Semana del Seminario porteño: 'Queremos, todos los días de nuestras vidas, amar y servir a Dios'

  • 5 de septiembre, 2024
  • Buenos Aires (AICA)
En diálogo con AICA, dos seminaristas comparten su camino de discernimiento y cómo viven la formación para el sacerdocio. Asimismo, hacen algunos sugerencias para quienes se planteen la vocación.

En el marco de la celebración de sus 402 años de vida, el Seminario Metropolitano de Buenos Aires celebra -del 2 al 7 de septiembre- la Semana del Seminario, organizada por los seminaristas de la arquidiócesis.

En diálogo con AICAManuel de los Heros, que se encuentra cursando el 6º año en esa institución, explica que se trata de una semana "en la que buscamos anunciar y compartir la buena noticia de la vocación sacerdotal, y abrimos un poco más las puertas de nuestra casa".

"Para esto, nos venimos preparando desde hace un buen tiempo, rezando, eligiendo el lema para esta semana, pensando todas las actividades, y muchas cosas más. Para nosotros, es un tiempo de mucha gracia y renovación, porque vamos rezando, pensando el mejor modo de anunciar la vocación, e incluso volviendo a profundizar en la propia historia vocacional y en el paso de Dios por nuestras vidas", detalla.

Este año, después de un discernimiento comunitario, se eligió el lema "En todo, amar y servir". Una frase sacada de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, "que nos parecía que sintetizaba muy bien el mensaje de Jesús en el Evangelio, especialmente el del lavatorio de los pies, cuando Jesús les lavo los pies a sus discípulos, y allí el texto dice que 'los amó hasta el extremo'. Como futuros curas, queremos, todos los días de nuestras vidas, amar y servir a Dios a través de nuestros hermanos y en la vida de la Iglesia", puntualiza el seminarista.

Para este año, se organizaron distintas propuestas: compartir testimonios en parroquias, colegios y movimientos; una plataforma en la página web del seminario, llamada 'Rezame que te rezo', en la cual cada persona se compromete a rezar por un seminarista, y el seminarista, a rezar por las intenciones de esa persona; dos streammings junto al canal Orbe, que se podrán encontrar subidos en la plataforma de YouTube del seminario; un encuentro para adultos y otro para jóvenes.

Asimismo, el 7 de septiembre tendrá lugar el Día de las Parroquias, "un día en que abrimos las puertas de nuestra casa para compartir momentos de talleres, juegos, testimonios, oración y mucho más", señala Manuel, y agrega: "Los esperamos para que puedan sumarse a las distintas actividades, y les pedimos que recen por nosotros y por los sacerdotes".

Por otra parte, consultado también por AICA sobre cómo se prepara para el sacerdocio, Román Cuevas, de 5° año del seminario y perteneciente a la parroquia Nuestra Señora de Montserrat, describe: "El camino y la formación para el sacerdocio está hecho para aprender a dejarse configurar con Cristo y su corazón de buen Pastor, por lo que, a lo largo del seminario, vamos teniendo muchas oportunidades para parecernos más a Él y, por eso, somos enviados a distintas parroquias, a varias obras de misericordia, como las que se realizan en los hospitales y cárceles, y vamos también a la Facultad de Teología para tener una formación académica; pero también tenemos tiempo para la oración, que es fundamental para escuchar a Dios y poner en sus manos nuestras propias vidas y también las vidas de aquellas personas con las cuales vamos caminando, conociendo y compartiendo". 

"Generalmente, cuando decimos que el seminario dura nueve años, la respuesta es: 'Es un montón'. Sin embargo, es un camino muy lindo, en el que buscamos formarnos como discípulos de Jesús y configurar nuestro corazón a imagen del suyo, a imagen del Buen Pastor. De hecho, esto no es algo que se termina con el seminario, sino que es una disposición del corazón durante toda la vida, para poder transparentarlo a Él", acota Manuel.

