Tedeum: 'Queremos construir fraternidad, mirarnos a los ojos y descubrirnos hermanos'
- 9 de julio, 2024
- Buenos Aires (AICA)
Ante el presidente Milei, el arzobispo de Buenos Aires, Mons. García Cuerva, hizo un llamado a la unidad de los argentinos, destacó el esfuerzo enorme del pueblo e invitó a rezar juntos por el país.
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió el Tedeum por el 9 de Julio en la catedral porteña, donde -delante del presidente de la Nación, Javier Milei, de la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y del gabinete de ministros- hizo un llamado a la fraternidad y la unidad de los argentinos.
"Nosotros queremos retomar aquella valentía, aquel coraje, aquellos sueños, aquellos ideales, para reconstruir nuestra Patria", aseguró, y consideró que -hoy como ayer- el contexto es complejo y difícil.
"Tantos hermanos paralizados desde hace años en su esperanza; tantos, atravesados por el hambre, la soledad, y una justicia largamente esperada; tantos argentinos tendidos sobre una manta en el frío de las veredas de las grandes ciudades del país; tantos, postrados a consecuencia de la falta de solidaridad y el egoísmo", describió.
"En definitiva, una Argentina que nos duele hace mucho, que se dice independiente desde hace 208 años, pero que aún hoy sufre las cadenas de diversas esclavitudes, que no nos dejan caminar como pueblo hacia un desarrollo pleno y una mejor calidad de vida para todos", advirtió.
A continuación, destacó esa fe comunitaria, reflejada en el Evangelio, de quienes "no se cortan solos, no tiran cada uno para su lado, ya que hay un objetivo común: que el paralítico se encuentre con Jesús y se cure; por eso dejan de lado sus indudables y legítimas diferencias".
"Ese tiene que ser nuestro gran objetivo: que la Argentina se cure, que la Argentina se ponga de pie, que la Argentina camine, que la Argentina se independice de las camillas que la tienen postrada, paralizada y enferma", planteó, y citó al Papa Francisco: "Hoy no hay tiempo para la indiferencia. No nos podemos lavar las manos con la distancia, con la prescindencia, con el menosprecio. O somos hermanos o se viene todo abajo".
Invitación a rezar juntos por el país
En otro momento de la homilía, monseñor García Cuerva invitó a rezar juntos por el país, y lo hizo mediante cuatro invocaciones puntuales, en las que hizo hincapié en la fraternidad, en la necesidad de jugarse la vida por los que sufren, en evitar el posicionamiento en conflictos y grietas, y en la educación:
Señor Jesús, como aquellos hombres que cargaban la camilla del paralítico, y los congresales de Tucumán en 1816, queremos también nosotros construir la fraternidad, mirarnos a los ojos y descubrirnos hermanos, insistir una y mil veces en forjar la unidad entre los argentinos, más allá de nuestras diferencias, porque para la cultura del encuentro no hay límites, nadie es prescindible, nadie es descartable. Necesitamos aprender a reencontramos y reconocer que somos una comunidad; dejar de lado personalismos y generar consensos y acuerdos que permitan, a la creatividad y audacia, abrir nuevos caminos; es urgente entender que nos necesitamos, que somos hermanos, hijos de la misma Patria.
Señor Jesús, como aquellos hombres que cargaban la camilla y como los congresales de Tucumán que declararon la Independencia, queremos ser audaces, jugarnos la vida por los que sufren, comprometernos con los más pobres y excluidos, viviendo la libertad de la mano del amor al prójimo, independizados de todo prejuicio y rechazo del otro por pensar distinto, independizados del odio que nos enferma y carcome desde las entrañas, independizados de la corrupción, del ventajismo, de los privilegios de algunos a costa de la indigencia de muchos, porque algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador muy pobre.
Señor Jesús, ayúdanos a no posicionarnos siempre desde los conflictos, desde la grieta, desde los enfrentamientos, Si los hombres que cargaban la camilla del paralítico, hubiesen actuado como nosotros, el enfermo terminaba en el piso, revolcado en el barro, y la camilla tironeada y rota por ellos. Si los congresales de Tucumán en 1816 insistían en sus diferencias sobre el modelo para la organización nacional, o sus distintas concepciones ideológicas, sin buscar consensos, todavía estarían discutiendo en la casa de Tucumán, aunque no sé si con los gritos, descalificaciones, expresiones vulgares y agresiones, a las que nosotros tristemente estamos acostumbrados hace años. Pero no, los congresales entendieron que por sobre todo está la Nación y el bien del pueblo argentino, y por eso cargaron con la enorme responsabilidad de declarar la Independencia y estar a la altura de las circunstancias que la Historia les pedía. Señor Jesús, muchos argentinos están haciendo un esfuerzo enorme, un esfuerzo que conmueve, un esfuerzo esperanzador.
No permitas que los cascoteemos con intereses mezquinos, con la voracidad del poder por el poder mismo, con conductas reprochables que sólo demuestran que a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie. No hipotequemos el futuro. Demasiadas cosas ya hicimos mal en el pasado del que nadie se hace cargo, aunque el resultado es que en Argentina seis de cada diez chicos son pobres; niños con hambre revolviendo basura, chicos no escolarizados, o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto. Y, la educación básica tiene que ser el primer objetivo de un plan de desarrollo, porque el hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos: un analfabeto es un espíritu subalimentado.
Al recordar que, en la Casa Histórica de Tucumán, se permitió ampliar las salas modificando la estructura, el arzobispo porteño hizo un pedido final: "Señor Jesús, aquella casa histórica de Tucumán es modelo para la Argentina de hoy: que entren todos, que nadie quede afuera, que no haya excluidos, que se agrande la torta, que todos se sienten a la mesa de la dignidad, que todos reciban la mejor educación, que todos tengan un trabajo digno, que la Argentina se ponga de pie, y caminemos juntos detrás del objetivo común de construir la Patria que soñamos, con libertad y paz, siempre entrelazados por la solidaridad y la justicia".
Monseñor García Cuerva invitó finalmente a los presentes a rezar juntos, en voz alta, la Oración por la Patria. Luego, se rezó el Padrenuestro, se entonó el Himno Nacional y el rector de la catedral, presbítero Alejandro Russo, animó a gritar tres veces '¡Viva la Patria!'.+