilmes: los 'no' y los 'sí' de la Vida Consagrada ante una realidad 'difícil y dolorosa'
- 4 de octubre, 2024
- Quilmes (Buenos Aires) (AICA)
En el documento "La esperanza de los pobres nunca se frustrará", los religiosos y religiosas de la diócesis se unen "con los afligidos y agobiados de nuestro pueblo".
La Vicaría de Vida Consagrada de la diócesis de Quilmes, que reúne a las congregaciones religiosas y expresiones de vida consagrada presentes en la diócesis, presentó el 4 de octubre, día de san Francisco de Asís, el documento "La esperanza de los pobres nunca se frustrará".
"Ante la difícil y dolorosa realidad que estamos viviendo en nuestra sociedad", las personas consagradas quilmeñas se unen "con los afligidos y agobiados de nuestro pueblo".
"Desde nuestra experiencia cotidiana y como caminantes de la fe, queremos poner el cuerpo y combatir las nuevas formas de opresión y esclavitud que nos impiden vivir con dignidad", expresan en el documento.
Los consagrados y consagradas de la diócesis consideran que "es tremendo e injusto que, en una Argentina tan rica, la gente no tenga lo mínimo para cubrir sus necesidades básicas, que un millón de niños se vayan a dormir sin comer".
"Es doloroso y lastima mucho", subrayan, y le dicen "no" y "sí" a muchos aspectos de la realidad socio-económica del país.
Texto del documento
Ante la difícil y dolorosa realidad que estamos viviendo en nuestra sociedad, como Vida Consagrada de la diócesis de Quilmes nos unimos a los afligidos y agobiados de nuestro pueblo.
Desde nuestra experiencia cotidiana y como caminantes de la fe, queremos poner el cuerpo y combatir las nuevas formas de opresión y esclavitud que nos impiden vivir con dignidad.
Es tremendo e injusto que, en una Argentina tan rica, la gente no tenga lo mínimo para cubrir sus necesidades básicas, que un millón de niños se vayan a dormir sin comer. Es doloroso y lastima mucho.
Por eso, decimos "no" a la desigualdad que genera violencia. "No" a la corrupción, que es un cáncer social que crece día a día. "No" a la exclusión, a la inequidad, a la injusticia.
Decimos "no" a un sistema de vida indiferente al sufrimiento de tantos y tantas caídos en el camino, ¡que ya suman 25 millones de personas pobres!
Decimos "no" a vulnerar la dignidad de los jubilados y su calidad de vida, y a que tengan que reducir al máximo sus gastos para poder atender los costos que derivan de las enfermedades propias de su edad.
Decimos "no" a la falta de compromiso y al ajuste de tratamientos para las personas con discapacidad, al desabastecimiento de los hospitales públicos y a los aumentos indiscriminados de los medicamentos.
Decimos "no" a la violencia institucional ejercida sobre todo frente a la protesta social, que reclama derechos del pueblo.
Decimos "no" a las cadenas de las redes que nos llevan al individualismo, al aislamiento, a la división, a la trata y al tráfico de personas.
Decimos "no" al grito silencioso de los adolescentes y jóvenes esclavizados por la droga, víctimas del narcotráfico, ese gran negocio de los mercaderes de la muerte.
Decimos "no" al dolor de las lágrimas de los hermanos migrantes alejados de su tierra y sus afectos, discriminados por el color de su piel, su manera de vestir o de hablar, por diferencias políticas o religiosas.
Decimos "no" a las cárceles donde sobreviven miles de personas privadas de su libertad, en muchos casos hacinadas con muy escasa atención de su salud y que han sido condenadas de antemano por la pobreza y la falta de oportunidades.
Frente a estos y otros padecimientos de nuestro pueblo, nosotros, como Vida Consagrada de la diócesis de Quilmes:
Sí, creemos que la esperanza en el Dios de la Vida nos sostiene en los tiempos difíciles y a la vez nos anima hacia adelante sin bajar los brazos, tomados de las manos de los más vulnerables, con los que vamos haciendo camino.
Sí, creemos que es posible, en medio de los problemas, miedos y desalientos, afianzar y exigir la "mejor política" al servicio del bien común y de la amistad social.
Sí, creemos en la instancia del diálogo, la reflexión, la búsqueda de consenso, que no implica ceder ni claudicar.
Sí, creemos que es posible ser artesanos de fraternidad, sanando nuestros corazones de la violencia y la venganza.
Sí, creemos que es posible conocer, respetar y defender los derechos humanos, acompañando con responsabilidad a los más vulnerables y desprotegidos.
Sí, creemos que los tiempos difíciles son oportunidades que nos deben ayudar a crecer, apoyados en la esperanza que nace de la Cruz y de la Resurrección.
Sí, creemos que en medio de la noche, es posible continuar celebrando mientras vamos juntos anunciando a Jesús y su Buena Noticia del Reino del Padre Dios.
Sí, creemos que es posible compadecerse y estar cerca de toda persona que sufre, sin ningún prejuicio o juicio condenatorio.
Sí, creemos en una Iglesia sinodal llamada a ser una carpa ensanchada, en salida, con las puertas abiertas, capaz de recibir a todos.
Sí, creemos que es posible volver a soñar, como lo hizo nuestro padre obispo Jorge Novak, que el Reino de Dios es posible, que Dios camina con nosotros, que hace milagros con nuestro barro, que nunca nos suelta de la mano.
Sí, creemos y queremos poner los medios para cuidar la vida y la fragilidad de tantos que padecen a nuestro alrededor.
La Virgen María, nuestra Inmaculada Concepción, nos escucha, nos cuida y nos acompaña. Nos dejamos mirar por Ella y le pedimos por todos y todas que viven en nuestra diócesis.+