Mons. Torres: 'Tenemos que pedirle a san Cayetano que nos ablande el corazón'
- 9 de agosto, 2024
- Rafaela (Santa Fe) (AICA)
"Nos endurece el corazón la costumbre, la rutina, el cansancio, el aburrimiento, la indiferencia", planteó el obispo de Rafaela durante la fiesta del santo del pan y del trabajo.
La festividad de san Cayetano, el santo patrono del pan y el trabajo, convocó a multitudes en los templos de la Argentina. En Rafaela, la celebración se llevó a cabo en la parroquia del barrio Amancay, que recibió a fieles de otros barrios y de localidades vecinas, con el lema "Junto a San Cayetano, oremos para renovar la escucha, la alegría y la esperanza".
Durante la jornada, se oficiaron seis misas. El obispo de Rafaela, monseñor Pedro Torres, presidió la misa central -sobre un escenario montado fuera del templo-, la cual fue concelebrada por Oscar Sara (párroco de Santa Rosa de Lima), mientras que el diácono permanente Mario Gerber (de Suardi) asistió a los celebrantes. Antes tuvo lugar la procesión, durante la que se portó la imagen santo alrededor de la Plaza de la Bandera.
La misa de las 9 fue presidida por Néstor Valladares (párroco de Vila y Roca), quien fue asistido por el diácono permanente Héctor Sosa.
"Cuando san Cayetano eran joven, iba a rezar al mismo lugar adonde va el Papa, a la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, donde se la recuerda a María por un milagro que se produjo con una nevada en pleno verano, el 5 de agosto de 358; él decía de sí mismo que tenía 'el corazón duro como un diamante'", recordó el prelado.
A su vez, explicó que "la imagen del santo tiene al niño en los brazos porque, rezándole a la Virgen, sintió que ella le entregaba al Niño Jesús, y se le ablandó el corazón". Y agregó: "Lo primero que tenemos que pedir a san Cayetano es que nos ablande el corazón y no se endurezca. Nos endurece el corazón la costumbre, la rutina, el cansancio, el aburrimiento, pero también la indiferencia; hay que pedir perdón por el egoísmo, que no nos deja ver la necesidad de los hermanos; por el orgullo, cuando creemos saberlo todo y no necesitar de nadie, incluso de Dios; por la avaricia, porque nos preocupamos tanto de lo material que nos olvidamos del alma".
Por eso, el titular de la diócesis instó: "Busquen el reino de Dios y su justicia, y lo demás se te dará por añadidura, resonaba en el corazón de san Cayetano". Más adelante, sostuvo que "el santo descubrió que la dureza del corazón se transforma cuando nos encontramos con Jesús en su ternura, su humildad de Belén, ya que Él es el Camino, la Verdad y la Vida, el único que tiene palabras de vida eterna, que nos enseña la medida del amor: 'Amen como yo los he amado'".
"La dureza de corazón produce desconfianza y tristeza; tener un corazón blando, manso y humilde, como el de Jesús, y estamos pidiendo esa gracia este año, lleva a la alegría. El lema de la parroquia este año significa tratar de, con san Cayetano, redescubrir la oración como camino para la alegría, la paz, la solidaridad", describió.
En otro pasaje, monseñor Torres señaló que san Cayetano "es conocido en el mundo como el santo de la Providencia, por su confianza en Dios, y a la Argentina la primera imagen la trajo Mama Antula, la santa santiagueña, siendo la única imagen del santo con espigas, que empezó a difundir a mediados de 1700".
"La Providencia que pedimos es tener pan, paz, trabajo, pero a la vez nos compromete a ser providencia para los demás. Tener un corazón blando es tener un corazón compasivo y solidario; la compasión es ponerse en el lugar del otro, no pasar de largo, como en aquella escena del buen samaritano, que ofrece lo que tiene: el vino, el aceite y la cabalgadura. La solidaridad es un proceso y un acompañar", consideró.
"Tenemos que pedir la gracia -continuó- de no acostumbrarnos a lo que no puede ser normal, como el robo, la mentira y la injusticia; hemos sido creados para el amor, la paz y la fraternidad. Nuestra vocación es encontrar la alegría de servir y amar; que no se endurezca el corazón porque nos fuimos acostumbrando a vivir en emergencias. Que no se les endurezca el corazón a las autoridades, a los que dan trabajo ni al que trabaja. Servimos y trabajamos, no solo por el sueldo del mes, sino para la gloria de Dios; somos sal, luz y fermento en la sociedad, que tiene que sembrar paz, fraternidad, justicia, equidad; el que no ilumina, hace sombra y entenebrece. El trabajo es camino edificante", planteó.
Finalmente, Torres sostuvo que "es importante que cada uno reconozca el don de Dios y lo ponga al servicio de los demás, como dice san Pedro. Necesitamos el don de los demás, ya que, aunque parezca tan pequeño como un vaso de agua, tiene valor de eternidad, no por la cantidad y la materialidad, sino por el amor con que se vive".
El prelado concluyó pidiendo: "Trabajemos por una diócesis donde la fraternidad se convierte en escucha; este año, el objetivo diocesano es aprender a escuchar sin juzgar ni marginar, no solo con el oído, sino con el corazón. San Cayetano es ejemplo, porque sigue escuchando hoy, así que, desde el aprendizaje, escuchar la palabra y descubrir la ternura de Jesús en Belén".+