Salta: Entronización de las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro
- 16 de agosto, 2020
- Salta (AICA)
Mons. Cargnello presidió la misa y expresó: "Queremos vivir este Milagro naciendo de nuevo, enfrentando los tres desafíos que se presentan en este año: 'Somos tuyos, somos de María, somos hermanos'".
La entronización de las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro en el altar mayor de la catedral basílica de Salta abrió los cultos de la Fiesta del Milagro, que concluirán el 15 de septiembre, con la tradicional procesión y la renovación del Pacto de Fidelidad del pueblo salteño.
#Milagroparaelmundo2020 lleva por lema “Somos tuyos, somos de María, somos hermanos” y las celebraciones centrales serán presididas por el arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello.
El prelado salteño encabezó la celebración eucarística de entronización de las sagradas imágenes del Señor y la Virgen del Milagro.
Estuvieron presentes el doctor Gustavo Sáenz, gobernador de Salta y la doctora Bettina Romero, intendenta de la ciudad capital.
Asimismo, participaron representantes de primera línea que están combatiendo la pandemia en Salta: doctor Juan Jose Esteban (gerente del Hospital del Milagro de la ciudad de Salta), Verónica Cruz (enfermera), comisario Gabriel Gallardo (subjefe de la Policía de Salta), Manuel Cari (servicio de recolección residuos Agrotécnica Fueguina) y Sergio Casimiro (chófer de colectivo urbano Saeta).
En la homilía, monseñor Cargnello expresó: “El éxodo de esta Fiesta del Milagro que celebramos en el momento más difícil de la pandemia para Salta y para todo nuestro país”.
“Queremos vivir este Milagro naciendo de nuevo, enfrentando los tres desafíos que se nos presentan en este año: “Somos tuyos, somos de María, somos hermanos”, agregó.
“¡Somos tuyos! No podemos venir como quisiéramos ante tus plantas”, subrayó ante las imágenes, y expresó su deseo de que se vayan normalizando un poco la situación “para poder, por lo menos, tomando la distancia que los protocolos establecen y las medidas que se nos indican, por lo menos mirarlos y saludarlos”.
El arzobispo salteño aseguró, sin embargo, que esta es “una gran oportunidad para volver a poner a Cristo en el centro de la vida personal, de la vida familiar y de la vida social. Es una oportunidad para escuchar su Palabra y asentar la vida en el proyecto de Dios que se manifiesta en esa Palabra, en la Ley del Señor”.
“Salir de, vivir el éxodo desde una cultura egoísta, destructiva e irrespetuosa de la dignidad y caminar hacia otra cultura, a la cultura de la bienaventuranzas, a la cultura de los hijos de Dios que se hacen cargo gozosamente del proyecto del Padre, que es capaz de hacer nacer y renacer a la Madre de su Hijo y llevarla a la plenitud del cielo”, subrayó.
Monseñor Cargnello exclamó: “¡Somos hermanos!”, al recordar que “la grieta que nos duele no es un problema político, es un problema ético, es un problema moral”.
“Sólo enfrentando nuestro propio corazón, cerrado, orgulloso, obcecado, estúpido, podemos advertir que es necesario salir de esa cerrazón y romper puertas y abrirnos a los hermanos”, añadió.
“Estamos en una misma barca y nos necesitamos los unos a los otros”, ha dicho el papa Francisco quien insiste permanentemente en esta verdad. En la última catequesis nos ha invitado a cultivar un corazón generoso con los hermanos. Vencer un corazón cerrado y egoísta, que disimula su egoísmo en opiniones e ideologías, es una cuestión ética porque se juega nuestra propia verdad de seres humanos, de cristianos, de ciudadanos. Nadie puede creerse dueño de los demás, menos de los más pobres. Ningún partido político, ninguna facción ideológica, puede creerse dueño de un pobre. Al pobre lo protege y lo cuida Dios ¿Significa que yo me he de desentender del pobre? ¡De ninguna manera! ¡Todo lo contrario! Pero debo tratar a mi hermano pobre con respeto, con profundo sentido de fraternidad, con capacidad de respetar en él el proyecto de Dios, no mi pretensión de instrumentalizarlo para que sea lo que yo quiera, para que me dé un voto o me acompañe cuando a mí me interesa o para que me sirva para imponerme al otro.
El arzobispo salteño insistió en afirmar que hay que ayudar al “hermano, de cualquier pobreza, ya sea material o espiritual, psicológica o cultural, lo tengo que ayudar con profundo respeto golpeando la puerta de su corazón, casi en puntas de pie. Entonces sí podremos ir transformando la sociedad".
“¡Somos tuyos Jesús, somos tuyos María, somos hermanos! Ojalá el avanzar de estos treinta días nos permita dar un pasito más hacia el Señor, hacia el cielo, hacia la plenitud de la vida humana para que junto al Arca de la Alianza renovemos la alianza, el Pacto de Fidelidad.”, concluyó.+