Mons. Han Lim Moon: "¡Qué grande es tu fe!"
- 15 de agosto, 2020
- San Martín (Buenos Aires) (AICA)
En su homilía para el 20º domingo durante el año, el 16 de agosto, el obispo auxiliar de San Martín, monseñor Han Lim Moon, hizo referencia a las pruebas de la vida.
En su homilía para el 20º domingo durante el año, el 16 de agosto, el obispo auxiliar de San Martín, monseñor Han Lim Moon, hizo referencia a las pruebas de la vida.
“El Evangelio de hoy muestra que Jesús se retiró al territorio pagano Canaán. Allí salió a su encuentro una cananea para rogarle por su hija que estaba muy enferma. Pero Jesús, quien habitualmente trataba con mucha misericordia a los enfermos, sorprendentemente no respondió nada”, comenzó relatando el obispo.
La mujer del evangelio que le exclama a Jesús: “Señor, socórreme”, es aquella que “al reconocer a Jesús como el Mesías y, al mismo tiempo, que Él no podía pasar sin conceder su petición, al menos que la pisara”. El resultado de la escena lo hace a Jesús decirle: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que te suceda lo que pides!”, “y desde aquel momento su hija quedó curada”.
Monseñor Moon se preguntó: “¿Para qué Jesús habrá puesto una prueba de fe tan dura a una pobre mujer que suplicaba por su hija enferma? ¿Era tan necesario probarla de esa manera? ¿Qué sentido tiene esta prueba?”. Y explicó que la prueba “sirve para conocer la realidad profunda más allá de la apariencia y, sobre todo, es necesaria para el crecimiento del hombre interior”.
Pero para este crecimiento “es fundamental la obediencia por la fe en Dios todopoderoso”, mencionó monseñor Moon y resumió que “¡la prueba de Dios está orientada siempre a la vida plena, aunque cueste inmensamente!”; y aunque algunas pruebas sean duras, “porque en muchas ocasiones parece que Dios está ausente o es incapaz de impedir el mal”, el prelado aseguró que “por el don de la fe” podremos atravesarlas.
Y citando a San Pablo, mencionó los distintos tipos de pruebas: “Primero, en la prueba ante lo absurdo; la prueba de nuestra debilidad humillante; la prueba ante el gran dolor; prueba ante cualquier adversidad”.
Finalmente, el obispo animó a “pedir a Dios fervorosamente una gracia muy particular de la fe, la obediencia, la paciencia, la fortaleza, la esperanza. Entonces, sólo con el Señor, pasaremos todas estas pruebas y Él nos felicitará a cada uno: ‘¡Qué grande es tu fe!’”.+