Catequesis del Papa: Los ancianos deben ser luz para los demás
- 24 de agosto, 2022
- Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa concluye el ciclo de catequesis dedicado a la vejez con una reflexión sobre la Asunción de María que reúne a la Virgen con Jesús Resucitado y anticipa nuestro propio destino.
“La sabiduría de la vejez es el lugar de nuestra gestación, que ilumina la vida de los niños, de los jóvenes, de los adultos, de toda la comunidad. Los ancianos deberíamos ser esto: luz para el mundo”, reflexionó el papa Francisco durante la audiencia general de este miércoles 24 de agosto, en su catequesis -la última de su ciclo sobre la vejez- centrándose en el tema: “Los dolores de la creación.
Al comienzo de su catequesis, el pontífice recordó la reciente celebración de la Asunción al cielo de la Madre de Jesús: “Este misterio ilumina el cumplimiento de la gracia que ha plasmado el destino de María y que también ilumina nuestro destino, que es el cielo”.
Mientras que la iconografía occidental representa a la Virgen de la Asunción elevada hacia arriba envuelta en una luz gloriosa, en oriente se la representa yaciendo, durmiendo, rodeada de los apóstoles en oración. Francisco quiso reflexionar sobre la relación de esta singular "asunción" con la muerte y resurrección del Hijo, "que abre el camino de la generación a la vida para todos nosotros".
“Podríamos decir, siguiendo la palabra de Jesús a Nicodemo, que es un poco como un segundo nacimiento -prosiguió el pontífice-. Si el primero fue un nacimiento en la tierra, este segundo es un nacimiento en el cielo”.
El Papa explicó: “El apóstol Pablo en la Carta a los Romanos habla, en efecto, de los dolores del parto, que llevarán al hombre a nacer en el Reino de Dios, siendo el mismo que fue en esta tierra. En efecto, también Jesús al resucitar no pierde su humanidad, su experiencia, ni siquiera su corporeidad, porque sin ella ya no sería Él, como atestiguan los discípulos de Emaús”.
“No podemos imaginar esta transfiguración de nuestra corporeidad mortal, pero estamos seguros de que mantendrá nuestros rostros reconocibles y nos permitirá seguir siendo humanos en el cielo de Dios -dijo el pontífice-. Nos permitirá participar, con emoción sublime,
Francisco instó a tomar en serio las palabras del Evangelio sobre el Reino, descrito por Jesús como una cena de bodas, como una fiesta entre amigos. En la vejez será necesario, por tanto, aprender la importancia de los pequeños gestos y detalles de la vida cotidiana, como una caricia, una sonrisa, una alegría repentina. “Esta sabiduría de la vejez es el lugar de nuestra gestación, que ilumina la vida de los niños, de los jóvenes, de los adultos, de toda la comunidad, concluyó.
“Los ancianos deberíamos ser esto: luz para el mundo”. El pontífice dijo que lo mejor de la vida está por venir: “Esperamos esta plenitud de vida, cuando el Señor nos llame. Pasar por esa puerta da un poco de miedo, pero la mano del Señor siempre te lleva. Nos está esperando, solo un pasaje y luego la fiesta”.+