El Papa: No tener miedo a la desolación, sino encontrar en ella el corazón de Cristo
- 16 de noviembre, 2022
- Ciudad del Vaticano
En la audiencia general, el Papa volvió a la catequesis sobre el discernimiento y habló de la desolación que "puede ser ocasión de iniciar una relación más más hermosa con el Señor.
El papa Francisco reanudó hoy, miércoles 16 de noviembre, las catequesis sobre el discernimiento en la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro. "¿Por qué estamos desolados?" fue el tema de este encuentro semanal del pontífice con los fieles.
El Santo Padre recordó la importancia de “leer lo que se mueve en nuestro interior, para no tomar decisiones precipitadas, sobre la ola de la emoción del momento, para luego arrepentirnos, cuando ya es demasiado tarde”. En este sentido, el estado espiritual, eso que llamamos desolación, cuando todo está oscuro y triste en el corazón, puede ser ocasión de crecimiento".
Según el Papa, “la desolación provoca una 'trepidación del alma', nos mantiene alerta, favorece la vigilancia y la humildad, protegiéndonos de los vientos del capricho. Son condiciones indispensables para el progreso en la vida y, por tanto, también en la espiritual.".
“Una serenidad perfecta, pero 'aséptica', sin sentimiento, cuando se convierte en criterio de elección y de comportamiento, nos vuelve inhumanos”, dijo Francisco, y agregó: “No podemos dejar de prestar atención a los sentimientos, somos humanos y sentir es parte de nuestra humanidad, y sin comprender los sentimientos seremos inhumanos, sin experimentar sentimientos, seremos indiferentes al sufrimiento de los demás e incapaces de aceptar nuestro propio”.
El Papa agregó: “Sin considerar que a esta 'serenidad perfecta' no se llega por este camino de la indiferencia. Distancia aséptica: no me meto en las cosas, mantengo la distancia. Esto no es vida, esto es como si estuviéramos viviendo en un laboratorio, cerrado para que no nos contagie un microbio, una enfermedad. Para muchos santos, la inquietud fue un impulso decisivo para dar un giro a su vida. Esta serenidad artificial no es buena, sino una sana inquietud. Un corazón inquieto que busca el camino”.
Como “es el caso, por ejemplo, de Agustín de Hipona, Edith Stein, José Benedito Cottolengo y Carlos de Foucauld”, subrayó el Papa, afirmando que “las opciones importantes tienen un precio que la vida presenta, un precio accesible a todos. Las elecciones no salen de la lotería, tienen un precio y ese precio hay que pagarlo, es un precio que se paga con el corazón, un precio de decisión, un precio de seguir adelante, con un poco de esfuerzo, pero no es gratis. "Es un precio que está al alcance de todos. Todos tenemos que pagar esta decisión para salir del estado de indiferencia que nos abate".
La desolación es también una invitación a la gratuidad, a no actuar siempre y únicamente con miras a la gratificación emocional. Francisco explicó que “estar desolados nos ofrece la posibilidad de crecer, de iniciar una relación más madura, más hermosa con el Señor y con los seres amados, una relación que no se reduce a un mero intercambio de toma y daca. Pensemos en nuestra infancia. Cuando eres niño, a menudo acudes a tus padres para obtener algo de ellos, un juguete, dinero para comprar helado, un permiso. Y entonces los buscamos no por ellos mismos sino por un interés. Sin embargo, el mayor regalo, son ellos, los padres, y esto lo entendemos a medida que crecemos”.
Según el Papa, “incluso muchas de nuestras oraciones son un poco de este tipo, son peticiones de favores dirigidas al Señor, sin un verdadero interés por Él. El Evangelio observa que Jesús estaba a menudo rodeado de muchas personas que lo buscaban para obtener algo, curas, ayuda material, pero no simplemente para estar con Él. Estaba presionado por la multitud y sin embargo estaba solo. Algunos santos, e incluso ciertos artistas, meditaron sobre esta condición de Jesús. Puede parecer extraño, irreal, preguntarle al Señor: “¿Cómo estás?” Sin embargo, es una manera muy hermosa de entrar en una relación verdadera y sincera con su humanidad, con su sufrimiento, incluso con su soledad única. Con él, que quiso compartir su vida con nosotros hasta el final".
Según el Papa, nos hace bien "aprender a estar con Él, a estar con el Señor, aprender a estar con el Señor sin ningún otro objetivo, como hacemos con las personas que amamos: queremos conocerlas, cada vez más, porque es bueno estar con ellos".
“La vida espiritual no es una técnica -dijo Francisco- no es un programa de 'bienestar' interior que tenemos que planificar. ¡No! La vida espiritual es la relación con el viviente, con Dios, el Viviente, irreductible a nuestras categorías".
“Quien reza observa que los resultados son impredecibles”, subrayó el Pontífice, invitando “a no tener miedo a la desolación, sino a llevarla adelante con perseverancia, a no huir, y en la desolación a buscar el corazón de Cristo, a encuentra al Señor, y la respuesta siempre llega".
“Por eso, ante las dificultades, nunca debemos desanimarnos, sino afrontar la prueba con determinación, con la ayuda de la gracia de Dios que nunca nos falla. Y si escuchamos una voz insistente dentro de nosotros que quiere distraernos de oración, aprendamos a desenmascararla como la voz del tentador, y no nos dejemos impresionar: simplemente hagamos lo contrario de lo que nos dice”, concluyó el Papa.+