Religiosas y religiosos plantean "líneas inspiradoras" para la pospandemia

  • 28 de agosto, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
Al término de su Asamblea General virtual, la Confar llamó a ser más solidarios con los excluidos y quienes "no comen regularmente ni tienen acceso a los bienes comunes de la salud y la educación".

La Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos (Confar) difundió un Mensaje Final tras su Asamblea General que, por la pandemia del coronavirus, se desarrolló mediante videoconferencias y llevó por lema “Hagan lo que él les diga, ya es la hora”.

Religiosas y religiosos hicieron un balance de lo actuado en este tiempo de crisis sociosanitaria, en la que miembros de las congregaciones quedaron en el camino, renovaron estatutos y repensaron “líneas inspiradoras” para la pospandemia.

“Queremos que, al llegar al fin de la pandemia, esta tierra -nuestra Casa Común- nos encuentren mejores, solidarias, solidarios con quienes no comenzaron ni tienen acceso a los bienes comunes de la salud y la educación; que las tinajas vaciadas por un certero modelo de precarización y exclusión sean llenas con la feliz dignidad del trabajo y un justo acceso a los bienes de la tierra ”, expresaron.

“Hemos puesto nuestra confianza en el Señor de la Vida, capaz de transformar nuestras limitaciones y pobrezas en el buen vino de la entrega alegre y festiva”, agregaron en el documento.

La Confar, que reúne y expresa “las voces y gritos” de la vida consagrada en el país, alentó a “las hermanas y hermanos que se sienten cansados, solos, entristecidos o con temor” con una frase del Evangelio: "¡Ánimo, no tengan miedo!"

Texto del Mensaje Final 
Durante los meses de junio, julio y agosto, mediante videoconferencias de una jornada cada mes, las superioras y superiores mayores, sus delegadas y delegados, los representantes de los Espacios de Confar y los equipos animadores de las regiones y filiales fuimos convocados por la Junta Directiva Nacional y nos hemos dado cita para celebrar la Asamblea General Ordinaria del presente año movidos por el lema “Hagan lo que él les diga, ya es la hora” (cfr Jn 2,5).

La irrupción de la pandemia que atraviesa nuestras vidas y situaciones cotidianas nos ha desafiado a repensar mejor las Líneas Inspiradoras para el presente trienio.

Para ello ha sido decisivo el aporte de la hermana Gloria Liliana Franco Echeverri ODN, presidenta de la CLAR y del Equipo Interdisciplinar de Reflexión: les estamos de corazón agradecidos.

También nos hemos dado tiempo suficiente para la renovación de nuestros estatutos, bajo la guía del Consejo de Asuntos Económicos e Institucionales, de modo que expresa mejor la vida de la Conferencia y estén al servicio y cuidado de ella.

Hemos tenido presentes en todo momento a las hermanas y hermanos que están viviendo en primera persona los alcances de la pandemia.

Muchos de nosotro hemos perdido hermanos de comunidad, familiares o amigos.

Debimos reorganizarnos -como lo ha hecho gran parte del pueblo- en función de una mejor atención y cuidado de nuestros enfermos y mayores.

Siguen abiertas las puertas de nuestras casas para acoger a quienes necesitan alojamiento para una mejor convalescencia.

Nos sentimos hermanados con quienes han abandonado proyectos y ritmos personales para acompañar de cerca a quienes han sido y son visitados por la enfermedad. 

En este tiempo la solidaridad se despertó en creatividad y esperanza a pesar del tiempo de aislamiento y dolor. Deseamos, en particular quienes vivimos y servimos en el área metropolitana de Buenos Aires, que pronto podamos celebrar juntos la fe y la vida aun cuando el recurso a las redes y a la tecnología han facilitado nuestros encuentros.

Sabemos que es tiempo de muchos cuidados y de nuevas cercanías.

Sabemos que esta es la hora en que se sirve el vino nuevo del cariño y del amor con que fuimos amados.

Pero también sabemos que hay muchos hermanos y hermanas para quienes este tiempo fraguó en una mayor exclusión a causa de una continuada vulneración de sus derechos.

Si es cierto que la pandemia es una inmejorable oportunidad para la transformación personal y comunitaria, entonces exigimos que cesen las violencias, particularmente las ejercidas por las fuerzas policiales contra los más pobres y los pueblos originarios; que se ponga fin a la desinformación que anestesia las conciencias y desconoce a quienes luchan y sufren; que tengan acceso a una pronta justicia las mujeres, niños y niñas y adolescentes y adultos mayores expuestos al abuso, al maltrato e incluso a la muerte; que el cuidado se nos haga cultura y que por fin se terminen entre nosotros los abusos de poder y conciencia, económicos y sexuales tanto dentro como fuera de las comunidades cristianas.

Queremos que, al llegar al fin de la pandemia, esta tierra -nuestra Casa Común- nos encontremos mejores, solidarios con quienes no comenzaron regularmente ni tienen acceso a los bienes comunes de la salud y la educación; que las tinajas vaciadas por un certero modelo de precarización y exclusión sean llenadas con la feliz dignidad del trabajo y un justo acceso a los bienes de la tierra.

Hemos puesto nuestra confianza en el Señor de la vida, capaz de transformar nuestras limitaciones y pobrezas en el buen vino de la entrega alegre y festiva.

Desde esta Asamblea que reúne y expresa las voces y gritos de la vida consagrada en nuestra tierra animamos de corazón a las hermanas y hermanos que se sienten cansados, solos, entristecidos o con temor.

¡Ánimo, no tengan miedo! (cfr Mt 14,27). 

Con María, atentos y fieles en el cuidado de toda vida, hagamos todo lo que Jesús nos diga.

Mayor información: ww.confar.org.ar .+