Mons. Buenanueva: "Solo Dios, da libertad verdadera al hombre"
- 20 de octubre, 2020
- San Francisco (Córdoba) (AICA)
Con el título "Entre el César y Dios", el obispo de San Francisco, dedicó su columna semanal en el periódico "La Voz de San Justo"
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, dedicó su columna semanal del 18 de octubre en el periódico “La Voz de San Justo” a reflexionar sobre el Evangelio de este domingo que narra el pasaje en el que Jesús dice “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios”.
“Algunos adversarios -escribe el obispo de San Francisco- le plantean a Jesús una difícil cuestión de naturaleza política: “¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”. ¿No es indigno del pueblo de Israel reconocer así la dominación romana? Para peor, este pago tiene un sentido profundamente idolátrico, pues el emperador se presenta a sí mismo como un ser divino. Pagar ¿no sería un acto también de idolatría?”
El prelado explica que “en aquella época, la carga tributaria que pesaba sobre la gente era enorme: más del cincuenta por ciento de sus ingresos iba a parar a manos del fisco. Se vivía para trabajar y se trabajaba para vivir, dependiendo del resultado de las cosechas, por ejemplo. Y, si por una mala racha, había que endeudarse, se corría el riesgo de terminar vendido como esclavo para saldar las deudas. Cosas de otro tiempo”.
“La trampa está bien tramada. Es difícil escapar”, indica monseñor Buenanueva. Si Jesús responde que sí (como hacen los herodianos colaboracionistas del poder romano), el pueblo lo mirará con desprecio. Si responde que no, será denunciado como subversivo. Caería sobre él la dura punición de Roma. En ambos casos, sus adversarios se habrían librado de él”.
“La respuesta es sorprendente. Pide que le muestren la moneda del tributo. Todos la llevan consigo. Es un denario con la efigie de Tiberio César. Jesús les hace notar su hipocresía: si ya han aceptado utilizar el dinero de César, ¿a qué viene querer enredarlo con lo del impuesto? Si vivo dentro del sistema tengo que asumir todas sus consecuencias”.
“Pero no queda ahí la respuesta, aclaró el obispo de San Francisco. Como siempre: va más allá. Abre una perspectiva nueva, más honda y genuina: si la imagen que lleva grabada la moneda de oro es la del César, la imagen de Dios es cada ser humano. El poder humano es siempre limitado. Es también proclive a absolutizarse y subordinar todo a sus metas. Así ocurre con el dios-dinero que suele usar los poderes del mundo para imponer su servidumbre sobre todos”.
“En cambio, el encuentro con el Dios vivo rompe todo ensueño idolátrico. Solo Dios, el creador que es Padre, da libertad verdadera al hombre. Por eso, el hombre tiene que ser restituido a su verdadero Señor. No es el César. Es el Dios Padre, misericordioso y compasivo que quiere que todos seamos hermanos, que la tierra sea una casa común y que la misma humanidad se vuelva una familia”, indicó.
“Pocos días después, concluyó el obispo su columna semana, Jesús mismo dará al Padre lo que es del Padre: el Hijo volverá a la casa, llevando consigo a todos los hombres, destruyendo con su sacrificio el poder del pecado y abriendo las puertas de la vida”.+