Misa en Luján por los fallecidos: Que la Virgen los lleve de la mano al Cielo
- 24 de julio, 2021
- Luján (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, presidió el 23 de julio en la basílica de Luján, la misa por los fallecidos a causa del Covid-19.
En el marco de la convocatoria del episcopado argentino para unirse en oración por los fallecidos a causa del Covid-19, el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig presidió una misa en la basílica y santuario de Nuestra Señora de Luján, y en su homilía expresó: “Todos, algún día, tendremos que enfrentarnos a la experiencia de la muerte. Es una puerta que debemos atravesar. Es verdad que algunos de los numerosos rostros de la muerte pueden llegar a ser más apacibles, como cuando una persona anciana hace su partida de manera natural. Pero otros de sus rostros, están llenos de dramatismo y aflicción, y a los que nos quedamos, la separación de las personas amadas, nos causa un dolor indescriptible”.
“Estamos en la Casa de María de Luján unidos a todas las comunidades de la Iglesia que peregrina en la Argentina. Rezamos especialmente por las personas que han partido en este tiempo de pandemia y a causa del virus que la genera. Rezamos también por sus familiares y amigos que están tristes y sufren la ausencia de las personas queridas”.
“Necesitamos rezar mucho, porque frente al misterio de la vida y de la muerte -la vida y la muerte van siempre juntas- los seres humanos estamos como desarmados, sobrepasados, impotentes y sólo Dios puede revelarnos el sentido de lo que nos pasa y por qué nos pasa. Y si por momentos algunos ni siquiera tienen fuerzas para elevar una plegaria, ahí debe estar la Iglesia, la comunidad cristiana, que con fraternidad reza por las personas que no pueden hacerlo”.
“Los cristianos debemos permanecer junto a ellas sosteniéndolas en silencio y con máximo respeto. Para eso estamos aquí, para interceder, para rezar con fuerza por los que partieron y por los que siguen en el camino de la vida sin o con pocas fuerzas. Además, lo hacemos junto a María de Luján y con ella, que siempre ruega por nosotros, también y muy especialmente en la hora de nuestra muerte, simplemente porque es nuestra Madre”.
En referencia al Evangelio de San Juan, que habla de los últimos momentos de la vida del Señor: de su condena, del camino doloroso, de su cruz, de estar clavado a ella, de la donación que nos hace de su Madre como madre nuestra y de su propia entrega a las manos del Padre, describió: “Jesús es un hombre joven e inocente a quien condenan injustamente a la muerte y, además, lo hacen pasar por el calvario del dolor físico, la soledad y el abandono. Jesús experimentó una muerte cruel”.
“Todas las personas nos conmovemos frente a su ‘Camino de la Cruz’, (Vía Crucis), y a los que tenemos fe en Él, porque lo contemplamos y reconocemos como al Hijo de Dios hecho hombre en la cruz, nos llama mucho la atención que en medio de semejante experiencia de dolor y desgarro, el Señor nos entregue a su Madre y Él mismo se entregue con infinita confianza en las manos amorosas del Padre. Con su vida nos está diciendo que la vida es para entregarla”.
Y dirigiéndose a los fieles, manifestó: “Queridas hermanas y hermanos, el mundo, la Argentina, todos nosotros, estamos atravesados por el dolor y se hace imprescindible darle un sentido a lo que estamos viviendo y ayudarnos unos a otros a saber cargar esta pesada cruz, que a muchas familias las ha quebrado”.
“Estoy seguro que en esta Palabra que proclamamos hay un valioso mensaje para poder enfrentar el momento presente y por eso, quisiera poder trasmitirles tan siquiera un poco, de esa fuerza transformadora que tiene la muerte del Señor sobre toda muerte. Sí, su muerte y resurrección transforman todo, porque Jesús es una Luz inagotable y una Fuente eterna en la que podemos encontrar un sentido nuevo tanto de la vida, como de la muerte. Deseo que sea el mismo Señor el que llegando al corazón de los familiares y amigos de las tantísimas personas fallecidas, los llene de consuelo y paz”.
Asimismo, valoró especialmente la pelea que se está dando para vencer al virus, especialmente por parte de los trabajadores de la salud, aunque reconoció el “sabor amargo” que dejan los fallecimientos. “Tanto la politización de las vacunas, no tenerlas en tiempo y forma, como los mensajes anti-vacunas, mensajes negativos, llenos de confusión, oscuridad y odio, pueden estar en la causa de muertes evitables”.
“Entonces, en este momento de nuestra historia compartida, como Jesús, nos ha tocado cargar una cruz enorme y pesada. Estamos atravesados por un sufrimiento colectivo lleno de incertidumbres, miedos y angustias. Nadie sabe ni puede dimensionar lo que genera y generará tanto sufrimiento en el alma de cada persona y en el alma del pueblo”.
“Somos una generación herida por un dolor nuevo y distinto, que sólo encontrará salida si sabemos transitar el camino doloroso de la cruz con un sentido superior que nos capacite y dé las fuerzas necesarias para vivir entregando la vida. No de manera resignada, sino como Jesús, enfrentando el dolor con un amor grande que nos ayude a convertir el dolor en solidaridad. Todos sabemos que los que viven dolores fuertes, pueden descubrir como nadie, cómo acompañar a los que sufren. Es una nueva sabiduría que necesitamos en este tiempo, una sabiduría fundamental, para atravesar tiempos difíciles”. “Somos una generación herida, pero podemos ser una generación transformada y transformadora”.
Para finalizar, el prelado quiso hacer memoria “de tantas personas que con mayor o menor conciencia se entregaron y ahora nosotros, confiados en nuestro Padre del cielo, también los entregamos a sus manos que llenas de amor cuidan de sus vidas para toda la eternidad”.
“Aquí estamos para entregarlos a la Vida. Confiamos que viven en Dios, que descansan en paz, que llegaron a la plenitud soñada y buscada en lo secreto de cada corazón. La fe nos ayuda a confiar para poder vivir y caminar en esperanza. Las mil velas encendidas, quieren ser el símbolo de las más de cien mil personas fallecidas por el Covid”.
“En esta Casa de María de Luján, frente a la patrona de nuestro pueblo argentino, le pedimos que los lleve de la mano al Cielo, donde Dios resplandece y con su Luz da sentido a todo lo vivido. Pidámosle a Nuestra Señora de Luján que la muerte inocente de tantas hermanas y hermanos queridos, nos conmueva y ablande los corazones muchas veces endurecidos como piedras y que tanto nos hacen lastimarnos unos a otros”.
“Pidámosle a nuestra querida Madre de Luján que nos ayude a valorar y luchar por la vida en todas sus instancias y circunstancias y podamos juntos reconstruir esta Patria tan llena de dolor y sufrimiento”.+