'La Iglesia debe hablar el lenguaje de la caridad', dijo el Papa entre pobres y refugiados

  • 29 de abril, 2023
  • Budapest (Hungría) (AICA)
El Santo Padre agradeció a la Iglesia húngara por su trabajo con los más vulnerables e invitó a los cristianos húngaros a "llevar siempre la fragancia de la caridad a la Iglesia y a su país".

Cerca de seiscientos refugiados y personas pobres se reunieron en la Iglesia de Santa Isabel en Budapest, para escuchar de primera mano las palabras de cercanía del papa Francisco para quienes lleva muy cerca de su corazón. Unos mil más llenaron la plaza Rózsák afuera del templo.

El Santo Padre fue recibido por el párroco y el director de la Cáritas local acompañado de dos niños. Después de subir la nave en su silla de ruedas y saludar a los fieles reunidos en la iglesia y luego de bendecir a los discapacitados, Francisco escuchó varios testimonios, entre ellos el de una familia de refugiados ucranianos que huyeron de la guerra.

Al hablar, el Papa no ocultó su alegría de compartir este tiempo y de agradecer a sus anfitriones por su recibimiento. "Los pobres y los necesitados -no lo olvidemos nunca- están en el corazón del Evangelio -recordó el Santo Padre desde el principio-, por lo que nos remiten a un desafío apasionante, para que la fe que profesamos no quede prisionera de un culto alejado de la vida y que no cae presa de una especie de “egoísmo espiritual”, es decir, una espiritualidad que construyo para mi propia tranquilidad interior y mi propia satisfacción”. 

Francisco recordó así que la "verdadera fe es la que inquieta, que se arriesga, que saca al encuentro de los pobres y que hace posible hablar a través de la vida el lenguaje de la caridad".

Santa Isabel y el lenguaje de la caridad
Este lenguaje de la caridad es precisamente el que habla santa Isabel, prosiguió el pontífice, la santa húngara “a la que este pueblo dedica gran devoción y gran cariño”. El Papa en esta ocasión mencionó la estatua de la santa que aparece en la plaza frente a la iglesia, que la representa recibiendo el cordón de la orden franciscana y al mismo tiempo dando agua para saciar la sed de un pobre. 

Santa Isabel, continuó Francisco, “rápidamente sintió un rechazo de las riquezas y vanidades del mundo, y experimentó el deseo de despojarse de ellas y ministrar a los necesitados”. 

Conmovido por los testimonios escuchados, el Papa agradeció a la Iglesia húngara que supo cuidar de estas personas vulnerables. Francisco recordó cuán capilar fue el compromiso caritativo de la Iglesia de Hungría: “ustedes crearon una red que conecta a muchos agentes de pastoral, muchos voluntarios, Cáritas parroquiales y diocesanas, pero también grupos de oración, comunidades de creyentes, organizaciones pertenecientes a otras denominaciones, pero unidas en esta comunión ecuménica que brota precisamente de la caridad". 

La “plaga” de la indiferencia
Incluso en el dolor y la indiferencia, prosiguió el Papa, se encuentra el valor de seguir adelante cuando se ha recibido el bálsamo del amor. 

“El amor que Jesús nos da y nos manda vivir contribuye entonces a erradicar los males de la indiferencia y del egoísmo de la sociedad, de las ciudades y de los lugares donde vivimos, y reaviva la esperanza de una humanidad nueva, más justa y fraterna, donde todos puede sentirse como en casa". 

Francisco denunció la indiferencia como una "plaga", y recordó cómo la caridad no es sólo una simple ayuda material, sino que procede de la Palabra viva, que permite a la persona "reconstruirse desde dentro".

“La caridad no es sólo asistencia material y social, dijo el Papa, se preocupa por la persona en su totalidad y quiere volver a ponerla en pie gracias al amor de Jesús: un amor que ayuda a redescubrir la belleza y la dignidad”. También recordó el milagro más famoso de Santa Isabel, cuando Dios transformó en rosas el pan que ella daba a los pobres. 

“Lo mismo te sucede a ti, añadió, cuando te comprometes a llevar el pan a quien tiene hambre, el Señor hace florecer la alegría y perfuma tu existencia con el amor que das. Les deseo que lleven siempre el aroma de la caridad a la Iglesia y a su país”,  concluyó antes de rezar el Padrenuestro con los fieles presentes y dar la bendición apostólica.+

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