Mons. Fernández guió el retiro del clero platense
- 8 de julio, 2020
- La Plata (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, guió el retiro espiritual del clero, que se desarrolló en la mañana del 7 de julio de manera virtual.
Encabezados por el arzobispo Víctor Manuel Fernández, los miembros del clero de la arquidiócesis de La Plata participaron el 7 de julio del retiro espiritual que se desarrolló de forma virtual.
La jornada, que estuvo dividida en dos momentos de oración simultánea, comenzó con unas palabras de monseñor Fernández hacia todos los miembros del clero, a quienes agradeció por su predisposición y por el esfuerzo que vienen realizando para ayudar al pueblo de Dios en este tiempo de pandemia.
Asimismo, el arzobispo señaló: "Queremos hacer este retiro juntos para pedirle a Dios todo su poder, su ayuda, su gracia, en este tiempo que estamos viviendo", y destacó que puede ser "un tiempo de mucho crecimiento".
Monseñor Fernández reflexionó luego acerca de dos momentos de oración: Por un lado se refirió a la súplica, expresando que mucha gente piensa o considera que solo alabar o meditar son formas válidas de oración, y la súplica es una oración de gente pobre o que pedir es cosa de gente menos formada. "Sin embargo, nada de eso aparece en la Palabra de Dios ni en la tradición de la Iglesia", advirtió.
En ese sentido, monseñor Fernández citó a Santo Tomás, quien dijo que la oración significa petición. "Él está identificando las dos cosas", indicó.
La súplica, indicó, está fuertemente relacionada con un espíritu de confianza. “Lo que separa un espíritu secularizado de un espíritu confiado en Dios, es que el que confía suplica. El que no confía se las quiere arreglar solo, con sus cálculos, previsiones y capacidades, Dios no entra allí ”.
Al respecto, el arzobispo solicitó: "Tratemos de recuperar este espíritu profundamente piadoso que confía y suplica porque cree que Dios existe, cree que Dios ama y cree que Dios actúa". “Si cree esas tres cosas suplica con toda el alma. Creemos que Dios tiene amor y poder para ayudarnos y por eso pedimos ", agregó.
Además, recordó que la súplica se convierte en el canal por donde llega la bendición, la fuerza de Dios, la solución a nuestros problemas. Porque Dios mismo ha querido someter la concesión de algunos bienes a nuestra confianza suplicante. La súplica, al mismo tiempo, alimenta ese espíritu que confía y se somete a Dios.
Respecto del segundo momento de oración, monseñor Fernández se refirió a la Intercesión, a la definición como “la oración tan típica de un pastor que intercede todos los días por su pueblo”.
En ese sentido, aclaró que "sin embargo, muchas veces hay sacerdotes que pierden el hábito de interceder y puede ser porque su fe en Dios está floja o porque aflojó el amor a la gente, la sensibilidad frente a los problemas ajenos".
“La intercesión, justamente cuando uno la recupera, alimenta esas dos cosas, ese corazón del pastor confiado en Dios y lleno de cariño por su pueblo”, subrayó monseñor Fernández, al tiempo que destacó que “la intercesión ha sido siempre muy valorada en la historia de la espiritualidad, porque el amor al hermano abre el corazón y eso le hace más espacio a Dios en la vida de uno, para que la gracia de Dios pueda actuar más eficazmente todavía ".
En esa línea, recordó que “el amor al prójimo que uno expresa en la intercesión ayuda a conocer a Dios, porque Dios es amor. Por lo tanto es importante dedicarle tiempo a la intercesión, poniendo en la presencia de Dios rostros y nombres ". +