UCA: Expertos convocan a cuidar más y mejor a los ancianos
- 20 de julio, 2021
- Buenos Aires (AICA)
En la jornada virtual "Cuidemos el futuro", el presidente de la Pontificia Academia para la Vida consideró indispensable un nuevo modelo de cuidado y asistencia para los adultos más frágiles.
La Cátedra Pontificia y el Instituto para el Matrimonio y la Familia, que integran el Vicerrectorado de Integración de la Universidad Católica Argentina (UCA), realizaron la jornada “Cuidemos el futuro. Reflexiones alrededor de la I Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores”.
La apertura estuvo a cargo de la magister Alejandra Planker, directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia (UCA); y del licenciado Marco Gallo, director de la Cátedra Pontificia (UCA).
Planker se refirió al mensaje del papa Francisco para la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, en el que dice a los abuelos que hay tres pilares que ellos han de colocar para cimentar el mundo del mañana: son los sueños, la memoria y la oración.
Respecto a la memoria, Planker señaló: “La conciencia histórica de un pueblo se empieza a perder cuando se renuncia a preservar la memoria personal. Cuando las raíces se cortan, se secan, o se atrofian, porque les falta el alimento de la tradición, es decir, lo que se transmite por la memoria; el árbol de la vida ya no crece, no da flores ni da frutos”.
Asimismo, destacó: “Los abuelos son la memoria viva. Son origen y destino. Todos tenemos o tendremos experiencia de esta verdad, por tener o haber tenido abuelos, o por ser ya efectivamente abuelos. Por eso la insistencia de Francisco en reiterar que, en el cuidado de los abuelos, de los ancianos, de los mayores, se da el cuidado del futuro. Porque sin memoria no hay educación, de ningún tipo. Podemos afirmar que conocer y tomar posición frente a los acontecimientos pasados nos permite construir un futuro con sentido real y posible”.
Seguidamente, Gallo reflexionó sobre como “cuidar el futuro de nuestros abuelos es cuidar nuestro futuro” y manifestó: “Este seminario, que se ubica en contratendencia a la cultura dominante, nos ayudará a reflexionar y pensar como cambiar una sociedad como la nuestra, donde prevalece una mentalidad juvenil y una visión de la vida a menudo de lo contigente, del carpe diem, donde escasea una visión de largo plazo, ya sea en ámbito político, social y asistencial”.
A su turno, monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida de la Santa Sede, realizó la disertación “Los ancianos, legado de una vida en tiempos de pandemia”.
“La pandemia ha puesto de manifiesto la condición de abandono de los ancianos por parte de la sociedad, han pagado el precio más alto en todos los países. Esto no ocurrió por casualidad, la pandemia ha mostrado la contradicción en una sociedad que alarga los años de vida, pero que no sabe cuidarlos”, advirtió el arzobispo vaticano.
Por otro lado, monseñor Paglia manifestó que es indispensable un nuevo modelo de cuidado y asistencia para los ancianos más frágiles: “Aprender a honrar a los ancianos es crucial para el futuro de nuestras sociedades y para nuestro propio futuro”.
Asimismo, se refirió a la importancia de la permanencia en el hogar de los adultos mayores: “No se puede pasar por alto la singularidad de cada historia, su biografía y entorno de vida. Para identificar nuevas perspectivas de vivienda y cuidado es necesario partir de una cuidadosa consideración de la persona, de su historia y necesidades”.
“Es necesario activar urgente un 'hacerse cargo' de la persona mayor en el lugar donde se desarrolla su vida. Todo esto requiere un proceso de conversión social, civil, cultural y moral. Porque solo así se puede responder adecuadamente a la demanda de proximidad de las personas mayores, especialmente las más débiles y expuestas”, enfatizó, y agregó: “Necesitamos aumentar el número de cuidadores, una profesión que ha estado presente en las sociedades occidentales durante años”.
Finalmente, monseñor Paglia se refirió al encuentro entre jóvenes y ancianos y afirmó que “puede aportar al tejido social esa nueva linfa de humanismo que haría más solidaria a la sociedad”. Sobre la debilidad de los ancianos, invitó a los más jóvenes a “aceptar la dependencia de los demás, como forma de afrontar la vida”. “Descartar a los ancianos, incluso en el lenguaje, es un grave problema para todos”, concluyó.
