Posadas: cientos de devotos peregrinaron al santuario de Loreto
- 27 de noviembre, 2023
- Posadas (Misiones) (AICA)
"Estamos llamados también a tener ese ardor de la fe y a jugarnos, porque hoy debemos plantearnos qué respuestas tenemos que dar a nuestro tiempo", aseguró el obispo de Posadas, Mons. Juan Martínez.
Cientos de devotos de la diócesis de Posadas peregrinaron, el sábado 25 y domingo 26 de noviembre, al santuario diocesano de Nuestra Señora de Loreto, con el lema “María se levantó y partió sin demora”.
Los fieles se congregaron en la parroquia Nuestra Señora de Fátima y, a pie o en bicicleta, partieron desde allí y desde otros puntos, como Garupá, Leandro N. Alem y Jardín América, para pedir y agradecer. También se realizó una procesión náutica en kayak.
Una vez llegados al santuario, ubicado en la localidad de Loreto, el obispo de Posadas, monseñor Juan Martínez, presidió la Eucaristía, que fue concelebrada por los sacerdotes de esa jurisdicción eclesiástica.
En la homilía, el prelado destacó: “Es aquí, en la casa de nuestra Madre de Loreto, donde nos volvemos a encontrar para celebrar juntos. Desde ya, estamos muy agradecidos a todos los medios de comunicación que hacen posible que aquellos que no han podido venir puedan participar. También a ellos los tenemos especialmente presentes en esta Eucaristía”.
Seguidamente, expresó: "Loreto es un lugar que tiene tanta memoria y tanta historia. Queremos hacer esta peregrinación celebrando a nuestros tres mártires de las misiones: Roque, Juan y Alonso. Ellos vivieron por acá; de hecho, Roque fue fundador de Posadas en 1615. Anduvieron por nuestra tierra, son santos y mártires que trabajaron en esta tierra, que hace siglos hicieron lo que tratamos de hacer nosotros también ahora”.
"En este lugar -continuó- queremos hacer también la memoria de Antonio Ruiz de Montoya, un hombre emblemático, también un misionero, del que a veces no hablamos tanto, pero que en nuestra memoria tiene una significación tan importante. Si pensamos ya en esos años, tanto tiempo atrás, estos hombres acompañaron a las comunidades aborígenes, cuidándolas, tratando de salir adelante de situaciones de persecución y tortura, como era en ese momento”.
“Los sacaron del Guairá, más al norte, y tuvieron que bajar y hacer esa epopeya por el río, viniendo caminando, para defenderse; por una parte, de los españoles, que no entendían nada de humanizar, de acercarse a las comunidades que estaban viviendo acá; pero, sobre todo, de los bandeirantes, que azotaban, los llevaban también para la esclavitud y los mataban”, aseveró.
Esa epopeya -dijo-, “a veces, no la tenemos tan presente. Antonio Ruiz de Montoya y otros padres vinieron, buscaron, estuvieron buscando dónde instalarse. Reinstalaron y se instalaron acá, en esta tierra, y en otras comunidades, como San Ignacio, Santa Ana. Son lugares cargados de historia, donde tenemos testimonios muy fuertes de lo que es evangelizar”.
“Así como los mártires, qué bueno es preguntarnos si nosotros también, en el hoy de nuestra historia, queremos ser testigos. Testigos que amen, porque experimentamos el amor de Dios. ¿Queremos nosotros ser testigos de ese amor para los demás, como lo vivieron los mártires?”, se preguntó.
Mons. Martínez se refirió al lema que acompañó la 22ª edición de la peregrinación -"María se levantó y partió sin demora"-, al recordar que “es el texto de Lucas en referencia a la visitación de María. Ella también se fue para allá, porque su prima Isabel estaba necesitada y no dudó de su embarazo, de que tenía que caminar, de que tenía que ir. Tomó una decisión y fue. Nosotros también, en nuestro tiempo, tenemos tantas sombras, estructuras de pecado, situaciones de dolor y de sufrimientos”.
“Estamos llamados también a tener ese ardor de la fe y a jugarnos, porque hoy tenemos que plantearnos qué respuestas tenemos que dar a nuestro tiempo. Y no solamente el obispo, los sacerdotes, la vida consagrada, sino todo el pueblo de Dios. Todos estamos llamados a ser testigos, cada uno desde su lugar, y no ser meramente grises”, enfatizó.
Y subrayó: “Es muy común hacer todo a medias: rezás más o menos, sos honesto más o menos, y todo cae en una especie de ‘masomenismo’, una chatura que, de alguna manera, no nos hace presentes como cristianos. No somos sal ni luz en donde estamos”.
El obispo manifestó entonces: “Qué lindo es escuchar el Evangelio que recién escuchamos, donde Jesús mismo manifiesta que está presente en aquellos que tuvieron hambre, y nos dice que les fue preparado el Reino desde el comienzo del mundo, 'porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era forastero y me alojaron, estaba desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, preso y me vinieron a ver'”.
“Ahí está Jesús. El peso de la caridad, de la caridad que tenga la Iglesia hoy, será la clave de nuestra evangelización. Evangelizaremos bien si amamos a todos; pero sobre todo a estos, a los hambrientos, a los que están en la marginalidad, hoy más que nunca, cuando hay tanta pobreza, tantas situaciones de exclusión”, dijo.
Y finalizó: “Que no nos quepa duda de que Roque, Juan y Alonso amaron. Vivieron amando a Cristo, porque experimentaron su amor y porque no dudaron a la hora de entender que la vida vale la pena vivirla si amamos. El egoísta no es feliz en sí mismo y va cerrándose en sus muros. Solo el amor nos sana. Solo el amor nos sana, el amor que sale, que no explota, que no usa, sino que se dona y da la vida, como nuestros mártires”.+