Un cura en la Antártida: "Me tope con el rostro visible de Dios"

El capellán castrense Luis Berthoud describió su experiencia en la Base Belgrano II, la más austral del país. Desarrolla su misión pastoral junto a la tripulación del rompehielos ARA Almirante Irizar.

"Me tope con el rostro visible de Dios, todo hablaba y nos invitaba a descubrir al Señor", afirmó el capellán castrense Luis Berthoud al describir su experiencia en la Base Belgrano II, la más austral del país.

El sacerdote integra la tripulación del rompehielos ARA Altemirante Irízar, donde desarrolla su misión pastoral en representación del Obispado Castrense, en el marco de la Campaña Antártica de verano, actualmente en etapa de reabastecimiento y asistencia de bases antárticas.

“Tras zarpar de la Argentina continental en enero de 2021 en la campaña de antártica de verano 2021-2022, que se extenderá hasta mayo del presente año, la primera maravilla fuerte de contemplación se sucedía en la Base Belgrano II. Esta base antártica se encuentra en la latitud 77, aquí por solo mencionar, el día dura ininterrumpidamente cuatro meses, seguido de otros cuatro meses de oscuridad absoluta, completando el calendario con los períodos de transición”, relató.

"La Base Belgrano II, es la más antártica y lindante a la zona polar en la que una persona argentina pueda estar. Allí, me 'topé con el rostro visible de Dios'", sostuvo.

El sacerdote recordó que la base antártica fue inaugurada el 5 de febrero de 1979, al sur del mar de Weddell, relevando así a la Base Belgrano I, que debió ser evacuada a raíz de la inestabilidad del hielo en donde estaba emplazada y por el hielo acumulado sobre su estructura.

"Todo el tiempo en que permanecí en esta base, fue un encuentro y espacio sacral. Todo hablaba y nos invitaba a descubrir a Dios, ya sea en la naturaleza, donde en el paisaje no se distinguía entre el cielo y tierra, por ser tan intensamente blancos, o bien por la pequeñez que uno experimenta en su ser, frente a tamaña extensión de desierto blanco, o bien por el encuentro en lo sacramental”, profundizó.

“Fuimos a una cueva, cavada en el hielo, con el nuevo Jefe y parte de la dotación entrante y saliente (no entraban todos) y en uno de los enormes ambientes, dentro del hielo, se encuentra la capilla Nuestra Señora de las Nieves. Allí, celebramos la santa misa, dejé renovado el Santísimo para el año y medio siguiente (tiempo, hasta que llegue el relevo)”, indicó.

Tras señalar que “previo a la misa, caminando por el inmenso desierto blanco, pude celebrar varias reconciliaciones y antes de irnos con el helicóptero, vinieron tres personas a que bendiga la imagen de su santo familiar, o a que les bendiga sus rosarios o sus personas", destacó que "celebrar cada sacramento aquí, fue un reverdecer en la disponibilidad vocacional, ya que Dios lo hace todo y nos marca el camino”.

“Saber que allí y en cada base, quedan un puñado de nuestros hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas, viviendo plenamente su vocación de servicio, de amor a Dios y los hombres, apasionados por hacer grande la Patria, haciendo soberanía y persiguiendo como único fin natural la causa del bien común, realmente emociona. Puesto que atrás de ellos, se percibe la fuerza providente de la gracia y la Palabra de Dios, que promete y cumple: 'estaré con ustedes todos los días de la vida'".

El capellán castrense exclamó en el final de su relato: “¡Cómo no buscar ideales altos…, por más desafíos que aparezcan en el camino, en estas bases se nos demuestra, que 'todo lo puedo en aquel que me reconforta' y a su vez que vale quien sirve y servir es un honor!”.

La misión no ha terminado, el padre Berthoud continúa navegando y asistiendo espiritualmente a la tripulación del ARA Almirante Irízar, que avanza en el aprovisionamiento y relevo de dotaciones de las bases Argentinas, siete permanentes: Esperanza, Marambio, San Martín, Orcadas, Carlini, Belgrano II y Petrel; y cuatro transitorias: (Matienzo, Brown, Decepción y Primavera.

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