Los obispos destacan el ser y el hacer de la vida consagrada en la Argentina
- 7 de septiembre, 2020
- Buenos Aires (AICA)
En un mensaje por su día, la comisión episcopal respectiva pidió a la Virgen que les regale a las consagradas y consagrados, "el don de la fidelidad y la alegría de la perseverancia".
La Comisión Episcopal para la Vida Consagrada envió un mensaje y saludo con motivo del Día de la Vida Consagrada, por celebrarse mañana, martes 8 de septiembre.
El texto está dirigido a los “hermanos y hermanas” de la Junta Directiva de Confar (Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos), del Consejo Ejecutivo de la CISA (Conferencia de Institutos Seculares de la Argentina) y del Servicio Nacional para la formación permanente de las Vírgenes Consagradas en la Argentina.
“En este marco (de la pandemia), valoramos la creatividad de la Confar, la CISA y el Servicio Nacional para el Orden de Vírgenes Consagradas (OVC) con miras a fortalecer los lazos eclesiales entre los consagrados y consagradas y las instituciones que los nuclean y sirven. Lo hacen en momentos en los que necesitamos experimentar lo de vivir unánimes, es decir con un solo corazón y una sola alma hacia Dios”.
“Sí, todos necesitamos la cercanía, contención y ánimo propios de la fraternidad y sororidad de los consagrados para fortalecer mutuamente nuestra misión en la Iglesia. ¡La pasión por Cristo, pasión por la humanidad!”, exclama.
La comisión recuerda que “la ‘creatividad en la fidelidad’, ‘la fidelidad creativa’, no resultan para la vida consagrada un simple juego de palabras, una planificación estratégica, un lema o ‘etiqueta’, sino ¡siempre!: una búsqueda inspirada por la fe (al mirar el pasado con gratitud), el amor (al querer vivir el presente con pasión) y la esperanza (como modo teologal de abrazar el futuro)”.
“Ustedes expresan las dos dimensiones inseparables de su vocación (llamada de Dios). Por un lado: la pasión de cada mujer o varón consagrado expresa la fuerza, el impulso que lo anima. ¡Jesús vivía apasionado por Dios y por los hermanos, por su pueblo! Por el otro: manifiesta la dimensión del padecer, del dolor, del sufrimiento”, detalla, y pregunta: “¿Acaso no confesamos y nos asociamos al misterio de la Pasión del Señor sintetizado en la Cruz”.
Los obispos de la comisión animan y exhortan a los hermanos y hermanas de la vida consagrada a “encarnar ‘la Palabra que profesamos’. Es así, porque la Palabra es la que sostiene nuestra profesión, nos habita y da vida, vida en abundancia”.
Firman el mensaje monseñor Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP, arzobispo de Bahía Blanca y presidente de la comisión, y demás miembros: monseñor Héctor Luis Zordán M.SS.CC, obispo de Gualeguaychú; monseñor Esteban María Laxague SDB, obispo de Viedma; monseñor Néstor Hugo Navarro, obispo emérito de Alto Valle del Río Negro; y María Florencia Marfía, Instituto Secular Cristífero, secretaria ejecutiva de la comisión.
Texto del mensaje
Muy queridos consagrados y consagradas: Ante todo, les agradecemos hayan querido hacernos partícipes de la Asamblea General de CONFAR que este año, dadas las circunstancias, se ha realizado a través de video conferencias; gracias por transmitirnos su “Mensaje final”. Damos gracias a Dios también por el proceso iniciado por la JISA (Junta de los Institutos Seculares en Argentina) hasta su aprobación como “Conferencia” (CISA) ¡Un paso importante en su camino institucional! Finalmente, nuestra gratitud al Servicio Nacional para la formación permanente de las Vírgenes Consagradas, que -en el contexto de los 50 años de la Restauración del Ordo Virginum (1970 – 2020)- ha compartido con nosotros sus espacios de formación y crecimiento espiritual en el marco de su plan trienal de celebraciones, encuentros, etc.
Todas estas buenas nuevas resultan elocuentes signos de comunión que valoramos especialmente en estos tiempos que transitamos. La expresión “estamos en la misma barca” resulta precisa y preciosa en un mar agitado por la pandemia.
En este marco, valoramos la creatividad de la CONFAR, la CISA y el Servicio Nacional para para el OVC con miras de fortalecer los lazos eclesiales entre los consagrados y consagradas y las instituciones que los nuclean y sirven. Lo hacen en momentos en los cuales necesitamos experimentar aquello de vivir unánimes, es decir con un solo corazón y una sola alma hacia Dios (cf. Hechos 2, 42 – 47; 4, 32 – 35). ¡Sí! Todos necesitamos la cercanía, contención y ánimo propios de la fraternidad y sororidad de los consagrados para fortalecer mutuamente nuestra misión en la Iglesia. ¡La pasión por Cristo, pasión por la humanidad!
