Mons. Braida llamó a asumir los compromisos del Evangelio con cercanía y escucha atenta
- 8 de agosto, 2022
- La Rioja (AICA)
El obispo de La Rioja, monseñor Dante Braida, celebró en Paraje el Pastor, una misa en memoria del beato Angelelli, a 46 años de su pascua.
En el 46° aniversario del martirio del beato monseñor Enrique Angelelli, el obispo de La Rioja, monseñor Dante Gustavo Braida, presidió el 7 de agosto una misa en Paraje el Pastor, Punta de los Llanos.
El prelado comenzó su homilía recordando los momentos “de gran incertidumbre y dolor” que se vivieron en sus últimos meses de la vida de monseñor Angelelli, en los que “él mismo presentía que llegaba su hora” y sin embargo, “seguía adelante con su misión y asumiendo con esperanza toda la dureza del momento”.
“Su confianza en Dios perduraba de tal manera que los primeros días de julio, en las fiestas de invierno de San Nicolás, ponía a toda la diócesis en estado de oración por la patria y las familias. Y aunque sus misas radiales estaban suspendidas, pedía que sigan escuchando las que se transmitían desde otros lugares o provincias porque lo importante es que se escuche la Palabra de Dios, se la reflexione y viva”, señaló.
En referencia al Evangelio, monseñor Braida destacó que “Jesús nos exhorta a estar preparados, a velar, a no dormirnos ni relajarnos en la vida que él nos propone”, con la promesa del Reino eterno a donde quiere que todos lleguemos.
Un aspecto del “estar preparado”, explicó el obispo, tiene que ver el uso y el sentido de los bienes materiales. Jesús “nos invita a «ser ricos a los ojos de Dios» como lo son quienes comparten sus bienes con los pobres y entonces así «acumulan un tesoro inagotable en el cielo»”, afirmó. “Lo esencial es dónde se pone el corazón: o en el Reino de Dios o en los bienes materiales”, señaló.
“Compartir los bienes con los pobres, trabajar por un mundo más justo, renovar la Iglesia acentuando su dimensión de participación, de corresponsabilidad y servicio en todos sus miembros, anunciar el Reino era en lo que estaban ocupados nuestros mártires cuando sin saber el día y la hora les quitaron la vida”, valoró.
“Asumieron el evangelio del desprendimiento y el servicio, del compartir con todos privilegiando a los más pobres siguiendo las claras huellas que el Espíritu Santo había indicado a la Iglesia en el Concilio Vaticano II, volviendo así a lo esencial de su identidad y misión”.
“Por ese camino sano y liberador estamos llamados a caminar decididamente también nosotros”, animó.
Y advirtiendo sobre clamores de nuestro tiempo como la pobreza y el consumo de drogas, el narcotráfico, la violencia y la falta de trabajo, exhortó a cultivar la cercanía personal y comunitaria, acompañada de escucha atenta a las necesidades de nuestros hermanos.
“Como Iglesia estamos llamados a profundizar la renovación conciliar por la que nuestros mártires dieron la vida. El Espíritu Santo nos está mostrando el camino y nos va alentando desde adentro a seguirlo”, aseguró en otro momento de su prédica.
“Se trata de profundizar nuestra vida de oración, de fraternidad, de cercanía y de escucha atenta al clamor de nuestros hermanos que más sufren para juntos buscar soluciones adecuadas”, sostuvo.
“Quizás muchos nos sentimos pequeños ante estos compromisos que el Evangelio nos llama a asumir. Pero no depende todo de nuestra buena voluntad, siempre pequeña y limitada sino que es una obra de Dios en nosotros”, aclaró el obispo. “Nosotros llevamos un tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios”, dijo, citando al apóstol Pablo.
“Que nuestros beatos Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville y Wenceslao Pedernera, nos alienten a seguir las huellas del Evangelio, como ellos la siguieron, para que el Reino de Dios sea anunciado a todos, especialmente a los pobres y ese Reino se manifieste cada vez más entre nosotros”, concluyó rezando.+