Mons. Marino: "Te doy gracias, Señor, de todo corazón"

  • 14 de diciembre, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
El obispo emérito de Mar del Plata hizo hincapié en las palabras gratitud y corazón al presidir la misa por los 50 años de su ordenación en la basílica porteña de San José.

El obispo emérito de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, celebró su jubileo por los 50 años de su ordenación sacerdotal con una misa en la basílica San José, del barrio porteño de Flores, a la que asistieron obispos, sacerdotes y familiares.

La Eucaristía fue concelebrada por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli; el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea; el obispo de Nueve de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi; el obispo emérito de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia; y el obispo titular de Bolsena, monseñor Alfredo Horacio Zecca.

Además se hicieron presente más de 30 sacerdotes de la arquidiócesis de Buenos Aires, entre ellos monseñor Antonio Aloisio, quien también cumplió sus 50 años de ministerio sacerdotal.

La celebración eucarística contó también con más de un centenar de fieles, entre los que estaban sus hermanos Teresa y Francisco, sus sobrinos, y otros familiares y amigos.

“'Te doy gracias, Señor, de todo corazón'. En esta celebración de mi jubileo sacerdotal en la arquidiócesis de Buenos Aires, ante al inmenso caudal de recuerdos y experiencias, acumulados en el curso de cincuenta años de servicio eclesial, estas palabras del Salmo 138 sirven para expresar mis sentimientos en forma resumida. 'Te doy gracias, Señor, de todo corazón'", subrayó monseñor Marino en la homilía.

"Todo cuanto pueda decir a continuación, en referencia a este tiempo transcurrido, gira en torno a estas dos palabras: gratitud y corazón. Dar gracias a Dios en esta Eucaristía implica la conciencia de haber recibido un don absolutamente gratuito, muy por encima de los méritos y de la capacidad natural de un simple hombre. Un don que me ha convertido en instrumento del mismo Cristo", añadió.

El prelado aseguró que "cuanto más ha pasado -y sigue pasando- el tiempo, más y más se va ahondando la conciencia de la misericordia divina, como dice San Pablo en la lectura que hemos escuchado: hemos sido 'investidos misericordiosamente del ministerio apostólico'".

"Sabía el apóstol que no estaba solo y que podía confiar en la misericordia de Dios para hacer frente a las numerosas dificultades que encontraría a cada paso. Y eso le daba fuerzas, por lo cual añade: 'no nos desanimamos'. Esa misma conciencia me ha acompañado siempre, ha crecido y se ha ahondado en mi corazón, desde los lejanos días del Seminario", afirmó.

Monseñor Marino sostuvo que "si en todo momento debemos dar gracias, ¡cuánto más en esta hora de mi vida! Sí, darte gracias, Señor, de todo corazón".

"Debo concluir, y lo hago leyendo estas palabras escritas por mí hace cincuenta años, durante el retiro espiritual previo a mi ordenación sacerdotal: 'Tú conoces mi debilidad, yo conozco tu misericordia. Que la hora de mi muerte sea la plenitud y consumación de mi sacerdocio, al participar de la tuya, la Hora sacerdotal por excelencia'", recordó.+

» Texto completo de la homilía