La vida consagrada expresa en estos procesos un profundo sentido de comunión y contribuye a una fecunda dinámica de “sinodalidad” no por la mera sujeción a una “ley de la mayoría” (fácil de conseguir en pasillos o fuera del recinto del diálogo o discusión) sino por querer ser dóciles a esa “ley de la unanimidad” - “ley de la 2 comunión” que la fundamenta. Esto no implica que todos / todas “voten” u “opinen” de la misma manera. Expresa más bien que –justamente- dentro del marco temporal y espacial donde se dialoga, confronta, discute y se construye en la paciencia (¡porque también se sufren dolores de parto!) se manifieste esa “unanimidad”, la de tener un solo corazón y una sola alma hacia Dios, fuente y culmen de la verdadera comunión.
El corazón anima y hace fluir la sangre a todo el cuerpo. Ese clima de “unanimidad” los ha llevado incluso a renovar los Estatutos de la CONFAR, a la aprobación de la JISA como Conferencia (con la respectiva revisión de Estatutos y reglamentos), y a renovar el equipo de servicio a las Vírgenes Consagradas en Argentina para –justamente- servir y cuidar mejor las diversas manifestaciones de la vida consagrada en su “sinfónica” y “policromática” riqueza.
La «creatividad en la fidelidad», «la fidelidad creativa», no resultan para la vida consagrada un simple juego de palabras, una planificación estratégica, un lema o “hashtag”, sino ¡siempre!: una búsqueda inspirada por la FE (al mirar el pasado con gratitud), el AMOR (al querer vivir el presente con pasión) y la ESPERANZA (como modo teologal de abrazar el futuro).
Ustedes expresan las dos dimensiones inseparables de su vocación (llamada de Dios). Por un lado: la pasión de cada mujer o varón consagrado expresa la fuerza, el impulso que lo anima. ¡Jesús vivía apasionado por Dios y por los hermanos, por su pueblo! Por el otro: manifiesta la dimensión del padecer, del dolor, del sufrimiento. ¿Acaso no confesamos y nos asociamos al misterio de la Pasión del Señor sintetizado en la Cruz?
Hoy celebramos la Jornada de oración por el cuidado de la creación, la casa común. El Papa Francisco nos ha regalado su mensaje invitándonos a vivir un tiempo para recordar, regresar, descansar, reparar y alegrarse1 . Sí, la pandemia sigue causando heridas profundas, desenmascarando nuestras vulnerabilidades y descubriéndonos interconectados… como nunca. En este sentido, a partir del pasado 5 de agosto, en las Audiencias generales (las así llamadas “Catequesis de los miércoles”) teniendo en cuenta este llamado a “Curar el mundo”, el Sucesor de Pedro nos invita a descubrir desde las virtudes teologales facetas, concreciones, encarnaciones de las mismas en este presente tan difícil [hasta ahora se ha referido a: La FE y la dignidad humana; La opción preferencial por los pobres y la virtud de la CARIDAD; El destino universal de los bienes y la virtud de la ESPERANZA, y seguramente continuará estas reflexiones durante varias semanas más].
No dudamos que estas reflexiones darán un renovado marco a la celebración de la Jornada de la Vida Consagrada en Argentina.
Este tiempo dedicado a la “Biblia” nos invita a reconocer en la Palabra una sinfonía a varias voces. La Revelación: la voz de Dios; Jesucristo: el rostro de la Palabra; La Iglesia: la casa de la Palabra; y la misión: los caminos de la Palabra… Queremos animarlos, exhortarlos a encarnar “la Palabra que profesamos”. Es así, porque la Palabra es la que sostiene nuestra profesión, nos habita y da vida, vida en abundancia.
La fiesta de la Natividad de María congrega a la Iglesia en Argentina para celebrar la Vida Consagrada. El Magnificat de María –consagrada por la Palabra- nos ayude a asumir agradecidos nuestra historia; su fiat – hágase nos llene de esperanza para abrazar lo que nos depara el futuro; Ella, fiel a la providencia de Dios, sople al oído del corazón de quienes deseamos servir «hoy» el vino nuevo del Evangelio, su secreto más atesorado: «Hagan lo que Jesús les diga». Ella, finalmente, regale de parte de Dios, a todos los consagrados y consagradas, el don de la fidelidad y la alegría de la perseverancia.
Fraternalmente en Cristo, pobre, casto y obediente.
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