Mons. Ojea: 'Dios nos creó para la vida'
- 26 de marzo, 2023
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Isidro pidió abrir el corazón para que Jesús "nos quite todas las piedras y podamos así resucitar con él de verdad".
El obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, monseñor Oscar Vicente Ojea compartió su reflexión para el quinto domingo de Cuaresma, y recordó que en el Evangelio que narra la resurrección de Lázaro, “todos los que lo leímos alguna vez, nos quedamos impresionados por el llanto de Jesús y, ‘Jesús lloró’, esa frase corta, seca, nos impresionó siempre. Jesús asume el dolor que nosotros vivimos ante la partida de los seres queridos”.
“Jesús llora por la muerte de un amigo y, cuando uno llora por una partida de un ser querido, llora por la fragilidad humana, llora por sí mismo, llora también por su propia muerte; cuando lloramos a un ser querido lloramos también nuestra propia muerte, nuestra finitud, lo poco que podemos y lo poco que somos. Por eso cuando muere un ser querido tenemos que sentir que Jesús nos pone la mano en el hombro y llora con nosotros, nos acompaña en el llanto”, continuó.
El prelado agregó que en ese Evangelio “cuando Jesús llora, llora también su propia muerte, su naturaleza humana que va a morir; está llorando porque él va a compartir con su amigo también la muerte que se aproxima”.
"Lo segundo que impresiona muchísimo del Evangelio de hoy, es el grito de Jesús. ‘Lázaro ven afuera’, es todo el poder del Señor que nos ha dicho ‘Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia, Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera vivirá y todo el que vive y cree en Mí no morirá jamás', pero no son solo palabras, por eso la resurrección de Lázaro es un signo de nuestra futura resurrección”, profundizó.
Hacia el final de su reflexión, monseñor Ojea exclamó: “Dios nos creó para la vida, no nos creó para la tumba; por eso dice ‘Quiten la piedra’. Primero con fuerza tenemos que quitar la piedra de las tumbas de nuestro corazón, tenemos que quitar la piedra de nuestra rigidez de corazón, de nuestro egoísmo, de nuestra vanidad, de nuestra soberbia, de nuestra mentira, de la marginación de los pobres, de no importarnos nada de los demás; esas son piedras que tenemos en el corazón y que el Señor vino a quitar porque nos creó para la vida”.
“Que la proximidad de esta Pascua nos acerque al Señor que sufre con nosotros y que llora con nosotros nuestras pérdidas y, al mismo tiempo nos de la garantía de abrir nuestro corazón para que nos quite todas las piedras y podamos así resucitar con él de verdad. Que, por la intercesión de su Madre, el Señor así nos lo conceda”, concluyó.+