San Luis celebró a la Inmaculada en sus patronales
- 9 de diciembre, 2021
- San Luis (AICA)
La misa central fue presidida por monseñor Barba. Previamente se realizó una procesión alrededor de plaza Pringles guiada por los bomberos y policías de la ciudad.
La diócesis de San Luis celebró sus fiestas patronales en honor a la Inmaculada Concepción de María, este miércoles 8 de diciembre. Comenzaron con una procesión por la mañana alrededor de plaza Pringles guiada por los bomberos y la fuerza policial provincial. A continuación, se realizó la misa central, presidida por el obispo, monseñor Gabriel Bernardo Barba, y concelebrada por los presbíteros Rafael Espejo e Ignacio Lucero. En la ocasión, recibieron la primera comunión los alumnos de catequesis.
En su homilía, monseñor expresó que existen don polos: “El pecado y la santidad, la debilidad y la gracia”. Luego agregó que: “Para que haya pecado tiene que haber conciencia de que estamos haciendo algo malo y lo hacemos. Tiene que haber conciencia y libertad. Entonces ahí hay pecado”.
Explicó que “el pecado original no es un pecado cometido, es un pecado heredado, que se nos borra en el bautismo. La Virgen María ha sido preservada por los méritos anticipados de la muerte de Cristo en la cruz, fue preservada de esa mancha”.
Además, mencionó la actitud de Adán y Eva: “Fue un querer posicionarse en el lugar de Dios. Fue dejar de ser criatura para ponerse en un lugar superior. Ahí está el simbolismo de aquel árbol, o de aquel fruto prohibido y, cuando Dios le pregunta a Adán: ‘¿Qué hiciste?’, Adán enseguida le echa la culpa a Eva”.
Con relación a esto, aclaró: “Los dos tienen un mismo camino y un mismo error, y se considera importante tenerlo en cuenta para nuestro camino de santidad y de gracia. Ni Adán ni Eva se hacen cargo de su pecado, la culpa es de ella, la culpa es de la serpiente, la culpa es del otro”.
El obispo vinculó este pasaje bíblico con la vida cotidiana actual: “Nos pasamos más mirando el pecado ajeno que el propio. Mirando la culpabilidad de los otros, o los errores de los otros, que mirando nuestro corazón, también necesitado del perdón y de la misericordia”.
Y señaló que “la santidad es hacernos cargo de lo propio y dejar que Dios obre y así poder decir: ‘Bendito sea Dios que nos llama a vivir en el amor’”.
Por tal motivo, observó: “Cuando dejamos de amar, es cuando entran las miserias del pecado en sus distintas formas, porque cada uno tiene su propia debilidad, su propia flaqueza, pero siempre hay una característica, dejar de amar, perder esa guía, que Dios sea el centro de nuestra vida”.
Además, argumentó que “el amor a María, sin dudas, es una gran herramienta que nos va a sostener y fortalecer a lo largo de la vida. ¿Cómo se llega al amor de María? Muy simple, por la oración, no hay otro camino”.
Así, insistió en que “por medio de la oración del rosario en familia y de enseñar la devoción a la Virgen, guardemos este tesoro que será una de las mejores herramientas que podamos poner en las manos de los niños para que siempre junto a María estén junto a Jesús”.
Por último, concluyó diciendo que, a ejemplo de la Virgen, "también nosotros seamos simples servidores de Dios en donde estemos; que seamos sus servidores capaces de hacer cada día su voluntad”.+