Papa en Kazajstán: Las religiones son la fuente de la paz, no de la guerra
- 14 de septiembre, 2022
- Nursultán (Kazajistán) (AICA)
"Las religiones no son problemas, sino parte de la solución a las crisis que tienen raíces espirituales. Nunca justificamos la violencia", dijo el pontífice a los líderes religiosos.
“Lo sagrado no debe ser un puntal del poder y el poder no debe apuntalarse con sacralidad”. Porque las religiones, además de los prejuicios inculcados en estas tierras por décadas de ateísmo estatal, pueden volver a ser reconocidas como “condición esencial para un desarrollo verdaderamente humano e integral”, es el mensaje que el papa Francisco quiso entregar esta mañana desde Nursultán a los líderes religiosos que participan con él en la conferencia interreligiosa que impulsa el gobierno de Kazajistán desde hace veinte años.
El pontífice se dirigió a una audiencia de más de 100 delegaciones de 50 países: sentados alrededor de la misma mesa con él estaban personalidades como el metropolita Anthonij -el "Ministro de Asuntos Exteriores" de la Iglesia ortodoxa rusa-, el gran muftí ruso Ravil Gaynutdin.
El papel de las religiones en la sociedad estuvo en el centro del discurso del Papa, quien hablando en la sesión de apertura de la reunión celebrada en el Palacio de la Independencia de Nursultán citó repetidamente los versos del poeta nacional kazajo Abai: "Qué es la belleza de la vida, si no profundizas?".
“Ha llegado el momento -comentó Francisco- de despertar de ese fundamentalismo que contamina y corroe todo credo, el tiempo de hacer el corazón claro y compasivo”. Pero también es hora de superar el “recelo y el desprecio por la religión, como si fuera un factor desestabilizador de la sociedad moderna. En estos lugares -recuerda- es bien conocido el legado del ateísmo de Estado, impuesto desde hace décadas. En realidad, las religiones no son problemas, sino parte de la solución para una convivencia más armónica.
La libertad religiosa
La libertad religiosa, por tanto, como "derecho fundamental, primario e inalienable" no debe limitarse únicamente a la libertad de culto porque "relegar a la esfera privada la creencia más importante de la vida privaría a la sociedad de una inmensa riqueza". Precisamente por eso, sin embargo, para el Papa, las religiones de hoy están llamadas a asumir cuatro grandes desafíos globales.
El primero es el legado que deja la pandemia: "Nos corresponde a nosotros, que creemos en lo Divino -dijo el pontífice a otros líderes religiosos- ayudar a los hermanos y hermanas de nuestro tiempo a no olvidar la vulnerabilidad que nos caracteriza: a no caer en falsas presunciones de omnipotencia suscitadas por progreso técnico y barato, que por sí solos no bastan; no dejarse atrapar en las trampas del beneficio y la ganancia, como si fueran los remedios para todos los males; no favorecer un desarrollo insostenible que no respete los límites impuestos por la creación; no dejarse anestesiar por el consumismo que aturde, porque los bienes son para el hombre y no el hombre para los bienes”.
Y el camino es el de cuidar a la humanidad en todas sus dimensiones, a partir de la escucha de los más débiles: “los pobres, los necesitados que más sufrieron con la pandemia, los que aún hoy no tienen fácil acceso a las vacunas”, enumeró el Papa. Porque “el mayor factor de riesgo de nuestro tiempo sigue siendo la pobreza. Mientras sigan haciendo estragos las desigualdades y las injusticias, no cesarán los virus peores que el Covid: los del odio, la violencia, el terrorismo”.
No a la violencia
Junto a esto está la cuestión de la paz. El Papa recordó cuántas veces en los últimos años los líderes religiosos se reunieron para hablar de este tema, “sin embargo, vemos nuestros días todavía marcados por el flagelo de la guerra, por un clima de confrontación exasperada, por la incapacidad de dar un paso atrás y tender la mano al otro”. Por eso Francisco invitó a los hombres de fe a ser los primeros en “purificarse de la presunción de sentirse justos y no tener nada que aprender de los demás; librémonos de esas concepciones reduccionistas y ruinosas que ofenden el nombre de Dios con la rigidez, el extremismo y el fundamentalismo, y lo profanan con el odio, el fanatismo y el terrorismo, desfigurando también la imagen del hombre”.
“Nunca aprobamos la violencia. No permitimos que lo sagrado sea explotado por lo profano. Dios es paz y lleva siempre a la paz, nunca a la guerra”.
El drama de los migrantes
Otro desafío es entonces el de la acogida fraterna: “Todos los días se desechan bebés y niños no nacidos, migrantes y ancianos -observó el Papa-. Sin embargo, todo ser humano es sagrado y es sobre todo nuestro, el de las religiones, para recordárselo al mundo”.
Está en marcha un gran éxodo alimentado por las guerras, la pobreza, el cambio climático, por la búsqueda de un bienestar que el mundo globalizado nos permite conocer, pero al que muchas veces es difícil acceder.
“No es una noticia, es un hecho histórico que requiere soluciones compartidas y con visión de futuro. Por supuesto, es instintivo defender las certezas adquiridas y cerrar las puertas por miedo. Pero es nuestro deber recordar que el Creador, que vela por los pasos de toda criatura, nos exhorta a tener una mirada semejante a la suya, una mirada que reconoce el rostro del hermano”.
Muchos proverbios dan testimonio del culto a la hospitalidad entre los pueblos de la estepa, que también está hecho de compasión. “Nos corresponde a nosotros -añadió- enseñar a llorar por los demás, porque sólo si percibimos el esfuerzo de la humanidad como propio seremos verdaderamente humanos”.
La Casa común
Finalmente, el último desafío, el de la custodia de la casa común: “Con amoroso cuidado el Altísimo dispuso una casa común para toda la vida: y nosotros, que profesamos ser suyos, ¿cómo vamos a permitir que sea contaminada, maltratada y destruida? No es el último desafío en importancia -advirtió el pontífice-. La mentalidad de explotación que asola la casa en la que vivimos lleva a eclipsar esa visión respetuosa y religiosa del mundo deseada por el Creador. Por ello es fundamental favorecer y promover la custodia de la vida en todas sus formas”.
“Queridos hermanos y hermanas -concluyó el Papa dirigiéndose a los demás líderes presentes- avancemos juntos, para que el camino de las religiones sea cada vez más amistoso. El Altísimo nos libra de las sombras de la sospecha y la falsedad; que nos permita cultivar amistades soleadas y fraternas, a través del diálogo frecuente y la luminosa sinceridad de las intenciones”.+