Consejos para alguien que se está planteando la vocación
Respecto de la persona que se esté planteando la vocación sacerdotal, Manuel comenta: "En primer lugar, me alegraría con él, porque ya el hecho de preguntárselo es algo bueno, y lo animaría a que se anime a profundizar en la pregunta, porque si Dios realmente lo llama a ser cura, va a encontrar mucha plenitud", y agrega: "Le diría también que lo mire a Jesús, que lo busque en la oración y en la vida cotidiana, para poder ir descubriendo su paso. Además, siempre es bueno tener un lugar de pertenencia en una comunidad y un sacerdote que lo pueda acompañar en el discernimiento".

Por su parte, Román también le sugiere a quien se esté planteando la vocación al sacerdocio: "Suele pasar que cuando alguien se pregunta sobre consagrar su vida a Dios, aparezcan algunos miedos sobre el llamado y uno quiera taparlo; por eso, lo primero que le diría es que no tenga miedo a preguntarse si Dios lo llama al sacerdocio, sino que comprenda que Dios quiere que cada uno de nosotros seamos felices y, desde ahí, la confianza a hacerle la pregunta a Dios sobre qué vocación pensó para uno. Acá es muy importante que se anime a charlarlo con un algún sacerdote, para ser acompañado y así tener herramientas para el discernimiento".

La vocación de Manuel
Perteneciente a la parroquia Nuestra Señora de Las Nieves, Manuel cuenta que su vocación "surge fundamentalmente en la misión". "Desde el secundario, empecé a misionar como parte de un proceso de búsqueda de Dios, y esa experiencia, poco a poco, me fue transformando la vida. Fue en medio de esas misiones y en el encuentro con la gente más sencilla que pude ir descubriendo el amor incondicional de Dios, y esto me invitaba a querer compartirlo cada vez con más personas", sostiene.

A raíz de esas misiones, cuenta que "surgía un deseo muy profundo de que todos puedan conocer y experimentar ese amor. Creo que lo lindo de esto es que era una experiencia de amor y servicio que se renovó completamente por el encuentro con Jesús, que me sigue enviando todos los días a amar y servirlo a Él en cada uno".

"Cuando empezó a aparecer la pregunta por la vocación sacerdotal, lo primero que me surgía era el miedo y la sensación de no ser digno. Fue a través de un lindo proceso de oración, misión y acompañamiento con un sacerdote que fui descubriendo que, si Jesús me llamaba a ser cura, no era por mis capacidades, sino por pura gratuidad suya. Creo que este fue uno de los grandes desafíos, dejar de mirarme a mí y mis pobrezas, para mirarlo a Él, con la confianza de que poco a poco iría formando mi corazón a imagen del suyo", considera.

El llamado de Román
"Cuando pienso sobre cómo encontré mi vocación, descubro que fue por un camino que se viene dando a lo largo de mi vida y por los distintos pasos que iba dando en mi vida. Haciendo memoria, veo que un primer momento fue cuando quise tomar la Comunión; después, cuando se me invitó a estar en los grupos parroquiales y yo, sin saber mucho, me animaba a participar en las actividades, en las misiones y en los retiros, y, después de cada espacio, de cada encuentro, era feliz. En cada paso que daba me iba dando cuenta de que estaba siendo feliz, de que el encuentro con Jesús me hacía feliz", rememora.

Y es desde ahí que aparece el discernimiento vocacional, la pregunta de si Dios lo estaba llamando al sacerdocio: "Podía ver cómo Dios me fue buscando tanto desde la Eucaristía como en las misiones y en los retiros, y la invitación a la vocación sacerdotal también es parte de esa búsqueda, donde mi 'sí' es una respuesta a ese encuentro con un Dios que constantemente me busca".

"Al pensar en la vocación sacerdotal, aparecía el miedo y la incertidumbre, pero por otro lado también aparecía la alegría y, así como a todos nos gusta dar buenas noticias, cada vez que pensaba en ser sacerdote me entusiasmaba el ir al encuentro de los demás a anunciarles la Buena Noticia de un Dios que nos ama, y es en la misión donde me decidí a soltar mis redes para seguirlo", concluye.

Más información, en www.sembue.org.ar.+