Con gratitud a Dios y a la comunidad, Mons. Ñáñez celebró su 30° aniversario episcopal
- 25 de enero, 2021
- Córdoba (AICA)
Con una misa celebrada en la parroquia Nuestra Señora del Valle, de la capital cordobesa, la arquidiócesis de Córdoba celebró el 30° aniversario episcopal de su arzobispo, monseñor Carlos José Ñáñez.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió en la mañana del 24 de enero, una misa por su 30° aniversario episcopal, en la parroquia Nuestra Señora del Valle, del barrio Villa Belgrano, Córdoba. Concelebró la Eucaristía el obispo auxiliar, monseñor Ricardo Seirutti.
En su homilía, el arzobispo hizo referencia al Evangelio del día que “presenta, por una parte, el comienzo de la predicación de Jesús. El tema principal de esa predicación es la cercanía del Reino de Dios. El Reino es un nuevo modo de vivir, en la verdad y en la justicia, la justicia que viene de Dios, que nos hace rectos, honestos. En ese sentido, el Reino está siempre en construcción, porque debemos ir asimilando progresivamente todos esos dones”.
“Esa construcción -afirmó- demanda una actitud importante: la conversión. Convertirse no es hacer cosas, sino abrir el corazón a la Gracia. No es una conquista que nosotros emprendemos, sino un regalo que recibimos. Es como participar de los beneficios de una amnistía. Es pensar y actuar de otra manera, precisamente en la verdad y la justicia”.
“Tendremos oportunidad de profundizar este tema en la Cuaresma, pero por otra parte el Evangelio nos presenta las primeras vocaciones, a dos pares de hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan”. Ese llamado, planteó monseñor Ñáñez, “¿Es sólo para algunos, representados por estos dos pares de hermanos? No, todos estamos llamados. Y debemos asumir esto. Todos estamos llamados, desde el Bautismo, y todos tenemos una vocación. Un llamado que tenemos que entender en clave de amistad”.
“Después de la resurrección, también junto al lago, Jesús le pregunta a Pedro: ‘Pedro, ¿Me amas?’, ‘Sí, Señor, tú sabes que te amo’. Esa es la clave de una vocación. Una amistad que da sentido a la vida, saberse incondicionalmente amado y capaz de amar. El llamado a una amistad que capacita para testimoniar. Nosotros somos invitados a ser discípulos, somos invitados a ser amigos del Maestro. Tenemos que responderle sin miedo”.
En segundo lugar, el prelado señaló que “este domingo ha sido llamado por el Papa, el Domingo de la Palabra de Dios. Un desafío importante, que nos viene muy bien a los católicos. Si bien hubo un notable progreso y acercamiento a la Biblia, todavía nos falta un largo camino por recorrer”.
“En este sentido, nosotros podemos tomar el ejemplo de los hermanos evangélicos, que tienen una asiduidad, un cariño a la lectura de la Biblia, que también nosotros podemos tener y seguir. Y que en la Sagrada Escritura, en la Biblia, Dios se nos da a conocer, y nos da a conocer su amor por nosotros”.
Esta lectura de la Palabra de Dios, explicó, “debe realizarse con vistas a un encuentro con el Señor. No es solamente un libro interesante, rico, tras esas palabras está el Señor y estamos llamados a encontrarnos con Él y establecer un diálogo”.
En tercer lugar, destacó: “En este domingo, recuerdo y celebro el 30° aniversario de mi ordenación episcopal. Ante este acontecimiento experimento renovado asombro. Asombro por el don que me constituyó de un modo especial, un servidor de la Palabra de Dios, y custodio y administrador de sacramentos, en pastor y guía del pueblo santo de Dios”.
“Asombro también por las recompensas que el Señor me regaló y me regala a lo largo de estos 30 años. Alegría sencilla, casi escondida, pero en la que se verifica la promesa del Señor, de que todo tendrá el ciento por uno”.
“Asombro también por las ayudas recibidas, ante todo, de la Gracia de Dios. El Señor siempre me tuvo y me tiene de la mano. Eso es asombroso. La ayuda de parte de mis hermanos de la comunidad eclesial, su consejo, su cooperación, su consuelo, su aprecio y su cariño”.
“Por todo esto que menciono, mis sentimientos son de otra gratitud para con Dios, nuestro Señor. Padre bueno, lleno de bondad, que en su hijo Jesús, me llamó y me regala esa amistad, animándome con la fuerza del Espíritu Santo”.
“También, un sentimiento de especial gratitud a todos mis hermanos en el seno de la comunidad eclesial, por su benevolencia, por su compañía, especialmente de mi familia. Mis padres seguramente están junto a Dios. Mis hermanos, cuñados y sobrinos. Por su colaboración. Mis hermanos obispos, especialmente los auxiliares”, enumeró.
Finalmente, expresó, en este nuevo aniversario, su deseo de “recomenzar”. En ese sentido, recordó a una persona santa, “de los santos de la puerta de al lado”. Esta persona, relató el arzobispo, “cada vez que se confesaba decía con sencillez, con verdadero entusiasmo: Padre, hoy voy a empezar de nuevo”. Ese testimonio, reconoció, “está grabado en el corazón”, porque “siempre se puede crecer en el camino y en la respuesta al Señor”.
Recordando el día de su ordenación episcopal, acontecida en el día de San Francisco de Sales y de María Santísima, Reina de la Paz, valoró su protección durante estos años y expresó: “A ella me vuelvo a encomendar de todo corazón”.+