El Encuentro Anual de Acde abrió el diálogo hacia una sociedad más justa

  • 5 de julio, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
Con el lema "Convivencia para el desarrollo", y con público presencial y virtual, en la mañana del martes 5 de julio comenzó en Buenos Aires el 25° Encuentro Anual de ACDE.

Cerca de 200 personas asistieron este martes 5 de julio a la primera jornada del 25° Encuentro Anual de ACDE, la Asociación Cristiana de Dirigentes de empresa. En esta oportunidad, el encuentro se lleva a cabo de manera bimodal, con modalidad presencial en el hotel Sheraton de Buenos Aires, y es transmitido a través de una plataforma virtual, con 300 usuarios conectados.

El lema del 25° Encuentro es “Convivencia para el desarrollo” y tiene por objetivo construir “un diálogo abierto sobre justicia, meritocracia, comunidad y libertad”. Para ello, referentes de distintas áreas participan de paneles de debate que comenzaron este martes y continuarán durante la jornada del miércoles.

La apertura del encuentro estuvo a cargo de Inés Ordoñez de Lanús, fundadora del Centro de Espiritualidad Santa María, quien compartió una reflexión espiritual. 

Las palabras de bienvenida fueron del presidente del 25º Encuentro Anual, Fernando Oris de Roa, quien expresó: “La sociedad no está funcionando bien. No podemos producir bienestar ni riqueza. Los líderes nos separan y perdemos gente; hijos que se van. Nadie nos habla de futuro.” 

En esa línea, mencionó que los políticos "no indican el camino, posiblemente porque no lo conozcan o porque no tengan el coraje de señalar el inevitable sacrificio que la sociedad tendrá que pasar para lograr la prosperidad". 

Según Oris de Roa, “debemos reducir los desacuerdos y recuperar el tiempo perdido. Es muy probable que vengan cambios profundos en el funcionamiento de nuestra sociedad para que vuelva a ser productora de bienestar para todos nuestros ciudadanos. Pero cuando ocurran estos cambios imprescindibles tenemos que darnos cuenta de que van a ser dolorosos y onerosos”.

Dirigiéndose a los empresarios, dijo: “Tendremos que apoyar y sostener. Tenemos que mostrar que nuestra prioridad no va a ser el cuadro de resultados, sino el bienestar de nuestra comunidad”.

“Tenemos que trabajar sobre lo que está funcionando mal, ver qué es una sociedad justa y pensar sobre los beneficios y riesgos de la meritocracia”, concluyó.

El primer bloque, titulado “¿Podemos construir una sociedad justa?”, contó con la presencia de Gabriel Kessler, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, quien consideró necesario lograr un consenso para enfrentar el desafío de la pobreza multidimensional. Para salir de la polarización, afirmó, “la primera condición es pensar que algo del otro es positivo”. 

Agustín Salvia, director de Investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina en la Universidad Católica Argentina, expresó: “Hay un panorama de sociedad injusta, cargada de impuestos, hiperventilada de mecanismos de distribución, hiperventilada de asistencia pública, de discursos sobre pobreza cero, de relatos sobre llegar a una mejor justicia, y hay una realidad con profundas contradicciones y con una marcada ideología política de fondo”.

“Se enfrentan dos discursos: uno liberal que pone la solución en las capacidades y ambiciones individuales, con la teoría del derrame que compensaría las desventajas de origen, pero minimizando el papel del Estado; y en el otro lado un discurso de que esto es imposible, que las desigualdades de origen hacen que la lucha social devenga como elemento para lograr un equilibrio. Sin dudas es necesaria la intervención colectiva para maximizar las oportunidades de los más desventajados”.

Mónica Pinto, exdecana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires afirmó que “una sociedad justa es una sociedad con dignidad, sin humillación, que permite una vida digna para todos en un contexto de Estado de Derecho”. En ese marco, consideró interesante “que se establezca la igualdad como piso”, y para lograr el Estado de Derecho, se requiere de trabajo decente. Para ello llamó a un diálogo social robusto: que incluya a empresarios, trabajadores, movimientos sociales, porque el empleo es un modo de integración social y un medio para combatir la pobreza. “Hace falta sincerarse y decidir qué hacer y dejar en esta Argentina que queremos. La prioridad es la conciencia del Estado como servicio público”, aseguró.

También participó del panel Roberto Murchison, CEO del Grupo Murchison, quien puso el foco en el problema de la mala distribución de la riqueza, problema que el capitalismo “viene arrastrando hace mucho tiempo” y aseguró que “el acceso al crédito, a los bienes comunes y al trabajo formal son las cuestiones determinantes que necesitamos abordar".

Lucas Grosman, rector de la Universidad de San Andrés, tuvo a su cargo la apertura del segundo bloque, titulado “Democratizar el mérito, bases del bien común”. En ese marco, señaló: “La meritocracia se vincula con la acción, con lo que hacemos, no con lo que somos, que es el foco de la aristocracia. En la meritocracia los premios se ganan, en la aristocracia se heredan” y manifestó que la misma está íntimamente vinculada a la igualdad de oportunidades, pero que siempre tiene un enemigo en común: la asignación de posiciones y premios por razones ajenas al mérito. 

“Si una parte sustancial de la población no logra progresar por su propio mérito, tenemos un problema sistémico, un déficit en el impulso de los incentivos correctos”, planteó. Una sociedad que le da la espalda a la meritocracia es una sociedad que no da los incentivos correctos y se vuelve más injusta y más pobre”.

El panel del segundo bloque estuvo integrado por Dora Barrancos, investigadora principal del Conicet, quien consideró que el concepto de meritocracia juega paradójicamente con dos presupuestos: igualdad y desigualdad. “En general la gente no piensa que llegan los que más saben ni los que más se esforzaron", planteó. Y dijo también que "el sistema científico niega la posibilidad meritocrática de resultado final, sobre todo para las mujeres".

Martín Migoya, CEO de Globant, exhortó a “juzgar a nuestra gente por el nivel de esfuerzo, más allá de su capacidad intelectual”, considerando que la meritocracia es necesaria pero no es suficiente. “El mérito es necesario para tener éxito, partiendo de condiciones iguales. El más meritorio es el que más se esfuerza para llegar a un lugar, no el que más inteligencia tiene”, expuso. “Sin mérito y sin oportunidades no existe la forma de progresar". 

En este contexto, aseguró que "la educación es absolutamente central” y la pregunta que llamó a hacernos es: “¿Cómo educamos mejor?”.

La jornada continuó con una entrevista a referentes titulada “Educando para el mérito, construyendo futuro”, y el último panel del día: “Los necesarios equilibrios de una sociedad justa”, con la intervención de Carlos Rosenkrantz, ministro de la Corte Suprema de la Nación, y Juan Vaquer, expresidente de ACDE.+