Mons. Mestre: "Necesitamos que el Espíritu Santo suavice nuestra dureza"
- 8 de junio, 2022
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
En el domingo de Pentecostés, el obispo de Mar del Plata reflexionó con tres puntitos sobre la importancia de permitir obrar al Espíritu Santo en "nuestra vida de discípulos misioneros".
En el marco de la solemnidad de Pentecostés, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Antonio Mestre, se refirió a la importancia de invocar los dones de Espíritu Santo a partir de tres puntos: "Espíritu Santo: ¿El gran desconocido?"; "Espíritu Santo habita en ustedes"; "Espíritu Santo suaviza nuestra dureza"
Espíritu Santo: ¿el gran desconocido?
En el primer punto, recordando un libro publicado por Royo Marín sobre el Espíritu Santo y sus dones, titulado “El gran desconocido”, monseñor Mestre explicó que “es interesante que nos preguntemos si esto es así en nuestra vida de discípulos misioneros”.
En ese sentido, explicó que si bien “gracias a Dios, en nuestros tiempos hemos recuperado la presencia y acción del Espíritu en la vida, todavía puede quedar un poco olvidado, un poco desconocido”. Tal vez “por una catequesis un poco deficiente, combinada con una percepción menos tangible, en comparación con Dios Padre y Dios Hijo, puede resultar un poco complejo o difícil captar la importancia y la centralidad de Dios Espíritu Santo en la vida de los creyentes”, continuó.
En ese sentido, instó a reflexionar en torno a “qué lugar ocupa el Espíritu Santo en mi vida”, si es aún “el gran desconocido para mi vida habitual, si le imploro su presencia divina para que sea mi maestro interior o si le pido el auxilio en todo momento, pero sobre todo cuando tengo que discernir situaciones de mi vida y de la vida de los demás”.
El Espíritu Santo habita en ustedes
En el segundo punto, el obispo de Mar del Plata tomó como base el texto de la carta a los romanos donde se insiste en tres momentos en que "el Espíritu habita en ustedes". En esa línea, manifestó que "el Espíritu que Jesús dona, regala a sus discípulos, realmente habita en nuestros corazones. Dios Espíritu Santo, desde adentro de nosotros mismos nos impulsa a madurar y crecer”.
Asimismo, expresó que “el gran desafío será escuchar su voz, el susurro de su canto en nuestra misma interioridad. La gran apuesta consiste en que deje de ser un huésped ocasional para transformarse en un huésped permanente, miembro de la casa; más aún: dueño de casa, habitante privilegiado y soberano de nuestro corazón”. “Por eso es muy bello el canto de una de las adaptaciones del texto de la Secuencia de Pentecostés que pide con insistencia: ¡Ven a habitar, ven a habitar, en nuestras almas, ven a habitar!”, reflexionó.
Luego, animó a reflexionar sobre “qué implica para mí hoy recibir el Espíritu Santo que Jesús me regala”, si dejo "que ese mismo Espíritu entre a habitar en mi alma", o si busco "escuchar la voz del Espíritu Santo que habita en mi interioridad”.
El Espíritu Santo suaviza nuestra dureza
Finalmente, como tercer punto, monseñor Mestre analizó que la acción del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones es múltiple y siempre para la verdad y el bien. Es por eso, continuó, que uno de los efectos que ese Espíritu tiene y que también ”debe ser un ruego de nuestra parte”, es que “suavice nuestra dureza”.
"En un mundo excesivamente competitivo y agrietado en tantos frentes, el Espíritu de Dios sale a nuestro encuentro para suavizar nuestra dureza que se expresa muchas veces en impaciencia, intemperancia y rigidez”.
“Dios Espíritu Santo nos suaviza para que superemos nuestra falta de diálogo, respeto y comprensión de la realidad del otro”, sostuvo el obispo de Mar del Plata.+