Más de 70 jóvenes participaron de los cursos de formación del SERPAJ
- 21 de marzo, 2024
- Buenos Aires (AICA)
Se trata de los cursos de formación del Servicio Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Buenos Aires. El arzobispo Jorge García Cuerva celebró la misa de cierre del encuentro.
Desde el viernes 15 por la noche hasta el domingo 17 de marzo por la tarde, se realizaron los cursos del Servicio Pastoral Juvenil (SERPAJ) para los agentes pastorales de la Aaquidiócesis de Buenos Aires.
A lo largo de estas tres jornadas, los jóvenes participaron de cursos relacionados con animación de niños, animación de pre-adolescentes, animación de jóvenes y recreación; y, a su vez, compartieron momentos de oración y reflexión entre todos. Al llegar el domingo, “se notaba en sus miradas el entusiasmo por descubrir una Iglesia joven, viva, y por poder aplicar lo aprendido en sus comunidades”, expresaron desde el SERPAJ.
El domingo por la tarde, los acompaño el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, quien presidió la misa de clausura.
Tres sentimientos del corazón de un agente pastoral
En la celebración eucarística, el arzobispo recordó la antífona del salmo 50: “Crea en mí, Dios mío, un corazón puro”, y destacó tres sentimientos que no pueden faltar en el corazón de un joven agente de pastoral: “Le quería pedir a Dios para ustedes que ese corazón puro, especialmente, tenga tres sentimientos”, anticipó.
“El primero: la alegría. Por favor, no pierdan la alegría jamás, porque si uno no es alegre es imposible que contagie la Buena Noticia de Jesús a los demás”: este fue el primer sentimiento que destacó el arzobispo; y agregó: “Que la vida, que tiene un montón de cosas lindas y un montón de cosas difíciles, no les quite la alegría, porque nuestra alegría es que creemos en un Dios que está vivo, un Dios que nos ama, un Dios que entregó su vida en la cruz porque te ama, resucitó y venció a la muerte para siempre”.
En segundo lugar, monseñor García Cuerva destacó la importancia de un corazón generoso y solidario: “Nadie se salva solo, nos necesitamos, y los cristianos creemos de verdad que en cada hermano que sufre está el mismo Jesús”. En este sentido, recordó los dolores y heridas que atraviesan a la ciudad, como la droga el alcohol, la pobreza, la enfermedad, e insistió: “No nos podemos hacer los giles”.
El tercer sentimiento que destacó el arzobispo fue la esperanza: “Que el corazón de ustedes esté lleno de esperanza y de sueños. Por favor, no crean que el mundo es una porquería y que así va a ser siempre, no crean que la Argentina es un desastre y que nunca va a salir adelante, ¡sueñen de verdad que se puede construir un mundo mejor, y depende de ustedes, no bajen los brazos nunca!”.
Romperse como la semilla que da fruto
El arquidiocesano recordó lo valioso que es entregarse, en un mundo que invita al egoísmo y la individualidad: “Todo lo que no das se pierde, lo que no das de alegría se va con vos al cajón, lo que no das de amor a los demás, se pierde, lo que no das de esperanza, se pierde”, dijo, y agregó: “Rómpanse la vida, como la semilla, por dar fruto, Jesús está con ustedes, no tengan miedo”.
Al finalizar la celebración, el arzobispo hizo un último pedido a los jóvenes que son agentes pastorales en sus comunidades: “Peleen por su lugar y sean agradecidos, porque si lo son, entonces serán también jóvenes alegres”.
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