El Papa a los Movimientos Populares: "soñemos juntos para evitar el abismo"

  • 16 de octubre, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Videomensaje a los participantes del IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares, Francisco hizo dos propuestas para implementar de inmediato: salario mínimo y reducción de la jornada laboral.

Soñando juntos un mundo mejor después de la pandemia, tratando de superar las resistencias que impiden el logro de "ese buen vivir en armonía con toda la humanidad y con la creación" que solo se logra a través de la libertad, la igualdad, la justicia y la dignidad, propuso el papa Francisco, en un largo video mensaje, a los representantes de los movimientos populares, reunidos por videoconferencia para su cuarto encuentro mundial organizado por el Dicasterio al servicio del desarrollo humano integral.

El Papa los llama "poetas sociales" por "la capacidad y el coraje de crear esperanza" y dignidad y expresó que “verlos me recuerda que no estamos condenados a repetir ni a construir un futuro basado en la exclusión y la desigualdad, en la brecha o en la indiferencia; donde la cultura del privilegio es un poder invisible e incontenible y la explotación y el abuso son un método habitual de supervivencia. ¡No! Sabes cómo anunciar esto muy bien”, les dijo.

Los más afectados por la pandemia
“La pandemia, reiteró Francisco, puso de manifiesto las desigualdades sociales que afectan a nuestros pueblos y expuso -sin pedir permiso ni perdón- la terrible situación de tantos hermanos y hermanas”. 

Todos "sufrimos el dolor del cierre" y "experimentamos cómo, de un día para otro, nuestra forma de vida puede cambiar drásticamente" pero, aunque "en muchos países los estados reaccionaron ", escucharon a la ciencia y supieron poner límites para garantizar el bien común”, “como siempre, ustedes tuvieron la peor parte”.

Esta situación es tan evidente que no puede ser ocultada por "tantos mecanismos de post-verdad" y es también una expresión de la cultura de la indiferencia, como si "este tercio sufriente de nuestro mundo no reviste interés suficiente para los grandes medios y los formadores de opinión". 

Un mundo que permanece "escondido, acurrucado", como otros aspectos poco conocidos de la vida social que la pandemia ha empeorado. El estrés y la ansiedad crónicos de los niños, adolescentes y jóvenes, por ejemplo, agravados por el aislamiento y la falta de contacto real con los amigos. 

"La amistad es la forma en que el amor resurge siempre", recuerda el Papa, de hecho, y aunque está claro que la tecnología puede ser una herramienta para el bien, "nunca podrá suplantar el contacto". 

"No es noticia, no genera empatía", ni siquiera la crisis alimentaria, que podría generar más muertes anuales que el Covid-19 en el futuro inmediato, lamentó el pontífice.

Sentir el dolor de los demás como propio
Sin embargo, en este contexto, los trabajadores del movimiento popular sintieron el dolor de los demás como propio. "Cristianos y no -dijo el Papa- respondieron a Jesús, que dijo a sus discípulos frente al pueblo hambriento: ‘Denles ustedes de comer’”.

El Papa reiteró que nunca se sale igual de una crisis. De la pandemia " o se sale mejor o se sale peor, igual que antes, no". Por ello, para aprovechar una oportunidad de mejora es necesario "reflexionar, discernir y elegir", porque "retornar a los esquemas anteriores sería verdaderamente suicida", "ecocida y genocida". 

Para salir mejor parados, es "imprescindible también ajustar nuestros modelos socio-económicos para que tengan rostro humano, porque tantos modelos lo han perdido". Modelos que se convirtieron en "estructuras de pecado" que persisten y que estamos llamados a cambiar. 

El llamamiento del Papa a los poderosos de la tierra
El papa Francisco enunció a continuación nueve enérgicos llamados "en nombre de Dios" a quienes cuentan y tienen poder de decisión:

1. A los grandes laboratorios, que liberen las patentes. Tengan un gesto de humanidad y permitan que cada país, cada pueblo, cada ser humano tenga acceso a las vacunas.

2. A los grupos financieros y organismos internacionales de crédito que permitan a los países pobres garantizar las necesidades básicas de su gente y condonen esas deudas tantas veces contraídas contra los intereses de esos mismos pueblos.

3. A las grandes corporaciones extractivas –mineras, petroleras, forestales, inmobiliarias, agro negocios, que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, dejen de contaminar los ríos y los mares, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos.

4. A las grandes corporaciones alimentarias que dejen de imponer estructuras monopólicas de producción y distribución que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento.

5. A los fabricantes y traficantes de armas que cesen totalmente su actividad, una actividad que fomenta la violencia y la guerra, y muchas veces en el marco de juegos geopolíticos que cuestan millones de vidas y de desplazamientos.

6. A los gigantes de la tecnología que dejen de explotar la fragilidad humana, las vulnerabilidades de las personas, para obtener ganancias, sin considerar cómo aumentan los discursos de odio, el grooming, las fake news, las teorías conspirativas, la manipulación política.

7. A los gigantes de las telecomunicaciones que liberen el acceso a los contenidos educativos y el intercambio con los maestros por internet para que los niños pobres también puedan educarse en contextos de cuarentena.

8. A los medios de comunicación que terminen con la lógica de la post-verdad, la desinformación, la difamación, la calumnia y esa fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio, que busquen contribuir a la fraternidad humana y a la empatía con los más vulnerados.

9. A los países poderosos que cesen las agresiones, bloqueos, sanciones unilaterales contra cualquier país en cualquier lugar de la tierra. No al neocolonialismo. Los conflictos deben resolverse en instancias multilaterales como las Naciones Unidas. 

Apelación a los líderes políticos y religiosos
A los gobiernos y políticos de todos los partidos, Francisco les pide que eviten "escuchar solamente a las elites económicas" y se conviertan en "servidores de los pueblos que claman por tierra, techo, trabajo y una vida buena", mientras que a los líderes religiosos les pide que nunca utilicen el nombre de Dios para fomentar guerras o golpes de Estado. En cambio, hay que construir puentes de amor.

Francisco propone algunos principios tradicionales de la Doctrina Social de la Iglesia, como la opción preferencial por los pobres, el destino universal de los bienes, la solidaridad, la subsidiariedad, la participación, el bien común y dijo que se entristece cuando "algunos hermanos de la Iglesia se incomodan si recordamos estas orientaciones que pertenecen a toda la tradición de la Iglesia”, e invitó a leer el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia querido por San Juan Pablo II.

Salario mínimo y reducción de la jornada laboral
Francisco señaló en particular dos principios: la solidaridad, entendida como "una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común", y la subsidiariedad, que se opone a "cualquier esquema autoritario, cualquier colectivismo forzado o cualquier esquema estado céntrico". 

De hecho, subrayó, el bien común "no puede utilizarse como excusa para aplastar la iniciativa privada, la identidad local o los proyectos comunitarios".

Es "tiempo de actuar" y el Papa propone algunas medidas concretas: un ingreso básico (o salario universal) y la reducción de la jornada de trabajo. De este modo, cada persona podría permitirse el acceso "a los más elementales bienes de la vida".

Por último, Francisco recordó la importancia de escuchar a las periferias, el lugar desde donde "el mundo se ve más claro". 

“En mi experiencia, concluyó, cuando las personas, hombres y mujeres que sufieron en carne propia la injusticia, la desigualdad, el abuso de poder, las privaciones, la xenofobia, en mi experiencia veo que comprenden mucho mejor lo que viven los demás y son capaces de ayudarlos a abrir, de manera real, caminos de esperanza”.+

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