Francisco: "Como Jesús, no busquemos en los demás el mal sino el bien"
- 27 de febrero, 2022
- Ciudad del Vaticano (AICA)
En el Ángelus, el Papa pidió tener cuidado con la utilización de palabras que pueden "agredir e incluso destruir a los hermanos" y "limpiar" la mirada, siguiendo el ejemplo de Jesús.
En su alocución previa a la oración del Ángelus del VIII domingo del tiempo ordinario, el papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día en el que Jesús invita a detenerse sobre la importancia de la mirada y del hablar cotidiano.
El Señor, explicó el Santo Padre, habla del riesgo que se corre al concentrarse en mirar la brizna de paja en el ojo del hermano sin darse cuenta de la viga que hay en el propio. Es decir, “estamos muy atentos a los defectos de los demás, incluso a los que son pequeños como una brizna de paja, e ignoramos serenamente los nuestros otorgándoles poco peso”.
“Encontramos siempre motivos para culpabilizar a los demás y justificarnos a nosotros mismos. Y muchas veces nos quejamos de las cosas que no funcionan en nuestra sociedad, en la Iglesia, en el mundo, sin cuestionarnos antes a nosotros mismos y sin comprometernos en primer lugar a cambiar”.
“Haciendo esto -afirmó Papa- nuestra mirada es ciega. Y si estamos ciegos no podemos pretender ser guías y maestros para los demás: de hecho, un ciego no puede guiar a otro ciego”.
El pontífice indicó que, en primer lugar, debemos mirar “nuestro interior para reconocer nuestras miserias" y planteó: "Porque si no somos capaces de ver nuestros defectos, tenderemos siempre a exagerar los de los demás. En cambio, si reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se abre para nosotros la puerta de la misericordia”.
La invitación de Jesús es por tanto “mirar a los demás como lo hace Él, que no ve antes que nada el mal sino el bien”, añadió el Papa y precisó: Dios nos mira así: no ve en nosotros errores irremediables, sino hijos que se equivocan. Dios distingue siempre la persona de sus errores. Cree siempre en la persona y está siempre dispuesto a perdonar los errores. Y nos invita a hacer lo mismo: a no buscar en los demás el mal, sino el bien.
A continuación, el Papa se refirió a la segunda invitación de Jesús, que llama a reflexionar sobre nuestro modo de hablar. El Señor explica que “de la abundancia del corazón habla la boca”.
Las palabras que usamos dicen la persona que somos. Sin embargo, a veces prestamos poca atención a nuestras palabras y las empleamos de modo superficial. Pero las palabras tienen un peso: nos permiten expresar pensamientos y sentimientos, dar voz a los miedos que sentimos y a los proyectos que queremos realizar, bendecir a Dios y a los demás.
Pero, lamentó el Papa, las palabras también pueden herir como un arma: “Con la lengua también podemos alimentar los prejuicios, alzar barreras, agredir e incluso destruir a los hermanos: ¡las murmuraciones hieren y la calumnia puede ser más cortante que un cuchillo! Hoy, especialmente en el mundo digital, las palabras corren veloces; pero demasiadas vehiculan rabia y agresividad, alimentan noticias falsas y aprovechan los miedos colectivos para propagar ideas distorsionadas”.
Francisco recordó también las palabras de D. Hammarskjöld, diplomático suizo que fue secretario general de la ONU y ganó el premio Nobel de la Paz, quien afirmó: “abusar de la palabra equivale a despreciar al ser humano”. Y concluyó su catequesis con una invitación: preguntarnos qué tipo de palabras utilizamos.
"¿Palabras que expresan atención, respeto, comprensión, cercanía, compasión? ¿o más bien palabras cuya finalidad principal es hacernos quedar bien ante los demás? ¿hablamos con mansedumbre o contaminamos el mundo esparciendo venenos: ¿criticando, lamentándonos, alimentando la agresividad difusa?", preguntó en el final.+