Rosario volvió a marchar por la paz y contra la violencia urbana
- 17 de diciembre, 2021
- Rosario (Santa Fe) (AICA)
Fieles católicos y evangélicos, familiares de las víctimas y vecinos de la ciudad se movilizaron con este reclamo desde la plaza San Martín hasta los Tribunales. Leen una oración de Mons. Martín.
Fieles católicos y evangélicos, familiares de las víctimas y vecinos de esta ciudad santafesina participaron el 16 de diciembre de una nueva Marcha por la Paz en Rosario, jaqueada por la violencia urbana, las muertes y el avance del narcotráfico.
Los manifestantes se concentraron en la plaza San Martín y desde allí marcharon en silencio hacia los tribunales rosarinos, donde hubo reclamos de medidas urgentes contra la violencia y se leyó una Oración por la Paz escrita por el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín.
"Te rogamos por todas las autoridades para que Tú los ilumines con la luz de tu Espíritu y tengan la inteligencia, la visión adecuada de toda esta realidad y así puedan tomar las medidas valientes, prudentes y sabias que puedan poner fin a esta dolorosa situación. Dales el coraje de enfrentar el delito, que no claudiquen en la búsqueda de la paz, de la verdad, del bien y de la justicia, que no se amedrenten por presiones o intereses espurios y sólo busquen el bien común. Que no transen con el delito, que con firmeza defiendan a todos, especialmente a los más débiles, y así podamos vivir con paz y tranquilidad. Aleja de ellas toda tentación de connivencia con la causa de estos gravísimos males que padecemos", implora el arzobispo rosarino en el texto leído por el vicario general de Rosario, monseñor Emilio Cardarelli.
Monseñor Martín también pidió al Señor por "las familias afectadas por las muertes de sus seres queridos. Que en Ti encuentren alivio a su dolor y dales tu consuelo, suscita en sus corazones el espíritu de perdón, y aleja de ellas los malos deseos de venganza o de tomar justicia por la propia cuenta".
"Que todos entendamos que la única cadena más fuerte que el odio y que la muerte es la cadena del amor; del 'amor que es paciente y servicial, que no tiene envidia ni hace alarde, ni se envanece, que no procede con bajeza, ni busca su propio interés, que no se irrita ni tiene en cuenta el mal recibido, que no se alegra de la injusticia, sino que se regocija en la verdad'”.
En tanto, los organizadores de la Marcha por la Paz en Rosario dijeron a la prensa que reclaman a los tres poderes del Estado que "trabajen eficazmente para poder tener una paz duradera" y aclararon que "éste no es un reclamo a un partido político en particular”.
“La ciudadanía no puede ser indiferente a estos padecimientos, nosotros somos parte de la comunidad, tenemos que mirar al prójimo, particularmente a los excluidos y a los más necesitados. Esta indiferencia también es causal principal de la inseguridad”, advirtió uno de los referentes de la marcha.
Según los organizadores, la convocatoria superó la expectativas: “Queremos que haya seguridad, pero no poniendo más policías sino brindando más igualdad, a veces puede parecer que queremos que llenen las calles de policías y eso sería lo último que pretendemos”.
Finalmente, pidieron al Estado que formalice programas de concientización sobre el consumo de drogas y de alcohol: “Creemos que es necesario que haya campañas contra todo tipo de consumos problemáticos”.
Texto de la oración por la paz
Jesucristo, Rey de Reyes y Señor de Señores, Tú eres el principio y el fin de todo, a Ti te pertenecen el tiempo y la eternidad. Sabemos que sin Ti nada podemos hacer.
Por eso, humildemente venimos a Ti, cansados y agobiados por la violencia e inequidades que nos asolan; embargados de dolor por tanta sangre derramada, especialmente de niños y adolescentes que han visto troncadas injustamente sus vidas, y de tantas familias destrozadas por esa violencia irracional.
Aprisionados por el miedo que nos paraliza y no nos permite desarrollarnos libremente, y expresarnos con tranquilidad.
Necesitamos tu auxilio y tu ayuda: ¡mira el sufrimiento de tu Pueblo y ten compasión de él!, como la tuvo Yahveh al ver la opresión de su pueblo en Egipto bajo las garras del Faraón, como la tuviste sobre Jerusalén cuando lloraste sobre ella y le diste tu vida para salvarla, aunque ella no te supo reconocer.
Nos dice el profeta Isaías: “Con sus espadas forjarán arados, podaderas con sus lanzas”, por ello te pedimos que toques los corazones de los que empuñan armas, para que esos hierros sean transformados en herramientas constructivas y no más en instrumentos de violencia y de muerte.
Pero, sobre todo te pedimos que pacifiques los corazones violentos, que puedan descubrir que hay otro modo de vivir y resolver los problemas y las desavenencias.
San Pablo nos dice en la primera carta a su discípulo Timoteo: “Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad”. Por eso te rogamos por todas las autoridades para que tú los ilumines con la luz de tu Espíritu y tengan la inteligencia, la visión adecuada de toda esta realidad y así puedan tomar las medidas valientes, prudentes y sabias que puedan poner fin a esta dolorosa situación. Dales el coraje de enfrentar el delito, que no claudiquen en la búsqueda de la paz, de la verdad, del bien y de la justicia, que no se amedrenten por presiones o intereses espurios y solo busquen el bien común. Que no transen con el delito, que con firmeza defiendan a todos, especialmente a los más débiles, y así podamos vivir con paz y tranquilidad. Aleja de ellas toda tentación de connivencia con la causa de estos gravísimos males que padecemos.
Te pedimos también, Señor, por las familias afectadas por las muertes de sus seres queridos. Que en Ti encuentren alivio a su dolor y dales tu consuelo. Suscita en sus corazones el espíritu de perdón y aleja de ellas los malos deseos de venganza o de tomar justicia por la propia cuenta.
Que todos entendamos que la única cadena más fuerte que el odio y que la muerte es la cadena del amor; del “amor que es paciente y servicial, que no tiene envidia ni hace alarde, ni se envanece, que no procede con bajeza, ni busca su propio interés, que no se irrita ni tiene en cuenta el mal recibido, que no se alegra de la injusticia, sino que se regocija en la verdad.”
Que María, Madre del Salvador que dio a luz al príncipe de la Paz, interceda ante su amado Hijo y nos traiga la paz y encuentre todos los corazones abiertos para recibirla. Amén.+