Mons. Mestre: 'Purificar y reordenar nuestros temores ante la Palabra de Dios'
- 28 de junio, 2023
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata sostuvo que, para "purificar nuestras experiencias de miedo, debemos tener en claro que la vida en definitiva depende de Dios".
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió los tres puntitos para reflexionar a la luz de las lecturas del domingo 12º del tiempo de la Iglesia, basándose en 3 palabras: anunciar, miedos, Padre.
Anunciar abiertamente el Reino
En el primer punto, el obispo destacó que “lo propio del misionero es proclamar el Evangelio”. “La Buena Noticia de Jesús que se revela debe ser conocida por todos. No podemos callar lo que hemos visto y oído de parte de Dios. No debemos guardar ni esconder su Palabra. Ser misioneros es reconocer abiertamente, ante toda la humanidad, que somos de Dios y anunciarlo sin límites ni recortes”.
Enfrentando y purificando nuestros miedos
Como segundo aspecto, el prelado recordó que el miedo es una realidad profundamente humana, propia de todas las personas y de todos los tiempos. En sí mismo no es malo. Es más, muchas veces es bueno, dado que actúa como alerta para resguardarnos y apartarnos del peligro.
Sin embargo, dijo, “la Palabra es clara y nos plantea a qué realmente debemos tener miedo. Temer, por sobre todas las cosas, a lo que nos aparta de Dios y su Evangelio”. “Se trata de purificar y reordenar, incluso nuestros temores, ante la Palabra de nuestro Dios. Para purificar nuestras experiencias de miedo, debemos tener en claro que la vida en definitiva depende de Dios”, agregó.
Para el Padre Dios somos muy importantes
Como tercer y último punto, recordó que “en el centro de la Buena Noticia está el Padre Dios, que nos cuida con delicadeza y actitud totalmente personal. Así como cuida a cada uno de los pájaros del cielo, así como conoce bien lo que es difícil de contar, el número de cabellos de una persona, de la misma manera y aún mucho más se hace cargo con misericordia de cada uno de nosotros, incluso en medio de nuestros pecados y debilidades”.
“Para el Padre Dios, somos absolutamente importantes y valemos inmensamente. ¡Qué bueno será disfrutar siempre de esta experiencia en nuestra vida de oración!”, exclamó.+