Tornielli: Razones para prorrogar por otro período el acuerdo con China

  • 29 de septiembre, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
A días de expirar el Acuerdo "ad experimentum" entre el Vaticano y China, se prorrogaría por otros dos años más

El director editorial del Dicasterio para las Comunicaciones, Andrea Tornielli, dedica su editorial de este martes 29 de septiembre a las razones para prorrogar por otro período el Acuerdo entre la Santa Sede y China sobre el nombramiento de obispos firmado el 22 de septiembre de 2018 y que expirará el próximo 22 de octubre.

 

Editorial
Durante octubre se toma la decisión sobre la propuesta del Vaticano de prorrogar ad experimentum las reglas provisionales. "Vale la pena continuar", explicó el cardenal Parolin.

El Acuerdo Provisional sellado el 22 de septiembre de 2018 entre la Santa Sede y la República Popular China, relativo al nombramiento de obispos, entró en vigor un mes después de su firma y, por lo tanto, expirará el 22 de octubre próximo. 

Firmado en Pekín, preveía una duración de dos años ad experimentum, antes de una eventual confirmación definitiva u otra decisión. 

El cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, explicó recientemente que la intención es proponer una prórroga a las autoridades chinas, continuando la adopción del Acuerdo en forma provisional, "como se ha hecho en estos dos primeros años, a fin de verificar posteriormente su utilidad para la Iglesia en China". 

A pesar de la lentitud y las dificultades, agravadas en los últimos diez meses por la pandemia, Parolin dijo: "me parece que se ha marcado una dirección que vale la pena continuar, luego ya veremos".

Desde el primer comunicado, publicado conjuntamente por la Santa Sede y el gobierno chino el 22 de septiembre de 2018, se especificó con claridad inmediatamente la materia propia del Acuerdo, que no se refiere directamente a las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y China, ni al estatuto jurídico de la Iglesia Católica china, ni a las relaciones entre el clero y las autoridades del país. 

El Acuerdo Provisional se refiere exclusivamente al proceso de nombramiento de obispos, una cuestión esencial para la vida de la Iglesia y para la comunión de los pastores de la Iglesia Católica China con el obispo de Roma y los obispos del mundo. 

Por consiguiente, el objetivo del Acuerdo Provisional nunca ha sido meramente diplomático y menos aún político, sino que siempre ha sido genuinamente pastoral: su finalidad es permitir que los fieles católicos tengan obispos que estén en plena comunión con el Sucesor de Pedro y que, al mismo tiempo, sean reconocidos por las autoridades de la República Popular China.

El papa Francisco, en su "Mensaje a los católicos chinos y a la Iglesia Universal", en septiembre de 2018, inmediatamente después de la firma del Acuerdo Provisional, recordó que en los últimos decenios, las heridas y las divisiones en el seno de la Iglesia Católica en China se habían polarizado "sobre todo, en torno a la figura del obispo como guardián de la autenticidad de la fe y garante de la comunión eclesial". 

Las intervenciones de las estructuras políticas en la vida interna de las comunidades católicas habían provocado la aparición del fenómeno de las llamadas comunidades "clandestinas", que trataban de escapar al control de la política religiosa del gobierno.

Consciente de las heridas de la comunión de la Iglesia causadas por las debilidades y los errores, pero también por la indebida presión externa sobre las personas, el papa Francisco, después de años de largas negociaciones iniciadas y llevadas a cabo por sus predecesores, restableció la plena comunión con los obispos chinos ordenados sin mandato pontificio. 

Una decisión tomada después de reflexionar, rezar y examinar cada situación personal. El único propósito del Acuerdo Provisional, el Pontífice dejó claro, es “sostener y promover el anuncio del Evangelio, así como el de alcanzar y mantener la plena y visible unidad de la comunidad católica en China”.

Los dos primeros años han traído nuevos nombramientos episcopales con el acuerdo de Roma y algunos obispos fueron reconocidos oficialmente por el gobierno de Pekín. 

Los resultados -también a causa de la pandemia que, de hecho, ha bloqueado los contactos en los últimos meses- han sido positivos, aunque limitados, y sugieren seguir adelante con la aplicación del Acuerdo durante otro período”, concluye Andrea Tornielli su editorial.

El Vaticano enviará una delegación a Pekín 
Según adelantaron los periodistas Salvatore Cernuzio y Stefania Falasca en un artículo publicado en la página web del laboratorio de ideas chino Tianouzhiku y que aparece también en el portal VaticanInsider, en los próximos días está previsto que llegue a China una delegación de la Santa Sede para seguir profundizando con las autoridades de Pekín en el acuerdo firmado hace dos años y que permitió desatascar el nombramiento de obispos católicos en el país asiático. 

La visita de la delegación de la Santa Sede propiciará un diálogo directo entre ambas partes después de que la pandemia haya impedido los encuentros durante los últimos meses. 

El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, ya adelantó hace dos semanas la voluntad de prolongar la aplicación del acuerdo de forma experimental durante otros dos años. “Pasado ese tiempo, valoraremos mejor lo que resulta oportuno cambiar y si hay algo que añadir o quitar”, aseguraron fuentes vaticanas citadas por Cernuzio y Falasca, que aclaran, que en el pacto firmado en 2018, cuyo contenido nunca se publicó, no existía una caducidad.

Sin ordenaciones ilegítimas
En Roma hay satisfacción por el camino conjunto recorrido en este período, en el que no se han producido nuevas ordenaciones ilegítimas de obispos al tiempo que eclesiásticos de las comunidades clandestinas eran reconocidos por las autoridades de Pekín. Para ello han resultado determinantes las orientaciones pastorales vaticanas sobre el registro civil del clero en China, publicadas el 28 de junio de 2019. Es posible desde entonces cumplir con las exigencias de las autoridades en materia de política religiosa sin por ello contradecir la doctrina católica ni traicionar la propia conciencia.+