Papa: ¡El mundo necesita consagrados como artesanos de la paz!

  • 26 de noviembre, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa Francisco se dirigió a la Unión de Superiores Generales al final de su Asamblea con una reflexión sobre lo que significa ser un pacificador y sobre la importancia de fomentar la sinodalidad.

Ser pacificadores es un llamado particularmente urgente en un mundo fragmentado por guerras y divisiones. “Es responsabilidad de todos, especialmente de las personas consagradas”, dijo el papa Francisco a los religiosos durante su encuentro en la mañana de este sábado 26 de noviembre, en el Aula Nueva del Sínodo. 

El pontífice dirigió su discurso, inspirado en el tema de la 98ª Asamblea de la Unión de Superiores Generales (USG), celebrada del 23 al 25 de noviembre en la localidad italiana de Sacrofano: “Llamados a ser artesanos de la paz”. El Papa habló sobre la paz que Jesús da y cómo difiere de la paz que da el mundo.

En estos tiempos, cuando escuchamos la palabra "paz", pensamos principalmente en una situación de no guerra o fin de guerra, un estado de tranquilidad y bienestar.

Esto, dijo, “no se corresponde completamente con el significado de la palabra hebrea shalom, que, en el contexto bíblico, tiene un significado más rico”.

El Papa explicó que la paz de Jesús es “ante todo don suyo, fruto de la caridad, nunca es una conquista del hombre”. Forma parte del “todo armonioso de las relaciones con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación.

“La paz es también la experiencia de la misericordia, el perdón y la benevolencia de Dios, que nos hace capaces a su vez de ejercer la misericordia, el perdón, rechazando toda forma de violencia y opresión”.

Por eso, prosiguió, la paz de Dios como don es inseparable de ser constructores y testigos de la paz. “Se funda en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana y exige un orden al que contribuyen inseparablemente la justicia, la misericordia y la verdad”.

Un proceso que perdura en el tiempo
Alentando a los religiosos a convertirse en maestros del oficio de pacificador, “un oficio que se practica con pasión, paciencia, experiencia, tenacidad, porque es un proceso que dura en el tiempo”, el Papa dijo que no es un producto industrial que se logra mecánicamente, pero necesita la hábil intervención del hombre: “La paz -dijo- no se construye en serie, solo con desarrollo tecnológico, sino que requiere desarrollo humano. Por eso los procesos de paz no se pueden delegar en diplomáticos o militares: la paz es responsabilidad de todos y de cada uno”.

Exhortó a los presentes a comprometerse a sembrar la paz con acciones cotidianas, con actitudes y gestos de servicio, fraternidad, diálogo y misericordia, y les recordó invocar incesantemente el don de la paz en sus oraciones.

Francisco les aconsejó a los religiosos que comenzaran en sus propias comunidades, “construyendo puentes y no muros dentro de la comunidad y fuera de ella”.

“¡El mundo también necesita a los consagrados como artesanos de la paz!”, exclamó el pontífice.

Sinodalidad
Pero hay otro aspecto que debe caracterizar a la vida consagrada, asevera el pontífice: es la sinodalidad.

"Como personas consagradas, estamos especialmente obligados a participar en él, ya que la vida consagrada es sinodal por su propia naturaleza. También tiene muchas estructuras que pueden fomentar la sinodalidad".

Según el Papa, estas estructuras -capítulos, visitas fraternas y canónicas, asambleas, comisiones y otras estructuras propias de los institutos individuales- deben ser revisadas.

"La forma de ejercer el servicio de la autoridad también debe ser vista y quizás revisada. De hecho, hay que vigilar el peligro de que degenere en formas autoritarias, a veces despóticas, con abusos de conciencia o espirituales que también son terreno abonado para los abusos sexuales, porque ya no se respetan las personas y sus derechos. Y además, se corre el riesgo de que la autoridad se ejerza como un privilegio, para quien la ostenta o para quien la apoya, por tanto también como una forma de complicidad entre las partes, para que cada uno haga lo que quiera, favoreciendo así paradójicamente una especie de anarquía, que tanto daño hace a la comunidad".

El deseo de Francisco es "que el servicio de la autoridad se ejerza siempre con estilo sinodal, respetando el derecho propio y las mediaciones que éste prevé, para evitar el autoritarismo, los privilegios y el 'dejar hacer'; favoreciendo un clima de escucha, de respeto al otro, de diálogo, de participación y de compartir". 

Caminar juntos, escucharse, valorar la variedad de dones y ser comunidades acogedoras es el modo de vivir la sinodalidad, añade el Papa, y las personas consagradas, con su testimonio, "pueden aportar mucho a la Iglesia" precisamente en el proceso de sinodalidad que está viviendo.

Por último, el sucesor de Pedro habla sobre las reorganizaciones y reconfiguraciones de los institutos. El Papa recomienda que se hagan siempre salvaguardando la comunión, "para no reducirlo todo a la amalgama de circunscripciones, que luego pueden resultar poco manejables o motivo de conflicto" y que "los superiores estén atentos para evitar que algunas personas no estén bien ocupadas, porque esto, además de perjudicar a los sujetos, genera tensiones en la comunidad". 

Francisco les auguró que "realicen su servicio con serenidad y fecundidad", reiterando la invitación a ser artesanos de la paz.+