Mons. Ojea: "La vida no es tiempo que pasa, es tiempo de encuentro"
- 6 de diciembre, 2020
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Isidro hizo hincapié en la virtud de la hospitalidad, al lamentar que en la sociedad actual, prácticamente, se haya perdido culturalmente este ejercicio.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, recordó que en la encílica Fratelli tutti el papa Francisco afima que "la vida no es tiempo que pasa, es tiempo de encuentro".
En su reflexión para el segundo domingo de Adviento, subrayó que el encuentro más importante de la vida del cristiano es el encuentro con Jesús.
"Este domingo el Evangelio nos advierte sobre los obstáculos que muchas veces nosotros ponemos a ese encuentro con Jesús, y cómo tenemos que dejar que se allanen los caminos para poder encontrarnos plenamente con Él", afirmó, y agregó: "Nos propone el tema del desierto, el profeta en el desierto, Juan Bautista, que prepara el camino del Señor".
Refiriéndose al relato evangélico, el obispo sanisidrense explicó que "el desierto no es un término geográfico en el Evangelio, sino un término teológico; en el desierto, el corazón del pueblo se vuelve hacia Dios”.
"También el desierto tiene una sensibilidad especial para la virtud de la hospitalidad. En el desierto se aprende que el que viene de camino y es extranjero o forastero, conlleva siempre un regalo, una novedad, puede cambiarme la vida; y así el episodio de Abraham y los visitantes”, puntualizó.
"Hace unos años, cuando era párroco en Nuestra Señora del Socorro, teníamos un hogar de niños, de señoras que trabajaban cama adentro en las casas de familia”, memoró y narró el episodio: "Una vez vino una desesperada mujer diciendo que se había quemado su casilla en la villa; yo me devanaba los sesos en ese momento pensando: ¿dónde hay que buscar chapas?, ¿a quién hay que pedir?, ¿cómo hablar con la municipalidad para poder resolver el problema?; mientras estaba haciendo este ejercicio mental, otra señora, otra mamá, le dijo con sencillez: 'Va a tardar. Mientras tanto venite a casa'. Naturalmente salió de su corazón la virtud de la hospitalidad”.
Monseñor Ojea lamentó que en la sociedad actual, prácticamente, se haya perdido culturalmente este ejercicio.
"Pidámosle al Señor que nos abra el corazón para estos aprendizajes tan hondos de la vida y que nos dé la verdadera riqueza espiritual y el encuentro con Jesús”, concluyó.+