Ucrania: El Limosnero pontificio en medio de un tiroteo
- 18 de septiembre, 2022
- Kiev (Ucrania) (AICA)
"La misión no se detiene, mañana me voy y sigo adelante, en la ciudad más destruida, Kharkiv", expresó el cardenal Konrad Krajewski.
El prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, el cardenal Konrad Krajewski, enviado por cuarta vez por el pontífice en una nueva misión a Ucrania, vivió este sábado 17 de septiembre un día difícil. Envuelto en un tiroteo, siguió llevando ayuda, víveres, rosarios y la bendición de Francisco para que nadie se sienta solo en esta "guerra absurda".
El Limosnero pontificio está siguiendo diferentes etapas hasta el corazón del conflicto. Primero Odessa luego Zaporizhia, con la intención de llegar a Kharkiv.
“Hoy es un día especial -contó a los medios vaticano el cardenal polaco- porque se cumplen nueve años desde que el Santo Padre me eligió como limosnero y desde que fui ordenado obispo”. De hecho, fue el 17 de septiembre de 2013 cuando recibió la consagración episcopal en una misa celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana, en presencia del papa Francisco. Y precisamente este 17 de septiembre, fortalecido por el mandato del Papa que lo envió a estar cerca y a prestar una ayuda concreta a las necesidades del pueblo que vive la absurda tragedia de la guerra, junto a dos obispos, uno católico y otro protestante, y acompañados de un militar cargaron su microbús con comida y se dirigieron a donde “fuera de los soldados no entra nadie” porque los tiros son cada vez más intensos.
El tiroteo
Así recibieron a la gente y descargaron la comida, pero en la segunda de las etapas previstas sucedió que el grupo fue alcanzado por disparos y el cardenal, junto con los demás, tuvo que refugiarse: "Por primera vez en mi vida no sabía a dónde huir, porque no basta con correr, hay que saber a dónde”.
Al final, todo salió bien y se entregó la ayuda hasta los últimos, incluso los rosarios bendecidos por el Papa: quien los recibía inmediatamente se los colgaba al cuello.
Un día particular, en este aniversario de su consagración episcopal: un día de guerra que el cardenal define como "sin piedad", por el que, como ya en su última misión durante el Triduo pascual, dijo "no hay lágrimas ni palabras. Hoy "sólo se puede rezar" y repetir: "¡Jesús, en ti confío!".+