Poner punto final a la epidemia nacional de la impunidad

  • 14 de diciembre, 2021
  • Caacupé (Paraguay) (AICA)
El obispo de Caacupé exhortó a organizar la esperanza para poner punto final a la epidemia nacional de la impunidad".

“Tenemos la obligación de organizar la esperanza en el Paraguay para dejar atrás los efectos de la pandemia y para poner punto final a la epidemia nacional de la impunidad, porque la corrupción también mata”, exhortó monseñor Ricardo Valenzuela Ríos, obispo de Caacupé, en su larga carta al pueblo paraguayo, titulada "Organicemos la esperanza", publicada el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, día en que los paraguayos honran a la Virgen invocándola como "Nuestra Señora de los Milagros", Patrona del Paraguay, peregrinando a su santuario de Caacupé.

Inspirado por la homilía del papa Francisco en la misa de la V Jornada Mundial de los Pobres, el obispo explica en su carta que “se trata de dar, mediante el compromiso social y político, las bases para aliviar el sufrimiento de los más débiles y carenciados de la comunidad humana. Este objetivo nos lleva a examinar nuestra realidad y proyectar las vías de solución”.

Tras la sacudida que recibió la humanidad con la pandemia en el 2020, este año se puede considerar como el tiempo que permite reponernos de esta negativa experiencia de vida. Las secuelas de mediano y largo plazo de este mal universal comienzan a emerger en el campo de la salud física y sobre todo mental, en la economía global y en la de cada hogar, especialmente de las familias necesitadas.

Muchas de las personas que perdieron la vida por el Covid habrían podido salvarse o vivir más tiempo, si la reacción gubernamental hubiese sido más acertada y no tan débil, dice el obispo que subraya: “Según la concepción cristiana, la razón de ser de la autoridad es la de servir al pueblo, no ocupar los primeros puestos”. Luego recuerda las numerosas muertes debidas a la negligencia y la corrupción, y pide que se respete el derecho a la salud de todos, no sólo de los altos cargos del Estado.

“Debemos recuperarnos de esta negativa situación y aprovechar esta dura experiencia para cambiar y hacer que el mundo, y nuestro país, sean más habitables, un mejor lugar donde compartir la vida y los bienes que Dios prodigó para todos”, prosigue el obispo, exhortando a unir los potenciales individuales para dar fuerza a cuantos se sienten débiles.

El papa Francisco pidió que los cristianos “organicemos la esperanza, traducirla en la vida concreta de cada día, en el interés por los demás, en las relaciones humanas, en el compromiso social y político y en la vida eclesial”, recuerda monseñor Valenzuela Ríos, expresando que “con la pandemia descubrimos que además de ricos, somos al mismo tiempo pobres”, y reflexiona sobre lo que es la riqueza y la verdadera esperanza, para que nadie se deje hundir en el pesimismo".

“Para cimentar nuestra esperanza será necesario -haciéndonos eco siempre de las palabras del Santo Padre— que los políticos y los gobiernos dejen de lado el sectarismo, los privilegios, a veces exagerados, la riqueza mal habida, y “trabajen por el bien común” buscando ajustar el modelo económico del país a uno que tenga rostro humano.

¡Basta de mezquindad, basta de excesiva acumulación del dinero y de los recursos en pocas manos! que tiene su contraparte en la exclusión de muchos. Recordarán todos que, al inicio de la pandemia, con el susto natural, se hicieron muchas y lindas promesas de reforma; la mayoría de ellas quedaron en el olvido” denuncia monseñor Valenzuela Ríos.

El obispo espera que quienes ingresaron con ímpetu por selección o acuerdo a los más altos estrados judiciales “se empeñen en hacer justicia, tal como prometieron hacerlo antes de ser designados”; las nuevas autoridades municipales deben tener presente su compromiso "con la fe, con el pueblo y con sus familias"; en las disputas políticas debe prevalecer siempre "la fuerza de la razón" y no la violencia para conseguir el poder.

Secuestros, asesinatos, extorsiones son "la triste realidad que soportaron y soportan muchas familias", continúa, por lo que "es necesario que nos demos cuenta de la necesidad de un cambio en nuestro país como generador de violencia". La educación pública también queda siempre al margen, independientemente del signo político de los sucesivos gobiernos.

“El país necesita cuanto antes cambiar. Cambiar el perfil de sus líderes. No cambiar personas simplemente. Necesitamos líderes íntegros, honestos, con mentalidad sana, confiables, comprometidos con la verdad, serviciales y ambiciosos con el cumplimiento de sus planes y promesas empeñadas. Paraguay, nuestro querido país, tiene grandes desafíos por delante” concluye monseñor Ricardo Valenzuela Ríos, que exhorta: “Organicemos la esperanza” entre todos. Que nadie se excluya de esta misión y que nadie lo impida tampoco”.+