Mons. Barbaro llamó a ser un San Roque para las personas que sufren
- 17 de agosto, 2022
- Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco) (AICA)
Con una misa presidida por el obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña, monseñor Hugo Nicolás Barbaro, la comunidad celebró a su santo patrono.
La comunidad diocesana de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña celebró el 16 de agosto a su patrono, San Roque de Montpellier. La misa central estuvo presidida en la catedral por el obispo, monseñor Hugo Nicolás Barbaro.
En su homilía, recordó la vida del santo, nacido en Francia hace más de 700 años. Educado en la fe, “su corazón fue teniendo la sensibilidad de Cristo para ver al prójimo”, destacó.
“El Señor no espera las mismas cosas de todos, pero sí que dejemos que su Palabra configure nuestro corazón, que podamos dar en la vida lo mejor de uno mismo, cumpliendo siempre la Voluntad de Dios”, consideró el obispo, al recordar que cuando San Roque tenía 20 años, murió su padre, y él vendió todas sus posesiones para repartirlo a los pobres.
También señaló que ante la peste desatada en Italia, Roque se sintió llamado de Cristo a recorrer aquella tierra asistiendo a los enfermos, y humanamente hacía lo que podía. “Era muy joven, bien metido en Dios; no daría a los enfermos grandes discursos, sí oía sus sufrimientos, les daba el consuelo de su cercanía y cariño, rezaba por ellos y con ellos; muchos se sanaban por la señal de la cruz que les hacía en la frente. La gente huía de los muertos por miedo a contagiarse, pero Roque les iba a hacer la señal de la Cruz, rezando para que sus almas estuvieran en el Cielo”.
“Y sucedió lo humanamente previsible: se contagió. Para no contagiar a otros se retiró a un bosque, no tenía qué comer. Así sucedió la leyenda del perro que lo descubrió y se hizo amigo suyo; el animal le llevaba pan de la mesa de su dueño, y así fue que este hombre siguió al perro, encontró a Roque y se encargó de cuidarlo. Esta leyenda nos enseña cómo Dios siempre cuida y protege a quien tiene su mirada puesta en Él y busca hacer su voluntad”, afirmó.
“Quizás débil, pero curado, decidió volver a Montpellier, su tierra natal. No quiso revelar quién era, de quién era hijo; fue tomado por espía y lo metieron preso. Murió con 28-29 años. Descubrieron entonces su identidad; no había medios de comunicación, pero igual se difundió su fama. Empezaron a llegar favores de Dios a través de la ayuda de Roque a quien el mundo de entonces empezó a considerar santo”, relató el obispo.
Y en referencia a la Liturgia, destacó actitudes en la vida de San Roque, y mediante su enseñanza, animó a los fieles a “romper en nuestro corazón las cadenas de maldad”. Quizás, advirtió, “tengamos encadenados a otros, oprimidos, con nuestros juicios, con faltas de caridad. Quizás no sabemos dar a otros lo que necesitan y sufren la opresión de la soledad, de la incomprensión, de faltas de cercanía y de cariño. Quizás nos falta sensibilidad para conectar con su sufrimiento, con aquello que realmente les sucede para ayudar con acierto, ¿No es esto lo que hizo San Roque?”.
“San Roque sabía ponerse junto al prójimo, dando a cada uno lo que necesitaba, y los llevaba a Dios. Tendemos a ser rápidos para emitir juicios sobre personas y situaciones, a ponernos de maestros y dar clases sobre lo que deberían hacer. Pidamos a Dios la gracia de saber callar, de oír, de escuchar al hijo, al hermano, al vecino; no nos llaman a ser sus profesores enseñando desde el propio esquema mental. Pensemos en los chicos jóvenes, en las personas que sufren, en quienes están solos: necesitan un San Roque que les haga la cruz en la frente, pero escuchando, ¿escuchan a los hijos, a los nietos? ¿Hacen silencio, piden luces a Dios para acertar en un consejo y así vayan por los caminos del Señor?”, preguntó.
Finalmente, llamó a compartir el pan de la caridad, el pan del amor. “Nos pide Dios salir de nosotros mismos, oír para comprender y para dar el pan que necesitan: ¡padres, abuelos, educadores, todos! Tenemos que desterrar el yugo de los enojos, el de la violencia”, exhortó.
“El Evangelio destaca palabras que Cristo que como San Roque queremos escuchar algún día también nosotros: Vengan benditos de mi Padre a tomar posesión del Reino preparado para Uds. desde la creación del mundo: porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era peregrino y me recibieron, estaba desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y me vinieron a ver. Y añadirá: cuando lo hicieron por esos hermanos míos más pequeños, a mi me lo hicieron”, concluyó.+