A 60 años de su creación, la diócesis de San Francisco celebró sus patronales
- 5 de octubre, 2021
- San Francisco (Córdoba) (AICA)
Con una misa presidida por el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, la diócesis de San Francisco celebró el 4 de octubre sus fiestas patronales y el 60º aniversario de su fundación.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió el 4 de octubre la misa central en las fiestas patronales de la diócesis de San Francisco.
La Eucaristía tuvo lugar en la catedral local y fue concelebrada por el obispo diocesano, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva; su antecesor, monseñor Carlos José Tissera; el obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona; el obispo de Cruz del Eje, monseñor Ricardo Araya; el obispo emérito de San Justo y antiguo obispo de San Francisco, monseñor Baldomero Martini; el obispo de Rafaela, monseñor Luis Fernández; el obispo prelado de Deán Funes, monseñor Gustavo Zurbriggen; y el obispo auxiliar de Córdoba, monseñor Pedro Torres, junto con sacerdotes del clero local.
En su homilía, monseñor Ñáñez consideró que es un aniversario significativo, por cumplirse 60 años de creación de la diócesis, "la conclusión de una década, que la encamina hacia la celebración de sus bodas de diamante".
En ese sentido, y citando a San Juan Pablo II, señaló que los aniversarios significativos constituyen "una ocasión de gracia para las personas y para las instituciones", es decir, "una cercanía y un favor especial de parte de Dios para quien o quienes celebran ese aniversario". También es una oportunidad para "volver a la inspiración inicial”.
"En una diócesis, la inspiración inicial no es otra sino el propósito de anunciar el Evangelio a todos, invitando a los interlocutores a una adhesión personal al Señor Jesús, en el seno de una comunidad. Adhesión que alcanza su culmen en la celebración y en la participación de la Eucaristía", afirmó.
En ese sentido, afirmó que el desafío para la Iglesia de Jesucristo que peregrina en San Francisco es "llevar a todos la buena noticia de Jesús, comunicar su vida abundante. Un desafío que la compromete, pero en cuya realización se tiene que sentir permanentemente acompañada y asistida por el Señor que prometió estar: 'Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo', aseguraba el Señor a sus apóstoles y en ellos, a su Iglesia".
"El esfuerzo por caminar 'en sinodalidad', es decir, por caminar y trabajar juntos, que esta Iglesia está transitando la coloca en disposición para afrontar ese desafío en las mejores condiciones. La sinodalidad es, en efecto, lo que el Señor espera de su Iglesia en el siglo XXI", aseguró.
Por otra parte, animó a la comunidad a "dar cabida a las recomendaciones del Santo Padre, como testimonio de una sincera adhesión al Evangelio, que promueve siempre una vida cada vez más digna para todos".
"La experiencia de la pandemia que atravesamos ha provocado dolor y sufrimiento, ante todo por la pérdida de seres queridos a los que no se pudo acompañar ni despedir, por los que, incluso, no se pudo hacer duelo; también por los enfermos que sufrieron el contagio del virus y que vieron en peligro su vida", reconoció monseñor Ñáñez.
"El aislamiento que las medidas sanitarias impusieron a todos, favorecieron en algunas oportunidades actitudes individualistas, un 'sálvese quien pueda', e incluso dieron lugar a expresiones de lamentable egoísmo", dijo, al tiempo que destacó "los magníficos ejemplos de solidaridad y de verdadera caridad hecha entrega y servicio de muchas personas, particularmente entre los agentes sanitarios, médicos, enfermeros, auxiliares de la medicina y personal de los hospitales y sanatorios, que incluso arriesgaron sus vidas para combatir la enfermedad y aliviar los dolores y sufrimientos, así como también los encargados de otros servicios indispensables para la vida de las personas en la sociedad".
En ese marco, animó a la fraternidad, tal como invita el Papa en la encíclica Fratelli tutti, documento que "puede tener una especial resonancia en esta diócesis, invitándola a cultivar una verdadera amistad social, superando diferencias de origen e integrando las características y cualidades de cada grupo", para "soñar e ir concretando una Patria de hermanos, saliendo juntos y mejores de esta pandemia que nos preocupa y que nos hace sufrir a todos".
"Cultivar la fraternidad y la amistad social puede ser también un testimonio y un servicio que la comunidad eclesial ofrezca con sencillez, pero también con convicción y coherencia, a nuestra sociedad argentina atravesada por tantos enfrentamientos que provocan sucesivas frustraciones y un increíble desaprovechamiento de oportunidades para crecer y ofrecer mejores condiciones de vida para todos los ciudadanos", consideró, animando a los fieles recorrer estos caminos para ser verdaderamente conseucentes con la inspiración “franciscana” de esta Iglesia local.+