Mons. Puiggari: "No podemos comulgar con el Señor si no comulgamos entre nosotros"
- 16 de junio, 2020
- Paraná (Entre Ríos) (AICA)
El arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari, presidió en la catedral Nuestra Señora del Rosario, la misa del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Con una misa presidida por el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari, en la catedral Nuestra Señora del Rosario, la arquidiócesis celebró la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Al comienzo de su homilía, el prelado destacó la dimensión eclesial de la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, y señaló que “este año la cuarentena, el aislamiento, nos impide tanto la manifestación pública de nuestra fe en este sacramento, como la celebración con la presencia de nuestro pueblo fiel que todos los años colma esta catedral y todas nuestras parroquias del interior”.
“Un pequeño grupo de sacerdotes, representando a todos ustedes, queridos hermanos, que participan por la televisión y por los otros medios, quieren representarlos ante Jesús y asumir todas sus intenciones”, expresó.
En ese sentido, invitó a la comunidad a que “en esta nueva realidad que estamos viviendo, formemos una comunidad de fe presencial y virtual para alabar, agradecer a Dios por este admirable sacramento y sobre todo para manifestar nuestro amor al Dios escondido”.
“Hoy recordamos y celebramos el milagro de la presencia divina bajo las especies del pan y del vino en la Eucaristía. Es el mismo misterio que celebramos el Jueves Santo, pero ahora la luz de la resurrección, y ahora sin el telón de fondo de la cierta tristeza de la pasión inminente”, explicó. “La Iglesia hoy cubre con un velo de piedra la traición de Judas para resaltar con todo su esplendor la entrega de Cristo para la vida de los hombres”.
“Hoy en el Evangelio, Jesús nos dice: ‘Este es el pan bajado del Cielo, no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente’. Jesús hoy nos da, pero no nos da algo sino que se da Él, se ofrece en su cuerpo, entrega su sangre derramada, entrega toda su vida por amor al Padre y a cada uno de nosotros. Es nuestra comida para el peregrinar”.
“Comer su cuerpo es entrar en comunión con la persona del Señor. Esta comunión, este acto de comer es un encuentro entre dos personas, es dejarse penetrar por aquel que es el Señor, aquel que es mi creador, que es mi redentor”, aseguró. “El objetivo de esta comunión es la asimilación de mi vida con la suya, mi transformación y configuración con quien es amor vivo. Por eso esta comunión implica adoración, acción de gracias, pero fundamentalmente implica seguir la voluntad de Cristo, dejándome transformar por Él”.
En ese sentido, monseñor Puiggari advirtió: “No podemos comulgar con el Señor si no comulgamos entre nosotros. Si queremos encontrarnos con Él, también debemos nosotros ponernos en camino para el encuentro del otro”.
“Una iglesia que vive la Eucaristía, necesariamente se vuelve una Iglesia misionera. Si nosotros pudiéramos medir cómo es nuestra devoción eucarística, podríamos comprobar si es que somos solidarios, somos misioneros, porque comulgo al amor, y el amor es para dar y el amor no se calla, y hay muchos hermanos que están necesitando descubrir el amor para darle un sentido a la vida”, afirmó. “Configurarnos con Cristo; trabajar para la unidad, para la comunión; ser solidarios, caritativos; y ser misioneros, son los cuatro grandes frutos que brotan de la Eucaristía”.+