Mons. Mestre: "El Cielo es la gran fiesta de Dios"
- 14 de octubre, 2020
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
"Cielo", "todos" y "libertad", fueron las tres palabras que tomó el obispo de Mar del Plata para su reflexión de este domingo 11 de octubre.
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, reflexionó con el Evangelio para el 28º domingo durante el año, el 11 de octubre, y citó tres puntos para explicar las parábolas: “¿Cómo es el Cielo?”, “La invitación al Cielo es para todos” y “La libertad humana de aceptar o no aceptar la invitación”.
¿Cómo es el Cielo?
“El lenguaje convencional y las palabras habituales nunca alcanzan para definir las realidades más importantes y más profundas de la vida”, comenzó diciendo el obispo. El “lenguaje simbólico y metafórico” es característico de este Evangelio. Se utilizan diversas imágenes, como la del banquete para ilustrar el cielo. “En cualquier fiesta humana lo lógico es que la alegría esté presente”, dijo luego y comparó esta alegría con el cielo: “Gozo, alegría y felicidad plenos y sostenidos para siempre”, describió que, además, “no tienen fin y nadie la puede arrebatar”.
La invitación al Cielo es para todos
En segundo lugar, monseñor Mestre se detuvo en la participación de todos: “Nadie queda excluido”. “El Cielo es la gran fiesta de Dios absolutamente inclusiva y universal. Nadie queda fuera de este regalo de Dios: Todos son integrados”. El prelado explicó que “Dios es así de generoso, así de inclusivo, rico en misericordia y quiere que todos se salven”. Por eso, invita a todos a “ser parte del banquete del Reino de los Cielos”.
La libertad humana de aceptar o no aceptar la invitación
Finalmente, el obispo mencionó la “gratuidad y la apertura de nuestro Dios”, que son “absolutas y totales”. Pero el límite está en la “libertad humana”, que puede ser “mal usada y terminar rechazando al mismo Dios y su proyecto”. E ilustró que en la parábola de este domingo esto se reflejó en “los primeros invitados y en la falta del traje de fiesta para participar”. Asimismo, hizo referencia a la “disposición de corazón y la humildad necesaria para aceptar la propuesta del Señor y convertirse y cambiar lo que no esté de acuerdo a su proyecto de vida”. Al concluir, rogó: “¡Que nuestra libertad sea fecunda y esté siempre abierta a la bondad, verdad y belleza que nos viene de Dios!”.+