Mons. Fassi, en Luján: 'Que la Palabra de Dios nos agrande el corazón'
- 16 de abril, 2024
- Luján (Buenos Aires) (AICA)
Con el lema "Vamos juntos a visitar a María", la comunidad diocesana de San Martín peregrinó a la basílica y santuario de la Virgen de Luján.
Fieles, obispos, sacerdotes y religiosos de la diócesis de San Martín acudieron el sábado 13 de abril a la basílica Nuestra Señora de Luján. Animados por el lema “Vamos juntos a visitar a María”, se reunieron en la plaza Belgrano, frente a la basílica, e ingresaron al templo acompañados de la imagen de la Virgen Reina de las Misiones, que se encuentra peregrinando en la región Buenos Aires.
La peregrinación diocesana a Luján estuvo enmarcada en el Año de la Palabra, que la diócesis celebra siguiendo la invitación del Papa Francisco a dedicar este año a la oración. “Nosotros sumamos a esta oración la oración con la Palabra, queremos aprender a escuchar porque todavía necesitamos aprender a escuchar y a escucharnos los unos a los otros”, explicó el obispo de San Martín, monseñor Martín Fassi, quien presidió la misa diocesana desde el santuario mariano nacional.
Allí, animó a escuchar la Palabra de Dios. “Quien escucha la Palabra y la pone en práctica se hace hermano, hermana, madre del Señor; se hace familia”, indicó.
Tras afirmar que “la Palabra nos da ser parte de una familia, nos da la fe”, señaló: “Somos aquí los que estamos reunidos familia de Dios”.
Al respecto, sostuvo que “toda familia tiene una madre, y por eso hoy venimos a la casa de la Madre. Hoy es el día de la Virgen del Valle, nuestra patrona es Nuestra Señora de Lourdes, damos la bienvenida a nuestra diócesis a la imagen de María reina de las misiones… María que se hace presente, está cerca como madre según cada necesidad, según necesita cada lugar, según necesita cada situación de nuestra vida”.
“Eso es una riqueza, esas diferencias, esas singularidades hacen más rica una familia y por eso queremos pedirle en este año de la Palabra al Señor y a la Virgen que nos enseñen a escuchar y a escucharnos los unos a los otros, poder saber qué es lo que Dios quiere, a qué nos está invitando”, planteó.
En ese sentido, invitó a “que pidamos con tanta fe sabiendo que ya hemos recibido lo que estamos pidiendo” porque “Dios ya se está ocupando de nosotros mucho antes de que nosotros se lo pidamos”.
“Si rezamos bien, nace en nosotros un corazón compasivo. Por eso la Virgen es la gran intercesora en nuestra Iglesia, porque es la mujer compasiva, la que sabe adelantarse a las necesidades. Como Iglesia nosotros hoy venimos a pedir a la Virgen que de tal manera escuchemos la Palabra de Dios que este año nos dediquemos a ejercitarnos en la escucha, de tal manera que quede ya como prendido en nuestro modo de ser y en nuestro corazón esa intuición de aprender a escuchar las necesidades de los demás”, sostuvo.
“Venimos a pedir que seamos familia para que aprendamos conociéndonos desde nuestras fragilidades, desde nuestras necesidades, y desde ahí nos hagamos más compasivos y nos descubramos más hermanos.
Por eso, invitó a “profundizar la Palabra, escuchar la Palabra, leer la Palabra, para que la Palabra me lea a mí, me interprete a mí y pueda entonces yo descubrirme un hijo muy amado de Dios y reconocerme como hermano, responsable de los demás”.
“Una familia crece bien cuando hay corresponsabilidad, cuando yo me siento responsable de los demás. Somos todos hermanos y hermanas, no es solo el afecto lo que tiene que estar presente, tiene que estar presente la conciencia de esta verdad de fe. Sin fe no habrá fraternidad que valga, sin fe no habrá fraternidad posible, sin fe no habrá Iglesia posible, por eso el Papa nos invita tanto a rezar”, sugirió.
Además, subrayó que “la Palabra nos agranda el corazón para que entren más hermanos y hermanas en el horizonte de mi interés, para que entren más hermanos y hermanas en mi acción y en mi oración”.
Instó a pedir “que la palabra de Dios nos agrande el corazón, como el corazón de María que por eso tiene tantos nombres, tantos ropajes, porque está en tantos lugares y en tantas situaciones porque el corazón de la Virgen es grande, allí todos tenemos un lugar”.
Monseñor Fassi pidió, además, “para que seamos cada día más una Iglesia creíble, una Iglesia alegre, porque la alegría es la mejor fuerza misionera”.
“Un cristiano alegre es un cristiano misionero, un cristiano triste es un triste cristiano, que no invita a nadie a seguir a Jesús”, reflexionó.
El obispo concluyó señalando que “la razón de nuestra alegría no es que en la vida nos vaya bien, la razón de la nuestra alegría no es que se hayan cumplido todos nuestros sueños, la razón de nuestra alegría es que tenemos un padre y una madre, y que todos estamos desafiados a vivir lo que somos: hermanos y hermanas”.+