25 años de la parroquia Nuestra Señora de la Consolación
- 8 de septiembre, 2020
- San Luis (AICA)
El obispo de San Luis, monseñor Gabriel Barba, presidió la celebración patronal y los 25 años de la parroquia Nuestra Señora de la Consolación de la capital puntana.
En el marco de la fiesta patronal de Nuestra Señora de la Consolación, el obispo de San Luis, monseñor Gabriel Bernardo Barba, presidió una misa a las 19:30, concelebrada por los presbíteros Mauricio Verón y Pedro Lázaro Vega.
La celebración se llevó a cabo sin la presencia de fieles y se transmitió por la página de facebook Pastoral de Comunicación San Luis.
Al iniciar su homilía, monseñor Barba dijo: “Me los imagino sentados en sus propias casas. ¿Qué es lo importante de esto? Que desde donde estemos, recemos la misa, esa es la clave”. Luego hizo una invitación: “Cuando están en sus casas, preparen la mesa, preparen el mantel, pongan las flores, una imagen de la Virgen, una imagen de Cristo, preparen el altar de su casa y recen la misa así, sentados junto al altar de la iglesia doméstica”.
Posteriormente se refirió a este tiempo de aislamiento que estamos viviendo, “tiempo de quedarnos en nuestras casas, no solamente que nuestra fe no se enfría, no se apaga, no se termina”, sino que “todo lo contrario, tenemos que cerrar las puertas de nuestros templos, para abrir las puertas de nuestra iglesia doméstica”. También sostuvo que los cristianos están haciendo “una escuela de fe, una escuela de eclesiología”, y agregó que “somos parte de la Iglesia, porque estamos viviendo nuestra fe y nuestra comunión de la misma manera en cuanto al sentido más profundo y diferente a lo accidental”.
Más adelante expresó: “Cada tiempo tiene su fortaleza y su debilidad. ¿Cuál es la debilidad que tenemos en este momento? Que no nos podemos encontrar, que no nos podemos abrazar”. También indagó: “¿Pero cuál es la fortaleza? Dios también nos habla a través de este desierto. Dios nos enseña a ser iglesia doméstica. Somos una iglesia que se expresa de otra manera”.
Posteriormente hizo referencia a la Patrona bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación, citando al evangelista San Juan cuando llegó “la hora más importante en la historia de la salvación, la hora de la entrega, donde Dios nos mostró su amor hasta el punto de dar la vida, nos amó hasta el final”. Y a partir de ese acto supremo de la vida de Jesús, “nos da en testamento a su Madre: mujer aquí tienes a tu hijo, hijo aquí tienes a tu Madre, así le dice al discípulo amado. En ese momento el discípulo amado representaba a todos los cristianos”.
Seguidamente reflexionó: “Celebramos a Nuestra Madre que es nuestro consuelo, consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores, esto lo percibe la Virgen, Nuestra Señora de la Consolación”.
Luego añadió: “Yo les invito, en este tiempo especial que nos toca vivir la fe de otra manera, a que vivamos en familia en esta iglesia doméstica: el amor, la presencia, la cercanía de la Virgen”.
Antes de finalizar su homilía, monseñor se encomendó a Dios “en estas fiestas patronales que la Virgen María encuentre un lugar preferencial en nuestras casas, en nuestro corazón”, y agregó que “podamos descubrir que Dios por medio de María nos va a ir consolando de los dolores, de las cruces que todos tenemos que llevar”.
Seguidamente dijo: “No existe la vida del cristiano sin cargar la cruz, quien quiera seguirme que cargue con su cruz y me siga. En eso Jesús ha sido muy clarito. La cruz es parte del camino de la fe, es parte de la vida del cristiano”. Luego insistió en encomendarnos a María y “ponernos bajo su amparo, especialmente a todas las personas que necesitan del amor y del consuelo frente al dolor que llevan en su corazón”.
Más adelante, el padre Mauricio le dio la bienvenida y un agradecimiento especial al obispo de San Luis, por haberlos acompañado en estas fiestas patronales, como también al padre Lázaro Vega, y a todos los que colaboraron en la liturgia de esta celebración.
Finalmente, monseñor Barba rezó la oración a Nuestra Señora de la Consolación pidiendo especialmente por los que más sufren, por los que tienen miedo de contagiarse, y por el personal de salud, e impartió la bendición final.+