Por su parte, la profesora María Inés Passanante, Socióloga y miembro del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA disertó sobre la condición de los ancianos en la Argentina y los desafíos hacia una sociedad inclusiva.
Passanante se refirió, entre otros puntos, a la condición de soledad de los adultos mayores. Mencionó la pregunta que han hecho los investigadores del Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores (ODSA-UCA) en su último informe: “¿Durante el último tiempo con qué frecuencia usted se sintió solo y no tuvo a quién acudir?”. A esa pregunta, el 15% de los adultos mayores contestó: Todo el tiempo - Muchas veces. En cifras absolutas, se trata de 900 mil personas en nuestro país. Por lo tanto, señaló Passanante, podemos referirnos a la soledad como una condición frecuente en los adultos mayores.
“Según datos del Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores, el 19,5% de las personas mayores viven solas, y de ellos el 67,4% tienen 3 o más familiares cercanos, 24% tienen uno o dos familiares cercanos y el 8,6% declararon no tener familiares cercanos”, indicó.
Sin embargo, explicó la socióloga, el 21,1% se sienten solos y 35,9% declaró sentir falta de apoyo social afectivo. Seguidamente, Passanante presentó datos sobre un estudio realizado en Reino Unido que muestra que la soledad en los ancianos constituye un factor de riesgo que se acentúa desde los 80 años. Finalmente, mencionó la importancia de recuperar el valor que tienen los ancianos en cuanto a la experiencia que pueden transmitir, reconocer el valor inherente de la persona humana, su valor trascendente, que es fuente de su dignidad, y promover la cultura de la vida y la cultura del amor al anciano.
La doctora Bárbara Finn, médica clínica, coordinadora del Programa de Cronicidad y Cuidados Paliativos del Hospital Británico de Buenos Aires realizó la ponencia “Cuidar al anciano es cuidar el futuro”.
Finn detalló durante su disertación las repercusiones físicas, psíquicas y sociales de la pandemia en la tercera edad e hizo mención a las repercusiones asociadas a la enfermedad, cuadro agudo con mayor mortalidad y síndrome post Covid (cansancio excesivo, dolor muscular, ansiedad, síntomas depresivos, insomnio) y a las repercusiones asociadas al aislamiento: falta de movilidad, sarcopenia, disminución de estímulo cognitivo, ausencia de controles en salud, interrupción de terapias, 45% de las personas aumentó su consumo de alcohol durante el aislamiento obligatorio y 6 de cada 10 subieron de peso.
Asimismo, Finn mencionó las repercusiones psíquicas en los ancianos asociadas a la enfermedad, entre ellas delirio - que puede aparecer en las etapas agudas de COVID-19-, depresión, ansiedad, fatiga, impacto social, miedo, preocupación sobre infectar a otros, estigma y asociadas al aislamiento: depresión (46% de los estudios revisados), ansiedad (60%), insomnio (17%), 25 % han empezado a tomar hipnóticos y ansiolíticos (el 60 % sin consultar al médico). El 30 % ha incrementado el consumo de la medicación previa, el 10 % atribuye el origen de la infección a una acción deliberada (ideas paranoicas/persecutorias). “También, entre las repercusiones psíquicas en ancianos se encuentran la incertidumbre, el temor al tiempo perdido, la hipocondría y el burnout”, explicó.
Por último, el presbítero Gustavo Boquin, vicerrector de Integración de la UCA agradeció a los expositores y a los organizadores de la jornada y reflexionó: “Una persona mayor, un abuelo, es como un árbol: ha pasado mucho tiempo en el jardín de la vida, tiene raíces, que les han permitido perseverar a lo largo de inviernos, troncos añosos testigos de todo lo que han pasado, con cicatrices y ramas, que son los sueños plasmados en hijos, sobrinos y nietos”. Para finalizar, señaló: “A medida que pasa el tiempo nos preguntamos qué es lo necesario y lo indispensable. Los abuelos, los adultos mayores, saben qué es lo vital, lo indispensable. Eso mantiene la esperanza en los jóvenes. Los adultos mayores son testigos de la esperanza”.
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